Los jóvenes que estamos perdiendo

Los incidentes viales se multiplican, y por ese flagelo están muriendo muchos jóvenes. El tema debe ser analizado en el hogar, en procura de inculcar conductas sosegadas

Los jóvenes que estamos perdiendo

Ya no caben calificativos, sostenía la crónica de Los Andes del lunes 19 de mayo, respecto de la reiteración de incidentes de tránsito que causaron diversas víctimas fatales, de manera determinada jóvenes menores de 25 años.

Campañas en la vía pública, a través de los medios de difusión y operativos de prevención en calles y rutas, no han podido frenar la racha trágica de percances viales con muertes.

Tanto los registros oficiales como los de organismos no gubernamentales, Voluntarios en Red, por ejemplo, revelan que, pese a todos los intentos, la muerte y el dolor van ganando la batalla.

El seguimiento diario de este matutino sobre la problemática refleja que los percances viales y sus consecuencias parecen estar ajenos al interés del ámbito gubernamental y de quienes tienen que hacer algo al respecto.

En línea directa con lo que estamos expresando, la directora de la Unidad Ejecutiva de Seguridad Vial de la provincia, Marisa Garnica, estuvo de vacaciones (trascendió que en Europa) a sólo 3 meses de haber asumido la función.

Está fuera de discusión que todo agente de la administración pública debe tomar licencia, pero no parece plausible que en tan escaso lapso de actividad sea necesario tomar un descanso, y más cuando la problemática que debe atender la convocada es tan apremiante como lo muestra la realidad cotidiana.

Frente a las cifras trágicas de accidentes, desde varios sectores se juzgó su accionar, carente de planes convincentes para enfrentar la situación que comentamos.

Retomando el hilo conductor de este comentario, son dramáticamente altas las estadísticas de jóvenes muertos por colisiones o vuelcos en la vía pública.

Sin acceder a la realidad de las últimas horas, y solamente describiendo 2 semanas del mes en curso, ya murieron 9 jóvenes menores de 30 años por esta causa. Según la entidad citada, Voluntarios en Red, los fallecidos por incidentes viales en lo que va del año suman 103, alcanzando peligrosamente la cifra registrada hasta mayo de 2013, que cerró con 105 víctimas fatales en rutas y calles.

Pensamos que mientras el Estado renueva las estrategias o produce medidas para bajar este terrible flagelo, en los hogares mendocinos debería instalarse el tema con fuerte presencia.
Los padres pueden convertirse en una posibilidad de respuesta ante tanto drama, con características de tragedia en cascada.

Proponemos que en los hogares mendocinos debe hablarse de este tema, y de frente, en especial en aquellas casas donde es costumbre que los integrantes de menor edad salgan de paseo o a bailar en las noches con vehículos propios o de sus progenitores.

Debe asumirse y debatirse por parte de la familia cuáles son los planes de los chicos que salen en plan de diversión, conocer a los grupos que harán la travesía a los lugares nocturnos, cómo se resolverá el regreso y quién deberá conducir los rodados. Dejar las cosas por supuestas ha demostrado que es muy riesgoso.

También debe asumirse que la velocidad es la principal causante de los estragos que las crónicas policiales reflejan casi cotidianamente. Ese aspecto debería ser charlado en la tranquilidad del hogar.

Lo sostenemos a riesgo de ser considerados ingenuos en el argumento, pero nos gustaría saber si no habría más jóvenes con vida si estos temas se hubieran abordado familiarmente.
Mientras tanto, la comunidad aguarda que las estrategias oficiales empiecen a brindar resultados y que quienes tienen que llevarlas a cabo estén en sus puestos.

No obstante, proclamamos que las conductas personales -manejar con prudencia y a la defensiva, a las velocidades fijadas por la norma vial y respetando las señales camineras- tienen mucho que decir y serán el mejor antídoto para tanta desgracia derivada de choques violentos, sin retorno para los ocupantes de las unidades.

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