Empezó casi como todos, leyendo a Cortázar, Hesse, Dostoievsky y el boom latinoamericano en su cuarto de adolescente. Cuando cumplió los 18, se mudó de San Luis a Mendoza para estudiar la carrera de Historia. A diferencia de la mayoría, se recibió rápido, escribió artículos de investigación y finalmente se dedicó a la docencia con una especialización novedosa para Cuyo; Juan es profesor de Historia, de Asia y África.
Pero nunca paró de escribir. “Voy despacio -dice- porque no me interesa vivir de la literatura, porque me gusta tomarme mi tiempo y corregir”. Más perfil bajo que lento: a los 37, Juan ya tiene escritas cuatro novelas (una ya premiada por la Ley del Libro, “La casa de las tías”) y saca de su mochila su primer poemario editado mediante el Fondo Provincial de la Cultura, “A esa voz”, que presenta el viernes próximo en la librería García Santos.
“¿Escribir versos, no era acaso un acto secreto, una voz tratando de responder a otra voz?”. Lo primero que se lee es un epígrafe del Orlando de Virginia Woolf, una forma de explicar esa suerte de dedicatoria que entraña el título. “Me interesa de la poesía eso que tiene de acto secreto, la posibilidad de experimentar con la musicalidad del lenguaje, la capacidad de sintetizar y el juego de distancias que se puede plantear con el yo-lírico”, explica el autor.
“Buscar, abrirse paso...” escribe en el inicio de su Arte poética. ¿ Hacia dónde? “Hacia la incierta posibilidad/ de decir, de una vez y para siempre,/lo que no ha sido dicho todavía”.
-¿Qué influencias orbitan sobre este libro, aparte de Woolf?
-Hay cierta noción del tiempo de Onetti que me interesa, ese dar cuenta de la decadencia, casi sórdida. También la idea del lenguaje de Beckett y su dinámica entre palabra y silencio. De Sófocles, la cosa trágica...
Juan dedica su poema “Trágicos” a las víctimas del terremoto chileno de 2010. “En esta tragedia/no toman parte oráculos ni esfinges (...) Pero en esta tragedia aún se halla el hombre/sintiendo lo que el hombre/ sintió hace tantos siglos:/ este ser cotidiano/que lee el diario, escucha las noticias/almuerza, desayuna, asiste a clases/trabaja, suda, duerme, se incorpora/ y al que la ciencia advierte y vaticina/ -como a los antiguos/ Mopso, Casandra, Calcas, Anfiloco-/ que lo acontecido volverá/a acontecer quién sabe cuántas veces,/y aun así remueve los escombros ...”
Entre los poetas que le parecen insoslayables, Juan menciona a Marechal, a Tuñón y a Luis Franco, "una especie de Whitman catamarqueño".
Si bien fueron escritos en distintos períodos, en los poemas de "A esa voz" pueden percibirse finos hilos temáticos: el tiempo proustiano, la recuperación de los recuerdos, la muerte, la vejez. Pero el dibujo de la trama no es necesariamente autobiográfico. Porque si bien se dedica a enseñar Historia, a Juan le interesa tejer las fibras de la ficción.
-¿Y la novela histórica¨?
-No me gusta. ¿A vos te gusta?
-Algunas sí.
-A mí me pareció muy buena la de Roa Bastos, por ejemplo, “Yo el supremo”, pero hubo como una ola que comenzó a sonarme a chusmerío histórico y me aburrió.
-Hablemos de tus novelas
-“La casa de las tías” tiene algo de autobiográfico y, si se quiere, de Mujica Lainez: esa decadencia de las casonas de salones grandes. Hay otra con un ingrediente policial, que escribí tras un viaje al Norte, y que está relacionada con el poder feudal de las provincias. La tercera es sobre un típico personaje de la clase media argentina de los años ‘50, militante de izquierda, y su posterior viraje.
Lejos del siglo XIX y de sus narradores omniscientes, Juan prefiere para su narrativa el contraste de voces. “Porque me parece mejor que todo relato sea abordado desde diferentes miradas”.
-Dejemos por un momento la literatura, ¿cuál es tu modo de abordar la Historia?
-Me uno a la idea de la Historia social, a mirarla desde los actores. Tengo una postura socio-crítica, más cercana al marxismo. Esta perspectiva es indispensable, por ejemplo, para estudiar África. No podés estudiar su historia sin analizar el dominio de Europa sobre el mundo periférico. Por supuesto, hay problemas comunes con América Latina.
Miramos la contratapa de “A esa voz”. Se lee: “Con las palabras puedo decir llanto/horror, tristeza, muerte./Y si prescindo de ellas/acaso de otro modo/estoy diciendo llanto/horror, tristeza, muerte./Porque en ocasiones/ el solo hecho de existir/ es dar testimonio”.
Ficha
Juan Martín Suriani
Presentación del libro: "A esa voz"
Día y hora: viernes, a las 20
Lugar: Librería García Santos (San Martín 925, Ciudad)
Presenta: Fernando Toledo.
Musicaliza: Sebastián Guillén.