Cuando José Luis Ranea (38) se recibió de ingeniero agrónomo, se fue a vivir al campo, a una finca inculta en Nueva California (San Martín). Seis años después, produce y vende su propio vino casero, elabora conservas artesanales y chacinados, tiene una granja y una huerta agroecológica, y recibe a turistas interesados en conocer cómo se trabaja en el "pago". Ranea plantea que la clave para sostenerse como pequeño productor es asociarse con pares y vincularse con consumidores conscientes.
-¿Cómo nació su emprendimiento?
-Hace seis años compré una finca inculta y empecé a plantar viñedos con mano de obra familiar y a elaborar vinos tintos en forma casera, para mi consumo. Algunos amigos me dijeron que “estaba bueno” (el vino) y me alentaron a que empezara a venderlo. Me inscribí en el INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) y comencé a diversificar, primero con vino blanco y después con espumante.