Juan Palomino: palabras a Cortázar

El actor presenta su unipersonal “Ocho cartas para Julio”, dirigido por Danny Berbedés y escrito por Gabriel Lerman, donde rescata el intercambio de cartas entre un personaje de ficción, Nito Basavilbazo y el escritor argentino. Un artista versátil y comp

Juan Palomino: palabras a Cortázar

Para Juan Palomino, Mendoza significa mucho. Lo unen proyectos, trabajo, el desierto y la montaña que lo conquistaron en cada visita. Su actuación en la Fiesta de la Vendimia de Lavalle, el rodaje de la ficción “Ana y el vino”, dirigida por Alexia Salguero, son algunas de las ocasiones en las que el actor estuvo en Cuyo.

Y su última obra “Ocho cartas para Julio”, será la encargada de culminar la Semana de las Letras en Godoy Cruz. Con una función gratuita el actor, junto a los músicos Fernando Lerman (vientos) y Juan Pollo Raffo (piano), desandará este unipersonal escrito por Gabriel Lerman; que tiene a la palabra y la escritura como protagonistas.

“Estar en ese espacio en el Encuentro de las Letras, con un espectáculo donde la palabra, la lectura, la escritura, el teatro, la música, los sonidos de una máquina de escribir, está bueno en tiempos en los que la comunicación se basa en medios digitales. Es bueno que Cortázar, y este personaje que interpreto, puedan cerrar esta semana. Que el teatro, la música y las relaciones epistolares, llevadas a puestas en escena, lleguen a Mendoza. Para mí es una alegría”, dice al teléfono Juan Palomino; quien por segunda vez se subirá a las tablas locales (lo hizo en 2009 con “La Tentación”, en el teatro Independencia). Esta vez con una interesante mirada sobre Julio Cortázar, en un ambiente típico de redacción de los años ’50.

Inquieto y dispuesto a nuevos desafíos, combina el teatro con el rodaje de “Nafta Súper”. Se trata de una miniserie basada en la película “Kriptonita”, que dirigió Nicanor Loreti y protagonizó por Diego Capusotto y Pablo Rago.

“Space compró los derechos para hacer la miniserie. Nafta Súper era el nombre de mi personaje. Pero no puedo adelantar mucho. Ahora estamos en proceso de filmación”.

Volviendo a “Ocho cartas para Julio”, en la obra Palomino le pone el cuerpo y la palabra a Nito Basavilbazo, un compañero del normal Mariano Acosta del barrio de Once, con quien tuvo una larga amistad a través de los años. El proyecto surgió en 2014 junto con el centenario del nacimiento del escritor argentino. Un año después estrenó en Buenos Aires, con excelentes críticas. En la puesta predomina la palabra en la acción dramática.

-¿Con esta obra descubriste algo más de Cortázar?

-Nito Basavilbazo podría ser una especie de antagonista. Creo que el gran presente y el gran ausente es Julio Cortázar y cada uno construye su propio Julio.

Nito representa para mí, el vínculo de Cortázar con los escritores de su época. Y a mí me llamó siempre la atención el escritor peruano José María Arguedas que, cuando recibe el Premio Inca Garcilaso de la Vega en 1968, vincula su discurso de agradecimiento con: “Yo no soy un aculturado”.

Entonces, a partir de esa frase y el intercambio de cartas entre Arguedas y Cortázar, se nos ocurrió crear a este personaje; que forma parte de un cuento. Y se llama Basavilbazo entendiendo que puede ser cualquier escritor de la época. Lo interesante del espectáculo está dado por la acción universalista del arte que tuvo Julio Cortázar, y la visión nacional que mantiene Nito. Porque Nito es un maestro que quiere ser actor, y ve a la política como una herramienta de transformación.

Esa visión europeísta que tenía Cortázar se ve teñida por la política, cuando sucede la Revolución Cubana y se convierte en un intelectual, en un hombre activo y protagonista del tiempo que le toca vivir. En defensa de todos los movimiento de liberación nacional en los ‘60 y ‘70 en América Latina. Hay un poco de esa revisión, más allá de su obra. Que no tuvo un gran reconocimiento cuando regresó a la Argentina.

-Repasando tu carrera, has hecho cine y televisión a la par…

-Estos últimos cuatro años no he trabajado mucho en la televisión abierta, sino en la TDA. Sí he estado abocado al cine. Con este grupo de cineastas sub 40, que me han convocado para hacer películas, que salen de los testimoniales que venía haciendo; como Martín Fierro en “El Ave solitaria”, o en el teatro haciendo de Dorrego.

Corriéndome del testimonial histórico, hacia el cine de género, donde surgieron una serie de películas de acción, comedia negra o cine fantástico como “Kriptonita”. Estoy explorando otras zonas y tiene que ver con el niño que no he dejado escapar. Es el principio del por qué quería ser actor.

También estoy con “La noche más fría”, donde interpreto a un hombre que está perdido en la sociedad, que vive en la calle, ex combatiente de Malvinas. Es opuesto al superhéroe del conurbano: vuelvo al hombre común, viviendo esa realidad de ausencias. Y en el teatro estoy pasando de hacer de Perón a esta obra a Nito Basavilbazo, un personaje de ficción que le escribe a su amigo Julio, quien formó parte de su identidad. Entonces entre Perón y Nito hay un salto muy grande.

Un western en Lavalle
En su imparable y vertiginosa carrera, Juan Palomino es una máquina de imaginar personajes, y de repasar la historia, para ponerle el cuerpo y el alma.

En ese descubrir constante Isidoro Velázquez, uno de los últimos bandidos rurales de nuestro país, fue el disparador para crear un relato en pleno desierto de Lavalle. Bajo la dirección de Nicolás Galvaño y Nicanor Loreti (equipo de “Kriptonita”) nació “Pistolero”, la próxima película que filmarán en Mendoza el año que viene y que lo tiene como protagonista.

-¿Cómo surgió esta historia en el desierto de Lavalle?

-En un principio es una historia que siempre imaginé y me atrajo, que escribió Nicolás Galvaño. Es una historia que tuvo un personaje verídico que es Isidro Velázquez, un bandido rural en la década de los ’60, en la época de la dictadura de Onganía. A partir de esa presencia generamos una ficción.

Fue un bandido rural que estuvo en el Litoral, es un personaje místico, como otros bandidos. En base a esa historia se habla sobre la violencia, la formas pre revolucionarias, tratando de rescatar estos personajes que no están en relación directa con la política o con los dogmas, que tienen un rol social.

Isidro Velázquez fue tomado como un referente por el pueblo y es un tipo que le sacaba a los ricos para repartir a los pobres. Sabía de las diferencias de clases, sin tener un dogma político. A partir de esa lectura de la realidad, comenzamos a imaginar esa historia, en ese espacio, al estilo western de la época. Y es un homenaje a ellos en cierta manera.

-En tu oficio como artista, la historia es un disparador para crear ficciones…

-En algún sentido sí. Es maravilloso estar vinculado a las herramientas que nos da el arte, el teatro, la literatura, el cine. No le he escapado a la posibilidad de expresar lo que quise. Desde mi primera obra de teatro, siempre he buscado herramientas para expresar el momento que me tocó vivir.

Mi debut en el teatro fue en un grupo vocacional en 1981. Hasta llegar a formar una agrupación de música Los Negros de Miércoles, y poder debutar como director, con mi documental “Causas”.

La ficha

Ocho cartas para Julio
Día y hora:
hoy, a las 21.
Lugar: Teatro Plaza (Colón 27, Godoy Cruz).
Entrada: $30. En Boletería.

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