Sentado en una escalera, Fabián Polosecki accede a una entrevista con un chico que estudia periodismo y le pone una cámara adelante.
El hombre de “El otro lado” dice: “Yo confío en la persona con la que estoy hablando. Y la persona confía en que no vamos a ridiculizarla. Es una cuestión de respeto”.
Está explicando el modo en que piensa el periodismo, el trato humano con los seres marginados y desconocidos que le entregan sus historias. Él, que ya había impuesto un formato audiovisual y que había ganado tres Martín Fierro, deja claro: “Yo no busco ninguna verdad”.
La entrevista está en YouTube. Es del 94. Se la hizo Juan Mascardi dos años antes de que Polosecki se arrojara bajo un tren en Santos Lugares.
El estudiante, a su vez, somatizó al maestro. A uno de los tantos.Y así Mascardi tomó la antorcha y trazó su propia vía. Una múltiple, que involucra tanto el audiovisual, la narrativa transmedia, la docencia y la crónica. Es periodista, sí, pero trabaja con una destreza narrativa y visual ganada en rincones diversos, olfato y experiencia.
En vez de comprarse su primer auto, prefirió invertir sus ahorros en una cámara. En 2005 ya intuía la ventaja de lo digital, así que, con bajo presupuesto, hizo “Gud Mornin Colón”, un documental sobre las radios de baja potencia y la difusión de la cumbia que fue finalista de la Fundación Nuevo Periodismo.
Y fue creciendo. Entre sus producciones están “Sustancias elementales” (un ciclo de crónicas audiovisuales), “Abrazos de agua” y “Tras los pasos del hombre Bestia” ambos proyectos transmedia (narraciones híbridas que cuentan historias a través de múltiples soportes) realizados con distintos grupos de trabajo.
Ya con esto bastaría, aunque hay más: en 2014, Mascardi gana el Primer Premio La Buena Prensa de España y el Primer Premio UBA al Periodismo Educativo entregado por la Universidad de Buenos Aires por la crónica “Marcelo Bielsa: el DT que admira la capacidad de trabajar con el dolor”.
Un año después, recibe en Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos, la Mención Honorífica de los Premios SIP a la Excelencia Periodística por la Sociedad Interamericana de Prensa en la categoría Crónica por “En el Hotel California no hay siquiera un cuadro de los Eagles”. Actualmente, escribe actualmente en Replicante (México), Yorokobu (España), Rosario Express, Club de Fun y La Nación online.
Volvamos al principio, pues las credenciales son los de menos.
- ¿Cuál es -a tu juicio- la mejor lección de Polosecki?
- La mejor lección de Polo tal vez haya sido que no nos haya dejado ninguna. Porque su legado periodístico está en las antípodas de las moralejas, las fábulas, los estereotipos y los manuales de estilo. Polo es vanguardia aún hoy a pesar de los imitadores que vimos a través de los años en la tele. “El otro lado” sigue siendo el único programa de crónica periodística en la historia de la TV argentina. Polo es al periodismo audiovisual lo que es Juan Rulfo a la novela.
-¿Qué pensabas sobre el periodismo en el '94 (cuando hiciste esa entrevista) y qué pensás ahora, luego de años de oficio?
- Yo tenía 20 años y mi mirada del periodismo –y de la vida- era mucho más ingenua. Para la intelectualidad la tele seguía siendo una caja boba. Pero Polo demostraba todos los lunes que otra TV era posible incorporando en la narrativa a personajes orilleros que de otro modo no cabían en una paleotelevisión en pañales.
Y lo más significativo es que “El otro lado” no estigmatizaba a sus personajes. Se salía de los paradigmas de éxito, fracaso, buenos y malos tan propios de la tele.
- Hablemos de la tele.
- Yo siempre fui un teleadicto. En mi casa –un hogar donde la literatura ocupaba un lugar preponderante- siempre se preocuparon porque ‘leía poco’. Pero esa mirada propia de la bibliomanía –donde se asocia al libro con la lectura- era limitada.
Yo leía diarios, revistas, historietas y mucha tele. A los 20 no sabía si me iba a dedicar al periodismo, pero sí tenía en claro que quería trabajar en medios audiovisuales. Polo fue un punto bisagra. Recuerdo que tenía un Philco modelo ’79 en donde sólo se veían los canales 3 y 5 de Rosario y ATC. Los lunes a las 22 no volaba una mosca. A mí me volaba la cabeza pensar cómo hacían desde la producción para conseguir esas historias, los guiones eran poemas.
