El polémico José Virgilio Valerio asumirá en la Suprema Corte de Justicia de Mendoza el 1 de diciembre, justo cuando cumple cuarenta años de haberse recibido de abogado.
Su proceso de selección fue el más disputado del que se tenga memoria y, sin embargo, terminó siendo el más votado de los últimos que llegaron a la Corte.
El encuentro con Los Andes transcurre en la Segunda Cámara del Crimen, donde ejercerá hasta su asunción en la Corte.
Está detrás de una mesa llena de pilas de expedientes. Ha sido una semana intensa y de mucho contacto con la prensa, “hasta que baje la espuma”, dice.
-Después no hablan más...
-Es que los periodistas nos buscan para preguntar sobre casos, y de eso no podemos hablar -dice sonriendo.
Cuenta que estudió en la Universidad Nacional del Litoral, cuya sede está en la ciudad de Santa Fe. Incluso, coincidió allá con Carolina Jacky.
“La conozco hace 45 años”, detalla. El 17 de octubre, apenas se conoció la nominación de Valerio a la Corte, Jacky lo denunció por daño moral.
-Fue militante en la universidad...
-Apenas ingresé, empecé a militar en el MURA (Movimiento Universitario Reformista Auténtico), donde habían radicales, filoradicales y socialistas. Un par de años después adoptamos la denominación de Franja Morada.
Entonces los filosocialistas fundaron el MAR (Movimiento Acción Reformista), que pertenecía al MNR (Movimiento Nacional Reformista).
-Siempre radical...
-Mi abuelo era radical. Siciliano de Grammichele, como era uno de los pocos que sabía leer y escribir, le traían los otros paisanos que venían del mismo pueblo las cartas de las familias para que se las leyera y respondiera.
-Si se googlea su nombre aparecen antecedentes en la masonería. Incluso, fue gran maestre. ¿Qué significó la masonería en su vida?
-La masonería es una institución que a mí me ha ayudado a comprender los valores esenciales de la República, como la libertad, la igualdad y la necesidad de luchar por la libertad y la igualdad de todos. Me ha marcado mucho...
-¿Estuvo desde joven?
-Desde el año '87, cuando ingresé al Poder Judicial.
-Hay varios en la Justicia...
-Eso no sé... Es una institución discreta. Hay que ser respetuoso de cada uno. Aprendí la tolerancia y el respeto a toda opinión política y religiosa. Ese crucifijo (señala la pared) es de Juan Carlos Guiñazú, mi antecesor. Nadie lo va a tocar. A él se lo regalaron y él era creyente.
-¿Usted es creyente?
-No. Soy agnóstico. Pero tengo un profundo respeto por todos. El crucifijo que está en la sala de debate, un hermoso crucifijo, una obra de arte realmente, sigue estando ahí.
-Los símbolos son importantes para mucha gente...
-Los símbolos son importantes. Fíjese las ironías de la vida, hay gente que puede criticar ese crucifijo y va a Europa a visitar catedrales...
Tengamos autenticidad.
-Se supone que el Estado es laico, la Justicia debe ser laica.
-Las sentencias son laicas. Yo aplico la ley; a mí, ni a ninguno de los integrantes de la Cámara, nos condiciona el hecho de que haya un símbolo religioso. Es una cuestión que está, la respetamos. ¿Por qué lo voy a sacar, si es una obra arte?
Hay que ver lo que es esa puesta en escena de ese tribunal, de tantos años. Si viene alguien condicionado por las concepciones religiosas, aunque no esté el crucifijo, igual va a estar condicionado. Lo importante es la sentencia, la conducta, el comportamiento, el ser humano en acción.
-Cambio de tema. ¿Desde cuándo es vegano?
-Desde el año pasado, febrero, después de que me encuentran la patología urológica, cáncer de próstata. Para el tratamiento de radioterapia era conveniente que eliminara algún tipo de comidas.
Me dieron una dieta casi 100% vegana. Lo único que me autorizaban derivado de animal es un huevo por semana, que muy pocas veces lo como.
-¿Extraña el asado?
-Extraño el queso. Como buen siciliano, me gustan el queso y las aceitunas..
-¿Duros o blandos?
-Los duros, el provolone. A mi padre le gustaba el pan recién sacado del horno, lo cortaba por la mitad, le ponía aceite de oliva, pimienta y provolone recién rallado, lo tapaba, lo envolvía para que se enfriara y entonces lo comíamos.
Me contaba que ésa era la comida que se llevaba mi abuelo cuando iba a trabajar en el campo.
-¿Cómo convive con el cáncer de próstata?
