¡Gol, gol, gol! El grito sagrado, el puño cerrado, el mensaje eterno de Juan Felipe Barroso en el fútbol mendocino en la inolvidable década del ‘70 con los colores Albirrojos cuando el Atlético San Martín llegó a lo más alto de su historial futbolístico en la época de los antiguos nacionales.
Aquel número 9 de físico menudo y baja estatura, al que en los potreros de La Toma, la localidad puntana donde nació, se lo conoció de pibe como El Petiso.
Mentalmente rápido, muy cerebral e inteligente, que detrás de su aspecto pequeño y frágil y su pique cortito y veloz escondía a un formidable delantero que al pisar el área definía con igual justeza y precisión a uno u otro rincón.
Responsable de celebradas jugadas, festejadas conquistas y épicos triunfos a la par de recordados compañeros que hicieron del Este un bastión con fama de invencible en aquellos dorados tiempos hoy cada vez más lejanos.
Formaciones y planteles que se nutrieron en distintas etapas del brillo, la calidad, la experiencia, la personalidad y el temperamento ganador de futbolistas únicos e incomparables la mayoría surgidos del semillero del club y otros que llegaron esos años en condición de refuerzos. Nómina que incluye entre otros desde los 70 en adelante al Gringo Enrique Juan Reggi, Raúl Tamagnone, el Pato Rolando Jorge Gramari el Lalo Juan Antonio Falchi, el viejo y querido Mariscal Osvaldo Marcelo Sosa, el Flaco Rodolfo Juan Zuvialde, el tucumano Fabián González, el Ruso Gregorio Domingo Dubrowszyck, Eduardo Maryllack, Rodolfo Antulio Domínguez, el Pepe José Antonio Tébez, el Chupete Luis Gabriel Márquez, el Negro Rubén Angel Ambroggi, Francisco Nicolás Monárdez, el Mago Teodoro Fernández, el Pocho Juan Felipe Barroso, el Gauchito Juan Víctor Guzmán, el Chirola Eusebio Ibáñez, Domingo Félix Salguero , el Lobito Juan Carlos Pereyra.
El Cura Antonio Segundo Vergara, el Pelado Juan Carlos Forti, el Lalo Francisco Eduardo Bazán, el Cometa Oscar Muñoz, José Santiago Tello, el rosarino Miguel Angel Astrada, los marplatenses Guillermo José Trama, Horacio Miori y el Bicho Osvaldo Mosconi, el Diablo Juan Carlos Millán, Eduardo Felipe Velázquez, el Chalo Héctor Osvaldo Pedone, Miguel Angel Villegas, Juan Carlos Gutiérrez, Oscar Omar Gómez, Oscar Miguel Gómez, Fernando Roque Moreschini, el Gallego Ramón Cabrero, el Tano Antonio Mazza, el Mono Hugo Alberto Olmos, Héctor Alfredo Suárez, Juan Domingo Negrete, Francisco Osvaldo Ibáñez, Juan Carlos Oleniak, Juan Carlos Escudero, Marcos Noé Becerra, Gaspar Dionisio Neumann, Héctor Alfredo Millicay, y Agustín Lucero.
Además de la influencia de reconocidos entrenadores como Raimundo Mumo Orsi, el Turco Jorge Julio, el Lungo Bernardino Prado y Juan Carlos Montes. Con una marca inigualable como la lograda en el Nacional 1974 en que San Martín ganó los 9 partidos que jugó en condición de local y una tarde inolvidable del recordado Pocho autor de los cuatro goles en la gran victoria 4 a 0 sobre Huracán de Comodoro Rivadavia en la cuarta fecha.
“Señor Barroso, dice la red que lo perdona” fue el expresivo e ingenioso título de la revista El Gráfico en la última página que entonces dedicaba al acontecimiento deportivo de cada fin de semana.
Por otra parte el periodista Osvaldo Ardizzone, enviado especial de esa publicación, lo calificó con 10 puntos en la síntesis del juego y le auguró un promisorio futuro en el exterior lo que se hizo realidad dos años después por su incorporación al fútbol colombiano donde defendió las divisas del Deportivo Cali (1976-1977) dirigido por Carlos Salvador Bilardo, Deportivo Cucuta (1977-1978) y Atlético Quindío (solo 6 meses en 1978).
Además aquel gran goleador nacido en la Provincia de San Luis un 9 de febrero de 1946, que a los 68 años está radicado en Villa Mercedes donde vive en el Barrio La Rioja con su nueva compañera Graciela Martínez y donde se desempeña desde hace 14 en una empresa de servicios ecológicos, a quien el hincha Chacarero recuerda con admiración y respeto, fue el referente de otras brillantes jornadas.