- Retomando...¿Qué pensás ahora del periodismo?
- Que las etiquetas como periodismo, géneros o formatos no hacen más que encorsetar el impulso narrativo. Que son necesarias recorrerlas para quebrarlas, romperlas, reinventarlas. El periodismo denota periodicidad y hoy somos continuistas de una historia sin comienzo y sin final.
La búsqueda debe pasar por encontrar las distintas variables para narrar la historia en presente valiéndonos de las herramientas que tengamos, siendo honestos con nuestros principios. Y está muy bien si esos principios son diferentes al del medio en donde nos desempeñamos.
- ¿Qué es el post periodismo, concepto que solés referír?
- Es el periodismo mixturado, híbrido, el que se muere y renace todos los días. El que huye de los manuales de estilo para reinventarse a cada rato. Es el que no subestima a los usuarios sino que piensa en construir con ellos. Es el que es ético y se asume sin pedantería como subjetivo. Es el que no declama su “independencia”. Es el que sale a discutir con las audiencias.
Es el que molesta, investiga, explora, contextualiza, se equivoca y lo reconoce.
- ¿Hay esperanzas dentro o fuera de esta Matrix? ¿Existe esa frontera?
- ¿Cuál sería el afuera y cuál sería el adentro de la Matrix? ¿Facebook es la realidad o la realidad es un afuera que ya no es tan afuera? ¿Existe esa frontera? Yo creo que no. La vida pública, privada e íntima se mezcló de tal modo en donde las barreras son lábiles, movedizas y flexibles.
Pero es interesante analizar no sólo lo que las redes muestras sino lo que esconden. El algoritmo de Facebook no sólo se trata de lo que muestra sino también de lo que esconde. Tal vez haya que preguntarse qué es lo que no estamos viendo.
La prepotencia de la bestia azul hace que la plataforma se complejice a la hora de pensar en una estrategia de comunicación y ya no alcanza con ser buenos amigos. El destino de las empresas e instituciones es el camino de pagar para aparecer, pautar para tener relevancia.
El algoritmo es como una especie de loop en donde por lo general vemos cosas similares a las que ya nos gustaron antes. Estar en la Matrix es como leer la misma historia millones de veces. Es un laberinto idéntico e infinito que funciona gracias a los comportamientos según nuestros propios “Likes”. Las matemáticas leen de nosotros mismos sin que ni siquiera nosotros lo sepamos. ¿Esperanza? Casi tanta como la que aún existe en la política.
Historias cosidas a mano
Un editor y una artista plástica aparecen en escena cosiendo y pegando súper artesanalmente el primer libro de crónicas de Mascardi, en el tallercito de la editorial rosarina Casa Grande, donde se graba el video de cómo hacer precisamente eso: un libro hecho a mano.
Ese es el objeto-libro, titulado "Ni Tan Héroes, ni tan locos ni tan solitarios", que hoy el autor presenta en Mendoza, junto al dúo Argento, con quienes propone en vivo una experiencia transmedia.
- ¿Por qué editar en un formato artesanal en la era del e-book?
- Si pensás en clave transmedia la experiencia del libro te conduce a un universo en donde lo hipertextual está en tu imaginación. La gran mayoría de mis crónicas ya poseen su versión digital y aquellos que me googleen con el índice del libro en la mano van a encontrar mis relatos en medios digitales.
No obstante, el libro sale a buscar lectores que puedan apreciar las crónicas en su conjunto y esa fue la búsqueda que iniciamos con Nicolás Manzi, el editor.
El primer contacto que he tenido con los lectores del libro fue intenso y me sorprendieron con el nivel de profundidad y cohesión que encontraron con las crónicas en su conjunto. Un buen lector de Facebook comparte en su muro tu relato. Con un buen lector del libro te tomás un vino y hablás de la vida.
El formato artesanal es porque un periodista de provincia no resulta demasiado atractivo para la industria editorial. Y me pareció tentador hacer un recorrido tan orillero como el de los protagonistas que narro.
- ¿Por qué seguir apostando al género crónica después de haberse "viralizado" tanto?
- Cada historia te pide ser narrada de un modo particular. Hay que aprender a escuchar la sensibilidad de las historias y tomar las decisiones narrativas para trabajarlas de un modo o de otro. En mi caso, muchos de los textos son extensiones, ampliaciones de otras experiencias periodísticas. Voy por la crónica cuando encuentro ciertas limitaciones de los códigos audiovisuales.
