Dejó de existir uno de los dirigentes más brillantes del deporte mendocino, José Eduardo Nazar, presidente del Club Mendoza de Regatas durante tres décadas. Médico de profesión y deportista apasionado.
Un dirigente de estirpe y por elección. El 27 de febrero pasado cumplió 80 años. En 1984 fue electo por primera vez, desde entonces estuvo al frente de la entidad del Parque durante 33 años, algo que lo convirtió en una especie de (Julio) Grondona del deporte mendocino.
Sin dudas un visionario en la política deportiva, se adelantó siempre a los tiempos y supo adaptar la institución a los momentos económicos en las últimas tres décadas.
Un directivo con una gran personalidad y capacidad intelectual, para muchos un autoritario, para otros un dirigente intachable con la manera adecuada para conducir al club más importante y de mayor cantidad de socios de nuestra provincia: 22 mil.
“No es fácil la conducción de Regatas y no es para cualquiera. A esta altura de mi vida siento que aún tengo mucho para dar”, nos comentaba hace unos años, poco antes de unos comicios.
Se educó en el Colegio Don Bosco y luego continuó en el Liceo Militar, institución que marcó su fuerte personalidad; luego estudió medicina en la UNCuyo.
Su acción dirigencial se basó en la atención personalizada a los socios, a los que recibía todos los días, escuchando sus sugerencias, pedidos y resolviendo sus problemas gracias a su gran experiencia y capacidad, siempre con el trato cordial y amable que lo caracterizaba.
Su fortaleza de permanencia al frente de Regatas fue la vocación de servicio desinteresada, el trabajo en equipo y adelantarse a los cambios que la sociedad demandaba, promoviendo siempre la unión familiar e institucional
De la mano de Adela, su madre, llegó junto a su hermano Elías a la entidad del Lago cuando sólo tenía 6 años. Allí comenzó su enorme romance con el club, donde jugó al básquet, hizo natación, remo e integró el equipo de pelota a paleta.
Junto a su hermano Elías, dos años mayor que él, dejaron una huella enorme como dirigentes. Es que este último fue también presidente del club Gimnasia y Esgrima de Mendoza. Pero la gran pasión de José Eduardo fue Regatas.
A los 15 años fue capitán del equipo de remo, con el que participó en campeonatos argentinos y sudamericanos.
Solía decir que “Regatas es mi segundo hogar, un lugar que aprendimos a cuidar y en el que hemos visto su enorme progreso”, comentaba el Grandote del Lago con mucho orgullo de su gestión.
Bajo sus mandatos el club en los deportes federados dio un gran salto de calidad y se proyectó a nivel nacional, entre otros en básquet, voley, natación, balonmano, futsal y tenis de mesa, entre los deportes más destacados.
Y, tanto en la natación como en voley, Regatas llegó a ocupar lugares de privilegio en las ligas y los campeonatos argentinos más destacados.
No sólo en lo deportivo creció el club sino que se expandió con sus apéndices en El Carrizal, Vallecitos y su gran obra: El Torreón en Maipú. El club avanzó tanto que tuvo que alquilar otros espacios para el desarrollo de ciertos deportes, como el estadio Pascual Pérez de la Federación Mendocina de Box, donde el básquet y el voley encontraron sus reductos durante las series finales o cuando disputaron ligas nacionales.
Sus palabras: “Siempre digo que la educación de la persona tiene tres pilares fundamentales: la familia, la escuela y el club. Es ahí donde, a través de los valores que inculca el deporte, colaboramos con la formación integral. El club está siempre atento y al cuidado de todos los factores que influyen en la formación del individuo, y también a las necesidades de los más carenciados”, destacaba.
El doctor José Nazar fue un gran impulsor de Regatas. Su gestión jerarquizó muchas disciplinas deportivas.