Jueces, obligados a luchar contra la corrupción

La connivencia entre la Justicia y el poder político para frenar las investigaciones de corrupción que atañen a la clase dirigente, tanto pública como privada, es muy frecuente en la mayoría de las naciones. En la Argentina ha constituido una práctica usu

Jueces, obligados a luchar contra la corrupción

El papa Francisco mantuvo recientemente un importante encuentro con jueces y fiscales de distintos países por la realización, en el ámbito del Vaticano, de un seminario internacional sobre trata de personas y crimen organizado, auspiciado por la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, que tuvo como principal objetivo enfocar contra la corrupción de todo tipo como madre de todos los males de las actuales sociedades.

Por la Argentina concurrió una delegación que encabezó el presidente de la Corte nacional, Ricardo Lorenzetti. En el encuentro participó un centenar de expositores del mundo y veedores de 30 países.

La intención de la autoridad pontificia fue saber cómo los magistrados judiciales encaran el problema de la trata sexual, del trabajo esclavo, de la venta de órganos, del narcotráfico y del crimen organizado según la modalidad de cada uno de los países participantes del evento.

Por otra parte, un vocero eclesiástico aclaró que, en línea con la postura de la Iglesia y muy especialmente del actual Pontífice, se buscó conocer “cómo los sistemas judiciales podrían incorporar mejor nuestros valores humanitarios y cómo la formación de capacidades podría hacer que los jueces, además de condenar a los responsables, pongan más atención en las necesidades de las víctimas”.

Finalmente, en su mensaje a los jueces asistentes Francisco dijo saber “que ustedes sufren presiones, amenazas, y sé que hoy día ser juez, ser fiscal, es arriesgar el pellejo. Y eso merece un reconocimiento a la valentía de aquellos que quieren seguir siendo libres en el ejercicio de su función jurídica. Sin esta libertad, el Poder Judicial de una nación se corrompe y siembra corrupción”.

“Uno de los más grandes males de hoy -enfatizó el Papa- es la corrupción en todos los niveles, que debilita a cualquier gobierno, la democracia participativa y la actividad de los jueces. A ustedes les corresponde hacer justicia y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y el tráfico de personas. Frente a esto y el crimen organizado les pido que se defiendan de caer en la telaraña de corrupciones”.

Desde todo punto de vista, este seminario que patrocinó el Vaticano tiene una relevancia extrema en esta difícil etapa en la que el mundo, casi sin excepción de conducciones políticas y condiciones sociales, se encuentra afectado por la corrupción. Marca una postura política sobre la que alguna autoridad internacional debía insistir en momentos en los que la dirigencia política y diplomática mundial parece querer mirar hacia el costado, cuando la honestidad y transparencia de procederes están permanentemente en la mira por causas reales de corrupción.

Luchar contra toda acción corrupta, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, debe ser la premisa de la Justicia, que para ello debe comenzar por revisar la calidad de sus miembros. En el caso puntual de nuestro país, es el momento y la oportunidad que tienen jueces y fiscales de actuar sin presiones políticas o corporativas de ninguna índole, para intentar sanar heridas que vaya a saber hasta cuándo nuestra muy castigada vida republicana es capaz de soportar. Sin derrotar a la corrupción cualquier sistema político circulará siempre por el sendero que lleva al fracaso.

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