Juan Carrasco nunca baja la guardia

Tras quedar en libertad, el mendocino se radicó en Buenos Aires y se entrena en el mismo gimnasio que lo hacía Bonavena. Sueña con estar en los JJ.OO. y las grandes carteleras. “La vida en la cárcel no vale nada, es un infierno”, expresó.

Juan Carrasco nunca baja la guardia

Camina por Avenida Caseros de Parque de los Patricios con una familiaridad notable, pese a que hace poco tiempo que Juan Carrasco se ha instalado en esa zona de Buenos Aires. Igual, conoce el lugar dado que estuvo en la Selección argentina de boxeo (Los Cóndores), y que por estos días integra otra vez.

Ahora sabe que “el tiempo es un efecto fugaz”, por lo tanto busca darle una vuelta de página a su vida. Pasó 2 años y 4 meses en el penal de calle Boulogne Sur Mer, tras ser sentenciado a 10 años por homicidio. En diciembre recuperó la libertad, luego de la revisión de su caso por la Cámara de Casación al comprobarse la inocencia del púgil mendocino.

Estaba en un momento importante de su carrera, hoy a los 23 años vuelve a encauzarla. Es una de las grandes promesas del boxeo nacional.

Se ha hecho “simpatizante” de Huracán y entrena en el mismo gimnasio donde hace cuarenta años lo hacía Oscar ‘Ringo’ Bonavena. Sueña con los Juegos Olímpicos, pero más con ser profesional. Tiene una chance de poder llegar a Río a través del clasificatorio final de la Aiba, en junio, en Baku, Azerbaiján.

“Al sueño olímpico lo tengo en mí y si se da la oportunidad de poder clasificar sería hermoso, pero no me hago ilusiones, no es fácil. Por eso tengo la mente puesta en hacerme profesional”, contó.

Se le cruzan las emociones. Habla de su presente y futuro, pero tiene muy en cuenta su pasado reciente. “Tenerlos a ellos, a mi bebé y a mi mujer, es lo mejor que me ha pasado. Ahora tengo la cabeza acá y entreno día a día con mucha ganas. Vengo al gimnasio con mucho entusiasmo. No me cuesta entrenar(me) y se asombran de mi estado físico. Cuando estaba en la cárcel, también (me) entrenaba ahí”, dice mientras camina por el parque junto Karen y Valentino.

Juancito cuenta que están juntos desde que tienen 11 años. “Nos dábamos piquitos y a los 15 nos pusimos de novios. Ella es incondicional, ha estado en las buenas y las malas”, relata.

-¿Por qué Huracán y Parque de los Patricios?

-En la Selección me hice amigo de Rodrigo Pressa y de Pablo Rodríguez (su entrenador). Rodrigo es una gran amigo y me fue a ver dos veces al penal. Después me dijo si quería entrenar(me) en Huracán. Acá estoy rodeado de gente muy buena, que me cuidan y me están ayudando a salir adelante.

-¿Te molesta hablar de lo que pasó?.

-No, me acusaron de matar a alguien y yo nunca maté a nadie. Se comprobó que todas las acusaciones fueron falsas. Uno nunca sabe lo que te puede pasar, pasé un momento muy feo en mi vida. Pero pude salir bien, sin resentimientos, sano y con ganas.

-¿Es difícil volver a la sociedad de un lugar así?

-Y sí, pero igual me mantuve en una burbuja donde no dejé soñar nunca. Siempre fui un soñador. Me mantuve allí adentro de esa burbuja y viéndome en las grandes carteleras, dando lo mejor de mi sobre un ring. Pude seguir y sigo con ese sueño y acá estoy.

-Me decías que aprendiste a valorar.

-Cuando estás allá adentro te das cuenta de todo lo que uno tiene y no lo valora. Hoy estando acá con vos hablando valoro todo... hasta una botella de agua. La vida allá adentro no vale nada. Es un infierno allí, hay gente muy mala, pero hay gente muy sabia, y a ellos me pegué para no perder mi rumbo. Nunca me drogué, ni me fumé, ni me empastillé. Nunca bajé la guardia.

-¿Pensás que tenés que pedirle perdón a alguien?

-No, para nada, solamente le tengo que agradecer a mi papá que estuvo en el peor momento de mi vida. El fue uno de los apoyos más grandes, siempre me llevó vitaminas, cereales, frutas, comida para que entrenara y estuviera siempre bien. También a mis hermanos, al ‘Negro’ Rivero, a Osvaldo Corro y a mis abogados Yemina y Omar Venier.

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