Su nombre se asocia directamente con la danza por ser el primer bailarín del Teatro Colón, pero detrás de ese título se esconde mucho más. Juan Pablo Ledo fue bailando su camino hacia el Colón y salto a salto salpicando su pasión. Todo comenzó como un juego a los 7 años, cuando empezó a tomar clases, un juego que luego se fue tornando en dedicación cuando a los 16 pasó a formar parte de la compañía de Julio Bocca, Ballet Argentino. Lugar que le dio las bases para crear su propia compañía: "el primer factor importante fue haberme formado con la compañía de Julio Bocca en mis primeros pasos de ballet, eso me permitió ver cómo se manejan y cómo trabajan".
A pura velocidad, movimiento, vuelta y expresión, la flexibilidad de Juan Pablo le abre paso a otros mundos: la facultad de abogacía. Porque no sólo afina la calidad de su cuerpo, sino que también lo hace con su mente estudiando y cursando en la carrera de derecho de la Universidad de Buenos Aires. Finalmente, el triángulo de lo que algunos llaman "equilibrio" se completa con la dedicación que Ledo también le da a su espíritu: "Los fines de semana son mi momento de descanso, voy a la Iglesia a compartir con hermanos porque creo que cuando la carne está cansada hay que alimentar el espíritu".
Un bailarín que no cesa de crecer, de alimentarse, de expandirse: "Es muy importante para mí ir al exterior porque mi sueño es extender mi carrera hacia afuera, creo que tengo mucho para dar y aprender, ya a nivel internacional". De la mano de su propia compañía, creada por Juan Pablo en el 2008, todo ese talento, esa historia se presenta en carne viva, bailando al compás de "Tango, punta y... traspié".
- En tus presentaciones, en tus movimientos, en tu pasión por lo que hacés se debe esconder algo más profundo. Tal vez un deseo, una misión. ¿Qué es lo que te mueve desde adentro?
- Desde muy pequeño tuve un encuentro íntimo con Dios en mi vida. Sentí que me marcó en lo personal, en cómo conducirme en mi vida. Me dio el don de la danza, algo que uno tiene que, por supuesto, motivar y trabajar. Pero me di cuenta que esa habilidad me la dio en cuanto a la facilidad, en cómo encarar coreografías, manejar distintos tiempos, bailar diferentes estilos, en la confianza que mis compañeras bailarinas sienten cada vez que tenemos que bailar juntos. Esas cosas se van sumando y ahí es que me doy cuenta que esto no es algo mío, es algo que viene del cielo.
La danza y todo lo que hago es para hacerle un bien al otro, poder llegar a todos los demás desde mi pequeño lugar. Un mensaje de que eso que uno desea se puede conseguir, con trabajo y con la confianza de que uno no está solo. Antes de cada espectáculo le pido a Dios que se cree esa comunicación profunda con el público. No me gusta lo superficial, las estéticas frías, me gusta que ese contacto sea algo que va hacia lo más profundo. Desde ese lugar es que prefiero conectarme con la gente.
Juan Pablo Ledo: "Este año también me llamaron de la producción de Tinelli”
Hoy el primer bailarín del teatro Colón llega al Independencia con su Ballet de Cámara presentando la premiada “Tango, punta y... traspié”. Un espectáculo que combina la estética de la danza clásica y la pasión desbordante del tango.
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