"Sólo finjo. Finjo estar acá sosteniendo conversaciones, trabajos, soportando los elogios de la gente, los idiotas que me felicitan a la salida de un trabajo, de un cine. Este es mi castigo. Esta es mi pobre vida de mierda. Todo lo que me rodea me da asco", dice fumándose un cigarro en el auto, en el inicio de "Vaquero", el filme que dirigió y protagonizó en el 2011.
Así que la charla comienza por ahí, por si tiene ganas (después del largometraje "Vaquero") de volver al cine por estos tiempos en que triunfa, como actor, en la tv. Y sí: Juan Minujín está escribiendo su nueva película. "Estamos terminando el guión de a dos". Juan escribe con su hermano, Facundo Agrelo.
Como sucedió con su ópera prima, se entienden, se complementan. Y acaban de terminar el primer borrador de "Los Comisarios", el filme que ambos (sociólogo y actor) intentarán llevar a la pantalla grande.
Al hablar de cine, es imposible no imaginarse a Minujín actuando el personaje que ideó primero en una pc. Ese que, a través de la voz en off, se desnuda: "Ser actor es la desgracia más grande del mundo. ¿Cuándo fue que los actores dejaron de ser la mierda de los reinados? Que sólo estaban ahí para hacer cabriolas y divertir a la corte. ¿Cuándo se convirtieron en gente respetable?", piensa el personaje de "Guacho", un corto que antecede a "Vaquero" y es del '98.
Una imagen del corto. Sumergido con ropa en una bañera llena, el actor piensa. "Soy como una langosta en una pecera esperando que se la coman".
- ¿Qué tan cerca estás del personaje de "Guacho"?
- Hay una tensión hacia lo exagerado. Claro que la base son las cosas que se sienten o se perciben en el ambiente. Cosas que he visto: la envidia, la comparación permanente, el ego. Hay una experiencia propia pero claro también hay una visión que es del personaje.
Alguna vez dijo: “Uso a mis personajes para contar un montón de cosas mías”. Pero más bien se refería a los escritos por él y no a Gastón, el abogado machista que interpreta en “100 días para enamorarse”.
Juan cuenta esto entre una actuación y otra. Está, precisamente, grabando escenas de “100 días para enamorarse”, la telecomedia romántica que protagoniza junto a Carla Peterson, Nancy Dupláa y Luciano Castro.
Quizá no imaginó que llegaría al prime time de la tv nacional cuando estudiaba teatro en Londres, cuando integraba el elenco El Descueve o más atrás, cuando daba sus primeros pasos como actor y recorría las escuelas con “Edipo Rey”.
Y acaso tampoco imaginó que al salir desnudo en una escena (el capítulo swinger de “100 días para enamorarse”) toda la prensa iba a hablar de sus “pompis” con admiración.
- ¿Te molesta o te divierte?
- Me río. Cuando actúo no tengo inhibiciones. Pero nunca basé mi trabajo en la apariencia física, así que no me puede dar otra cosa que gracia.
A lo largo de sus capítulos, la serie que parecía una comedia liviana comenzó a meterse con temas más espesos y polémicos del tejido social, como el aborto. De hecho, sus compañeras actrices participaron en la campaña verde.
Juan cree que la visibilización de estos temas es fundamental. “Que esto se esté hablando, que las ficciones estén tocando estos temas, es un gran paso. Y que lo haga la televisión por aire está buenísimo”.
El llamado
Está casado hace 15 años y es padre de dos nenas: Carmela y Amanda. También es el sobrino de Marta Minujín, con quien realizó una performance en la última edición de ArteBa.
De niño, vivió en el exilio. En México pasó sus primeros 8 años. Más tarde entendió la nostalgia de sus padres, pero creció en la lejanía sin rencor.
Una vez, su tía hizo un happening en México y a una crítica de arte le pareció tan cuestionable la obra que le arrojó uno de sus materiales (un pomelo) a la misma artista pop. Juan recuerda la anécdota familiar mientras actualiza que la relación con su tía es de diversión mutua.
Lo de actor se fue dando. Sintió el llamado cuando, adolescente, fue a ver "Postales argentinas", dirigida por Ricardo Bartís. El actor Pompeyo Audivert lo deslumbró. "Ahí me pasó algo...", recuerda.
Empezó a tomar clases con Cristina Banegas. "Ella me inculcó el amor por el teatro", reconoce. Y de ese taller voló a Londres, donde "trabajé con mucha gente distinta, de diferentes países y culturas, lo que es bueno para foguearte en muchos roles y géneros".
Y sí: fue estatua viviente, actor publicitario, mitad de un dúo de clown y parte de la compañía under El Descueve, con la que trabajó ocho años.
Los contratos comerciales llegaron con Suar. Y de allí, con la productora Underground.
Antes de encarnar al policía infiltrado de la primera temporada de "El Marginal", fue el gay de "Viudas e hijos de Rock and Roll".
Con una de las personas que más se divierte trabajando es con Carla Peterson. El mismo humor, la misma idea de actuación, comparte con la actriz que interpreta a su pareja en la tira y en la puesta teatral de "Venus en piel".
La obra invita a explorar el universo de Sacher-Masoch (el escritor de cuyo apellido nace el término "masoquismo") y las situaciones de violencia emocional que derivan de la pasión. Hay sobre esta novela una teatral película de Roman Polanski.
Minujín contó que “hay distintas circunstancias que se van conociendo a medida que avanza la trama. El puntapié es un director que está haciendo audiciones para encontrar a la protagonista de la obra y llega Vanda (Peterson), que es un desastre total”.
El dúo ya había compartido escena en “Dos más dos”, película en la que interpretaban a una pareja de swingers.
Volvemos al Minujín director. "Yo no estudié cine. En general, los directores estudian cine, hacen un corto, hacen una tesis, etcétera, y en algún momento pueden hacer un largometraje. Yo entré por el lado de la actuación y habiendo hecho un corto completamente independiente".