Eso me pasó por ejemplo con el texto “Marcelo Bielsa: el DT que admira la capacidad de trabajar con el dolor” que se publicó en La Nación. Yo había narrado la historia de los Tiburones del Paraná –un grupo de jóvenes con distintos tipos de discapacidad que nadan en aguas abiertas- en un ciclo audiovisual de Canal Encuentro.
Un día, Patricio Huerga, el profesor de natación me contó la historia de una visita intempestiva de Marcelo Bielsa a su casa. En un momento pensé en incluirla en el documental pero luego pensé que por el peso de Bielsa le iba a quitar protagonismo al cruce del río.
Una vez concluido el docu, me lancé a escribir la historia. La crónica es un debate. Es un relato sin fecha de vencimiento. Es una extensión sensorial que quiebra el tiempo y el espacio. Es un relato que en su propuesta estética debe tener el aroma inverosímil propio de un cuento.
- ¿Tenés un "método" al elegir los casos, entrevistar, al escribir?
- No tengo un método. Cada año puedo escribir entre tres y cuatro textos dignos que los produzco en mi poco tiempo libre.
Muchas de las historias de este libro me fueron encontrando a mí. Te diría que estas diez historias seleccionadas me encontraron en distintos momentos de mi vida: un viaje (las de México), un taller (la de Cartagena), un acontecimiento inesperado (el gol de Farré a River), una anécdota (la de Bielsa y los Tiburones). Y otras tantas llegaron luego de algunas coberturas que hice trabajando en otros medios.
En el proceso de producción busco más la observación de situaciones que entrevistas en sí mismas. Pero cuando entrevisto busco que el espacio de la conversación sea un momento para recrear acciones y diálogos. Trato de ubicarme en el pensamiento y en la sensibilidad de los protagonistas. El proceso de escritura también es particular según cada historia.
Trato de comenzar a escribir con mis apuntes y viendo las fotos que tomé antes de desgrabar las entrevistas. Eso me da un acercamiento más espontáneo con la historia. Luego trato de buscar una propuesta narrativa para cada una en particular aunque es muy complejo no autocopiarse.
Por mi pasado como guionista de documentales, en mis textos abundan las descripciones de escenas y los diálogos. Durante diez años escribí imaginándome escenas y situaciones en un tiempo presente. Ahora procuro ser testigo, describirlas según el contexto y la sensibilidad de cada historia.
- ¿Por qué necesitaste hacer este libro?
- La intención fue encontrar un hilo conductor entre tantos textos escritos durante cinco años e interpelar mi propia búsqueda narrativa en la mirada de los lectores.
Son en total diez crónicas, algunas de ellas basadas en crónicas audiovisuales, que buscan mostrar que el asombro, el azar y el heroísmo están frente a nuestras narices, y que desatan la venda de la rutina. Y con su manera de narrar rompe las barreras entre el periodismo escrito y el televisivo, ya que escribe en imágenes: no cuenta, muestra.
En el prólogo se nos adelantan algunos temas: “El negro que –al menos por un día- cambió la historia de la tierra prometida y usurpada; la nadadora olímpica que cruzó el océano entrenando atada a una cuerda; ese día de locos en el que se encontraron los maestros Bielsa y Huerga; Soriano y Sevilla clavando un gol en el arco del horizonte y regalándole al cielo una suelta de libros como palomas; el fantasma del gran Polo y la crónica de la crónica del más allá; el abrazo que no termina nunca entre Efrén y el viejo Tony Camargo; el día –o más bien, el instante- en el que un botín polvoriento de potrero hundió a River en el fango de la derrota; la historia de una misma bala asesina que cruzó una década para volver a asesinar”.
Hoy en la Nave
La primera escala del nuevo libro de Juanro Mascardi es en Mendoza, hoy, a las 21.30, en la Sala 3 de la Nave Cultural.
La presentación está diseñada por el dúo Argento, conformado por dos artistas que han recorrido el mundo con su música: Luciano Pietrafesa (Rosario) en guitarra y Lilian Giubetich (Mendoza) en violoncello.
Su búsqueda combina los sonidos clásicos del cello sumados a las nuevas tecnologías de loops, ambientes y sonoridades de guitarras que le dan al grupo una calidad sonora única y que los ha llevado de gira por distintas salas de Europa y América.
En esta oportunidad, ofrecerán una nueva edición de su "Proyecto Ambiente", una experiencia transmedia. Esta propuesta es un espectáculo integral que tiene a la música como eje pero que atraviesa otras disciplinas como la danza, la literatura y el audiovisual.