-Es una enfermedad que tiene controles permanentes y periódicos, es como cualquier otra enfermedad. Una vez que me hicieron radioterapia ya está. Tengo controles permanentes y tratamiento en la medida que es necesario por esos controles.
Creo que la audiencia demostró que estoy bien.
-¿Hay medicación que pueda afectar su bienestar?
-Todos los que tenemos problemas de próstata, no solamente esta patología, tomamos medicación diaria. De vez en cuando puede ser que tenga otro tipo de tratamiento. Está todo en OSEP.
-Pregunto por algunas objeciones por su salud, que pudieran indisponerlo para cumplir la función.
-Excepcionalmente puedo tener, como cualquier otra persona, un día que no pueda estar en condiciones. Me puedo enfermar, y eso no impide cumplir una función.
-¿Es homofóbico?
-No. De ninguna manera. Jamás he sido homofóbico, como tampoco he sido misógino. De ninguna manera...
-Usted y yo hemos crecido en otra época. Hay un germen cultural...
-En el proceso había un grupo que salía a pegarles a las prostitutas y algunos aplaudían. A mí me parecía horroroso. En mi casa jamás vi a mi padre levantarle la mano a mi madre.
Tengo una hija de 19 años que no quiere tener hijos y cuando yo tenía la edad de ella, todas estaban pensando en el nombre que le iban a poner.
A partir del '83 se aceleró el proceso de cambio. Vivimos un momento de tránsito en el que hay cambios respecto de la mujer, de la familia, de la diversidad, respecto a lo económico. Es muy abrupto el cambio y la cultura no se ha adecuado al cambio.
-¿La Justicia es machista y misógina?
-La mayoría de los magistrados son mujeres.
-Eso no significa que haya perspectiva de género.
-Comparto eso. Hay varones que tienen más perspectiva de género que algunas mujeres. No depende del sexo, de la orientación, depende de la cabeza.
-¿La Justicia es homofóbica?
-Yo creo que no. Hoy creo que no. Hay magistrados que tienen otra opción y nadie los ha discutido, son amigos míos, amigos de otros magistrados. Siempre puede haber alguien aislado que lo sea, pero esto no quiere decir que la Justicia funcione como homofóbica.
Con Palermo, un clásico
Son largamente conocidas las diferencias entre José Valerio y el supremo Omar Palermo. Ambos compartirán tribunal y la sala penal.
-Cuando se habla con gente del Ejecutivo, se cree que con su llegada a la Corte habrá una especie de guerrilla de sentencias en disidencia entre Palermo y usted. ¿Cree que será así?
-Creo que no. Hay que resolver los casos. Yo tengo mi criterio y él tiene el suyo. Coincidiremos en algunos, en otro no, como sucede acá en la Cámara. Yo cumpliré una función judicial.
-La Sala Penal también es laboral y hay que resolver el reclamo del SUTE por el "ítem aula".
-Si no lo resuelven antes...
-¿Y si no lo resuelven antes?
-Me tocará...
-Es el candidato de Cornejo... habrá suspicacias...
-Las causas que tenga que resolver, las resolveré. Las causas en las que yo intervine como juez de Cámara, no voy a integrar la sala. Las competencias no se van a modificar porque sea Valerio, sino por si he intervenido antes o no.
Vida y obra
José Virgilio Valerio tiene 62 años. Nació en junio de 1954. Está casado en segundas nupcias y tiene dos hijos propios, todos de su segundo matrimonio.
Para ser preciso, su actual esposa también es casada en segundas nupcias y tuvo tres hijos en su matrimonio anterior, pero “el trato es igual para los cinco”.
Estudió en la Universidad Nacional del Litoral, ingresó con 16 años, en 1971, y se recibió en diciembre del 76.
En 1983 fue electo diputado provincial. Por ser de la primera camada del retorno a la democracia, la mitad de los legisladores salieron sorteados para dejar su banca al cumplir dos años, así que en 1986 empezó a trabajar como asesor del Ministerio de Economía.
Un año después ingresaba a la Justicia provincial.
Fue fiscal correccional, juez correccional y, desde 2001, juez de la Segunda Cámara del Crimen, cargo que aún ostenta, hasta el 1 de diciembre, cuando asumirá como ministro de la Suprema Corte.
Es profesor adjunto de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo.
En 2008 fue co-fundador del Instituto de Derecho Penal y Derecho Procesal Comparado. En la lista de fundadores aparece el actual procurador general de la Corte, Alejandro Gullé, y el ministro de Seguridad de la provincia, Gianni Venier.