Juan Domingo Perón, el general que fuera tres veces presidente y fundador del movimiento nacional justicialista, falleció un 1° de julio de 1974, hace exactamente 42 años, dejando tras de sí una historia de realizaciones pero al mismo tiempo de opiniones controvertidas sobre su conducta, que le valieron el amor incondicional de sus partidarios y un repudio extremo de sus adversarios.
A los 78 años, y mientras cursaba el primer año de su tercera presidencia -luego de haber vuelto al país tras 18 años de exilio-, un paro cardíaco, fruto del agravamiento de su cardiopatía isquémica crónica, culminó con su vida, por lo que se sucedieron varios días de duelo nacional.
Cientos de miles de personas acudieron al funeral de quien fuera presidente y también fundador y líder del peronismo.
La noticia de su muerte fue dada por su esposa y entonces vicepresidenta de la Nación, María Estela Martínez, quien asumió poco tiempo después la Presidencia de la Nación, cargo en el que se mantuvo durante dos años más, antes de su derrocamiento por parte de las Fuerzas Armadas, quienes así daban inicio al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, en 1976.
Perón es parte indiscutible de la historia argentina por haber sido quien otorgó, entre otras cosas, una serie de derechos para los trabajadores que, ya desde que ocupaba el cargo de Secretario de Trabajo -bajo el paraguas de un gobierno de facto tras la denominada "Revolución de 1943"-, le valieron ser el funcionario más popular de aquellos tiempos.
Sin entrar a discutir la dimensión de las distintas obras estructurales que se emprendieron durante su tiempo de gobernante, Perón fue rechazado al mismo tiempo por amplios sectores de la sociedad argentina, por considerarlo un Presidente que alentaba el culto hacia su persona y que prescindía de las opiniones de sus rivales, al punto de perseguirlos o ignorarlos.
En cualquier caso, derechos que hoy resultan indiscutidos como las ocho horas laborales, el goce de vacaciones, la sindicalización -sector al que Perón fortaleció--, fueron otorgados durante sus mandatos.
También, y junto a su segunda esposa, Eva Duarte, una actriz de radioteatro que se transformó en la "líder espiritual" del movimiento-, impulsó en 1947 el sufragio femenino; y hasta logró aprobar modificaciones a la Constitución, en 1949 (que permitió su reelección), que finalmente fue derogada tras el derrocamiento de su gobierno, mediante la llamada "Revolución Libertadora" en 1955.
En medio de una crisis económica y una fuerte presión social, Perón fue obligado a abandonar el sillón de Rivadavia y se exilió en varios países, aunque la mayor parte de los 18 años fuera de la Argentina los pasó en España, donde se casó con Estela Martínez, "Isabel", quien al fin aceptó el cargo de vicepresidenta que Evita declinó ocupar en 1951, dada la gravedad de su enfermedad.
Tras la muerte de Perón, la inexperiencia de Martínez -quien vive hoy en España desde que fue derrocada- la llevó a apoyarse en el ex secretario personal de su esposo, José López Rega, responsable de la organización parapolicial llamada Alianza Anticomunista Argentina, dedicada a secuestrar, torturar e incluso asesinar a personas vinculadas a sectores de izquierda.