Como aquel espectacular 4 a 1 sobre River Plate en el estadio de Independiente Rivadavia por la 12 fecha del Nacional 1972 donde fue autor de uno de esos goles; el festejado 2 a 1 como visitante del Racing Club en Avellaneda por la 8va. fecha del Nacional ‘73 en que también se anotó con una conquista y el vibrante 4 a 3 sobre River Plate por la 13 fecha del Nacional ‘78 en el Malvinas Argentinas, cuando había regresado a los Albirrojos luego de su experiencia en Colombia y de un breve paso de seis meses por Godoy Cruz, en que marcó a los 43 minutos del segundo tiempo el tanto de la sensacional victoria cuando el partido estaba igualado tres a tres.
Con 26 goles en 58 encuentros es el máximo goleador de los equipos mendocinos en los nacionales según el dato del periodista Alfredo Alegre permanente colaborador con sus muy buenas estadísticas de esta sección desde Buenos Aires. Barroso jugó las ediciones 1971, 1972, 1974 y 1978 (en 1976 estaba en Colombia).
Norte en el Este
“Su Norte está en el Este” fue el premonitorio comentario de nuestro diario luego de una entrevista realizada en 1970 que fue su presentación en la época que se había incorporado al Atlético San Martín cuando el público del Este comenzaba a celebrar sus goles porque había marcado seis veces con el torneo local recién iniciado.
El Pocho traía el antecedente de Newell's Old Boys de Rosario (1967-1969) donde las cosas no le habían salido del todo bien porque en tres temporadas solo había jugado nueve veces en la primera sin poder convertir. Sabía que su responsabilidad era hacer olvidar la imagen de Salvador Cristalino Noguera aquel exquisito centro-delantero de la década del 60 y del primer Nacional en 1967 y que tenía que reemplazar a Adolfo Soto, el entrerriano formado en Córdoba titular en el segundo Nacional en 1969, que continuó su campaña en Las Palmas de España en el momento que también apareció otro impetuoso goleador como Ernesto Czentorycky.
El relato de Barroso está cargado de nostalgia y afectos cada vez que regresa a su querido San Martín donde se reencuentra con viejos y entrañables compañeros de modo especial con su gran amigo Raúl Tamagnone que le brinda la hospitalidad de su hogar. Además está plenamente recuperado de una cirugía cardiovascular que se le practicó con todo éxito en octubre de 2012 en el Hospital Italiano a cargo del equipo del doctor Claudio Burgos: los doctores Magistretti, Montecinos y Burgos (hijo) a los que les está plenamente agradecidos. Del mismo modo el cordial encuentro con este periodista autor de aquella primera nota publicada en Los Andes en abril del ‘70.
Cuenta el Pocho en esta nueva charla plena de emotivos recuerdos cuando vuelve a la infancia, sus comienzos y sus gloriosos tiempos del Este: “Nací en La Toma y de chico mi padre, que trabajaba en una cantera de la zona del cerro Tiporco, en el extremo Sureste del Valle de Conlara, conocida como la capital del mármol, se preocupó porque fuera un buen estudiante y cuando cumplí los 14 años me inscribió en una escuela de artes y oficios de Villa Mercedes.
Sin embargo no terminé el quinto año y como lo que me gustaba era jugar a la pelota empecé a practicar en las inferiores del Atlético Colegiales donde llegué a debutar en la primera y también lo hice en Deportivo Pringles. A los 21 años me vendieron de manera definitiva a Newell's donde no tuve mucha suerte, me faltó apoyo, aunque me convertí en el goleador de la reserva. Por lo general era el suplente obligado de cualquier titular, hasta me ponían de puntero derecho o izquierdo, donde faltaba alguien, nunca en mi verdadera función de centro delantero.
Yo nunca protesté, jamás me quejé, nunca dije nada, hasta que me dieron el pase libre en reconocimiento a mi corrección y a mi buen comportamiento. La Bruja Oscar Belén me quiso recomendar a Racing donde había jugado y tenía muy buenos contactos pero yo preferí regresar a San Luis y aceptar una propuesta que me llegó del Atlético San Martín.
Resultó la decisión más importante que tomé en mi vida, viví los mejores momentos, las alegrías más grandes y compartí con excelentes compañeros a los que recuerdo con tanto cariño. Sería muy injusto si hiciera nombre pero si quiero destacar el gesto de Raúl Tamagnone, aquel gran arquero que por algo llegó a ser comparado con el Gringo Reggi, que me abrió las puertas de su hogar en un momento muy difícil cuando debí ser operado del corazón por mi afección al cigarrillo que afortunadamente ya superé para siempre.
Llegué a jugar en Colombia donde fui dirigido por Carlos Bilardo y a mi regreso a Mendoza tras un breve paso por el Expreso me retiré con mis queridos colores Albirrojos en el Nacional del 78 donde le hice aquel maravilloso gol a River que nos dio un triunfo histórico por 4 a 3 en el estadio mundialista.
Trabajé como entrenador en las inferiores de San Martín y luego dirigí 14 años con 8 campeonatos en la primera del Colegiales para terminar mi carrera de entrenador como campeón con Jorge Newbery.
Ahora mi íntimo deseo es que San Martín vuelva a ser lo que fue con el apoyo de toda la comunidad”.