Juan Gabriel Barrera es uno de los jugadores con mayor proyección en el vóley mendocino.
El opuesto de Regatas y la Selección argentina Sub 19, viene de consagrarse campeón en Lima Perú, tras apabullar en la final a Brasil, 3/0. A sus 17 años y sus 2,01 m, sueña con seguir los pasos de Pepe Luis González, opuesto de la selección mayor.
Juan, junto al entrenador Luis Testa, compartieron podio y la medalla dorada. Y a Más Deportes le contó su gran experiencia.
“Ha sido una experiencia hermosa y que no me esperaba. Hace bastante que venía pensando en esto del Sudamericano, pero cuando llegó el momento no sabía si quedaba en el equipo; finalmente quedé y fue lo más”, comenzó diciendo.
Luis Testa. “Luis si me tiene sacar lo hace, porque él trabaja por y para el equipo. Es muy profesional y sabe lo que le hace bien al equipo y lo que no. Él es completamente igual en la Selección o en Regatas, siempre busca dar el 100 % en el lugar que esté. Nunca la regula”.
La paliza a Brasil. “Nos sorprendimos mucho con el gran rendimiento. Esperábamos 3/1 ó 3/2, pero no un 3/0 y con paliza. Algo hermoso que no esperaba”.
Juan proviene de una familia de deportistas: su hermana mayor Valeria jugó en Italia y Florencia en la primera de Regatas. Su papá Sergio fue jugador de básquet, al igual que su abuelo que jugó y dirigió Anzorena y estuvo al frente de la Asociación de Básquet de Mendoza.
El voley. “No me llamaba demasiado la atención e iba a ver vóley porque jugaba mi hermana (Florencia). Probé jugar un tiempo y dejé. Después volví y me quedé”.
De central a opuesto. “A nivel internacional no hay opuestos con mi altura, y pasé de central a opuesto en la Selección y en Regatas. Es un lugar impresionante en la cancha. Me ha costado una barbaridad acostumbrarme, pero de a poco lo voy asimilando”.
-De titular al banco. “Hubo algunos cambios: se fue un jugador que era opuesto y Bruno Vázquez pasó a ser opuesto. Y yo fui a parar al banco, pero está todo bien”.
Cómo sigue. “Vuelve todo a la normalidad. Voy a descansar un poco y sigo jugando en Regatas hasta enero que empiece a jugar con la Selección la Liga de Ascenso”.
Cómo es para un pibe de 17 años estar en la Selección argentina. “Sólo iba a entrenarme y divertirme, y de repente estaba jugando en la Selección. Es algo hermoso, no hay una palabra para describirlo. Te dan ganas de seguir y seguir, para ver hasta dónde podés llegás. Ya sabés que llegaste hasta ahí y puede ser que tengas un gran futuro”.
Entrenar con la Mayor. “A veces te van a ver los entrenadores de la Sub 21 ó Sub 23 para ver cómo viene la camada, y eso te motiva. Ver a los ídolos entrenando es algo muy motivador”.
Pepe González.“Nos cruzamos cuando Argentina jugó en San Juan frente a México; nos vimos y fuimos a comer un asado con la Selección Mayor. Cruzamos algunas palabras. Él para mí es un ejemplo; empezó desde abajo y está en la Selección. Hoy sigue en el equipo y ahora se fue a jugar otra vez al extranjero (Panathinaikos de Grecia).
La convivencia. “Es bastante buena, al principio estaban divididos los grupos, pero después para llegar a este objetivo tuvimos que formar como una familia, por decirlo de alguna manera. Ahora somos como hermanos”.
Viajar con la Selección. “¡Es muy lindo! Te ayuda a conocer mucho, por ejemplo cuando fui por primera vez a Buenos Aires me pareció impresionante, al igual que en Perú y Brasil. Te permite ver otras cosas.
Las concentraciones. “Entrenás, comés, jugás y a dormir. Todos los días así. A veces cuesta un poco, pero depende de la cabeza no del físico. No es el cuerpo el que más se cansa sino la cabeza es la que se cansa a veces. También tenemos días de descanso”.
Feliz día mamá. “Ella está muy feliz, no se la creía ni ahí. Más allá de que no está muy metida en el deporte, ella está orgullosa y feliz”.
La evolución. “Personalmente no veo la mejora como lo ven los demás. Es que soy una persona que tiene muchos baches. Un jugador tiene momentos altos y bajos; yo estoy más abajo que arriba (carcajadas), no sé por qué será, pero cuando estoy bien arriba se nota y lo noto”.
Cambios. “Cuando era más chico y me sacaban y me volvían a poner, no jugaba directamente. Era para darle la contra al entrenador, no sé por qué lo hacía; no ganaba nada tampoco. Hoy, si me sacan pienso en qué voy a mejorar en la próxima, y vuelvo a empezar con todo otra vez”.
El cuerpo técnico ayuda. “El cuerpo técnico que tenemos es el mejor del país; si algo no te sale bien viene uno y te habla, te apoya. Viene otro y te respalda. Nunca estás solo”.
Armador y opuesto, los más compañeros. “No tanto, no es mi caso. El puesto no me interesa mucho, me interesa más la calidad de persona que otra cosa. Con el que mejor me llevo es Bruno Warner y Recabarren”.