“Aprendí a patear con una caja”. Eso cuenta papá Fernando cuando le recuerdo sus primeros pasos en la casa de toda la vida en Tunuyán.
Juanfi Garro siempre soñó con ser futbolista, y vaya si lo cumplió: vistiendo la camiseta de Godoy Cruz en el fútbol grande y haciendo goles.
Es la historia de un pibe que se hizo hombre a los golpes, pasando por momentos difíciles que nunca pudieron doblegarlo.
-¿Tus viejos siempre te apoyaron en el fútbol?
-Sí. Mis viejos y mis hermanas siempre me acompañaron a todos lados, desde que jugaba en Tunuyán. Los domingos salía la familia detrás de mi para apoyarme.
-¿Terminaste la escuela?
-Mis viejos son docentes, por es estaba claro lo que tenía que hacer (risas). Llegué hasta tercer año porque me subieron al equipo de la Liga y entrenábamos a la mañana. Hasta ahí viajaba todos los días. Abandoné, pero luego hice cuarto libre y quinto.
-Un gran esfuerzo.
-Los primeros años, el padre de Sebastián Olivares nos pasaba a buscar y a las 14 salíamos para acá. A las 20 volvíamos a Tunuyán. Cuando nos subieron a la primera local, salíamos a las 6 de la mañana y regresábamos a las cinco de la tarde. Eso fue durante tres años.
-¿Hoy pensás en eso?
-Por supuesto, siempre me acuerdo de esos momentos. También cuando lo estás viviendo pensás y soñás lo que hoy ocurre. Todo el sacrificio, tarde o temprano tiene sus frutos.
En un momento llegó la hora de instalarse solo en la gran ciudad siguiendo la ilusión de todo chico.
-¿Te las arreglabas bien estando solo siendo tan joven?
-Al principio costó porque llegaba de entrenar a casa y tenía que ponerme a cocinar, en Tunuyán ya tenía el plato de comida listo. El primer tiempo vivía con Olivares y s e complicaba. Cuando no sabía algo llamaba a mi vieja (Liliana) y me daba la receta. Hoy zafo.
-¿Eso te hizo madurar y crecer como hombre?
-Sí, porque estás solo y dependés de vos. Si no haces las cosas bien lo pagás. Te sirve para madurar e ir creciendo. Y también le tocó la etapa oscura de lesiones y dudas.
-¿Cómo la sobrellevaste? ¿Pensaste en dejar?
-No, nunca pensé en dejar. Pero sí la cabeza te juega en contra y entrás en dudas, te replanteas el futuro y no sabés si te vas a lesionar nuevamente. Por suerte todos me ayudaron (está de novio con Fiama).
-¿Te equivocaste en algo?
-Hice cosas que no debía, por el sólo hecho que no estaba bien de la cabeza. Por ahí en los cuidados y en otras cosas, porque uno tenía que hacer las cosas bien pero al estar mal creía que ya estaba todo. Me di cuenta que en esos momentos tenés que ser fuerte.