Con una pequeña cámara, un equipo de no más de tres personas y los contundentes e incuestionables testimonios de las mujeres, Juan Solanas presenta en nuestro país (luego de su paso por los festivales de Cannes y San Sebastián) "Que sea ley".
Juan, hijo del documentalista y político Pino Solanas, sostiene que realizó el documental motivado por el sentido común y que espera que lo visualicen aquellos que están en una zona gris para poder sacar sus conclusiones. Se reconoce en el legado de su padre (realizador del mítico filme "Las hora de los hornos) pero también considera que su militancia es más apartidaria. Estilo habló en exclusiva con Juan Solanas sobre este y otros temas.
- Su película es contundente: los casos son incuestionables y al mismo tiempo están representadas las voces de las mujeres más allá la filiación política o de la agrupación limitante. ¿Esto fue buscado?
- Totalmente. Yo quería que la realidad se imponga. Yo quería registrar. No trabajé con asesores. No me dijeron “che, tenés que filmar a este, o a otro”. Aparte yo viví la mayor parte de mi vida fuera de la Argentina, en Francia, y no tenía mucha idea de quién es quién. Lo que sí presté atención, dado que el movimiento es transversal, de que no me quede inclinado hacia un lado u otro. Mi dogma fue agarrar la cámara y filmar. Si usted quiere hablar, mi cámara está. No di ninguna pauta.
- ¿Desde cuándo le interesó este tema en particular?
- Yo me enteré de este tema en 1999, 2000. Recuerdo en una de mis visitas al país, haber participado de una reunión donde una persona comentó que se había realizado un aborto clandestino. Y me sorprendió. En Francia eso no existe. Y eso me interrogó. Aparte porque la Argentina siempre fue bastante progresista en tema de derechos humanos y eso me interrogaba más. Por eso todo esto lo miro con triste asombro. Yo no soy militante de un partido político, me considero un militante de la igualdad: quiero que todos los seres humanos tengan las mismas chances, que no se discrimine. No soy especialista en feminismo. La película la hice con mi sentido común. No quise hacer una pintura panfletaria sino una película que sirva.
- ¿Para quién podría estar dirigida la película?
- Yo creo que a aquellas personas buena leche que quieren informarse. A la gente que se encuentra en una zona gris, que no quiere quilombos, que capaz repite ‘yo soy por la vida’ sin saber. Yo también ‘soy por la vida’, no quiero que se mueran más mujeres. Yo quiero informar y mostrar las consecuencias del aborto clandestino. La película la hice como un instrumento de lucha.
- Después de realizar el filme, ¿no le quedó la sensación de que la medicina también tiene que hacerse muchas preguntas?
- Mi análisis desde que hice la película es que hay dos núcleos problemáticos: la iglesia y la medicina. Todas las historias que retrato en la película están ligadas por escenas de sadismo del sistema medicinal. Yo no ataco a nadie en el documental pero esto lo digo a título a personal: si en Francia pasara algo de lo que cuentan, los involucrados irían presos. Nosotros por eso estamos organizando muchas proyecciones en facultades de medicina, para informar.
- A pesar de lo descarnado de los relatos, el documental tiene algo como musical. ¿Esto fue pensado?
- Sí. Es para respirar un poco y porque también filmando me encontré con algo que no conocía y es increíble: la calle, que es muy vital, muy luminosa. Contrasta la oscuridad, las chicas manifestándose me parecieron luz, me fascinaron. Y quería que la película trasmita esa energía de la calle. No es “y... rompo todo”, es una forma de militar más elevada. Los slogans son re creativos y eso es bien argentino. En Francia las manifestaciones son embolantes. Tímidamente, soy moderadamente optimista, creo que en el próximo mandato la ley va a salir. Esa manera de militar alegre es imparable.
- Su padre, el senador Fernando 'Pino' Solanas, ¿vio la película? ¿Usted se reconoce en su legado?
- Mi papá la vio en Cannes. Yo me reconozco totalmente en la filiación con mi papá. Nosotros nos exiliamos cuando yo era chico, mamá era montonera, papá era el realizador de “La hora de los hornos”, crecí en eso. Mi viejo hizo cine político, yo también hago cine político a mi manera. Mi cine es más poético, quizás, y tiene una ideología que es más apartidaria. Soy un ser político pero no me veo en la política.
- Usted, ¿estudió cine?
- Yo no estudié cine. Quería ser astrofísico, hice un poco de matemática física, y en paralelo empecé a trabajar como fotógrafo y de una cosa a la otra terminé realizando filmes.
- Vivió 37 años en París, ¿cómo ve la realidad aquí, viviendo ahora en Uruguay?
- Yo creo que acá hay una humanidad que allá se perdió (habla de Francia). Allá alguien se puede estar muriendo en la calle y nadie lo mira. Hay mucho racismo, y mis hijos son chicos. No queríamos con Paula, la mamá, que vivieran todo eso. Además, estando acá estamos cerca de la familia, todos los abuelos y primos están por acá. Nosotros queríamos que nuestros hijos sean como nosotros, más salvajes, un poquito más maleducados.