Tiene un vasta carrera en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. Fue becario, extensionista, jefe de campo de experimental, coordinador de taller de desarrollo rural, director de experimental y ahora director del centro regional Mendoza-San Juan. José Gudiño conoce la geografía de la provincia y se mostró preocupado por la crisis que atraviesa el sector agropecuario.
-¿Qué análisis realiza de la diversificación agrícola en Mendoza?
-Mendoza es una provincia muy diversificada. De hecho, si lo comparamos con otras provincias, es una región con una producción totalmente diversificada. En nuestra provincia tenemos mucho en desarrollo de hortaliza, como verduras y fruta en fresco; la diversificación es importante mantenerla. Lo que no tenemos que hacer es abandonar nuestra cultura.
Tenemos que ver qué otras alternativas se pueden desarrollar en nuestra provincia, y cómo hay que hacerlas. Entonces, la diversificación hay que mantenerla y estimularla.
-Algunos industriales se quejan de que los cultivos no se adaptan a los nuevos requerimientos de mercado...
-En parte es verdad, pero esto tiene una explicación real. Por ejemplo, en la actividad hortícola uno puede cambiar de variedad en cada temporada, sin embargo, en los frutales se requiere de una inversión importante para poder cambiar una variedad en un monte frutal. De cualquier manera, la dinámica que hay a nivel mundial, sobre el cambio de variedades es importante y nosotros estamos estudiando cómo nos sumamos.
-Mendoza lleva varios años con escurrimientos hídricos alarmantes y por debajo del promedio histórico. ¿Esto cómo afectará el desarrollo agrícola de la provincia?
-Estamos en una zona donde dependemos del agua. Por lo tanto, la disponibilidad del agua y su eficiente uso son muy importantes y figuran como eje en todos los desarrollos en los que estamos trabajando. No sólo influye en el desarrollo agrícola, sino también influye para el desarrollo en la ciudad. La mayoría del desarrollo de nuestra provincia ha sido el uso del recurso.
Es muy importante que no solo tengamos buena disponibilidad, sino que hagamos un buen uso de esa agua. Hay algunos estudios preliminares que nos hablan de que el agua va a faltar en el futuro; eso es algo sobre lo que tenemos que ir trabajando.
-Nuevamente, por la crisis, este año hemos visto que los productores han decidido no podar. ¿Desde el INTA han notado esta falencia?
-En realidad, lo que hemos observado es que la práctica cultural tradicional de poda que se comenzaba con los primeros fríos del año está atrasada. Esto, además del tema financiero, estimamos que viene atrasado por las pocas heladas que hemos tenido.
En este sentido, el productor siempre espera que se caigan todas las hojas para comenzar con su labor, y en ese sentido viene atrasado. En el sistema tradicional es necesaria la poda, ya que se debe realizar una intervención para lograr equilibrio vegetativo y racimos de un tamaño lógico. Si no se poda brotan todas las yemas y dan frutos muy chicos, y eso encarece la cosecha manual o la hace inviable.
-¿Están estudiando algún sistema alternativo?
-Desde el INTA estamos evaluando algunos nuevos sistemas. Entre ellos el sistema de poda mínima, que no tenemos desarrollado aún en la región.
Se trata de un sistema en donde se interviene en la planta lo mínimo posible y se dejan todas las yemas. Por lo tanto, las plantas brotan y en vez de tener pocos racimos y de un tamaño más grande, se tienen muchos racimos de un menor tamaño. Este tipo de poda está pensada para cosecha mecánica, la cual permite disminuir los costos de producción.
-Otro problema grave es la falta de inversión en los viñedos, por ejemplo, con los recambios de plantines...
-Para ver el rendimiento de una parcela de viña, lo ideal es que no se tengan fallas, ya que uno sigue regando, fertilizando y realizando tareas culturales y por este tipo de fallas se termina gastando el mismo dinero, pero no se logran los rendimientos deseados. Entonces, lo ideal es que todos los años el viñedo no tenga fallas; eso es lo que se trata de estimular y promover en los productores.
Las fallas uno las puede subsanar de diferentes maneras, una de ellas es comprando una planta a un viverista y la otra es hacer un “mugrón”; lo ideal es ir reemplazando las fallas. En general muchos viñedos tienen fallas y estamos hablando de que afectan entre el 10% y 15% del viñedos. Lo ideal es que no suceda.
Megamuestra en San Juan
Del 4 al 6 de setiembre se desarrollará la muestra INTA Expone en San Juan, bajo el lema “Territorio, trabajo y valor agregado en origen” y teniendo como eje las contribuciones al desarrollo local realizadas por el INTA.
Gudiño señaló que esta edición es superadora de las anteriores. “En la muestra que hicimos en el 2008, por ejemplo, el eje estaba puesto en las cadenas productivas. Ahora está organizada en tres ambientes: los valles andinos, el oasis y los valles áridos. Los ambientes están organizados de acuerdo a lo que se ve y es en realidad el territorio. Tampoco va a estar separada la investigación de la extensión, van estar unidas. Otro tanto ocurrirá con los productores, Pro Huerta y Cambio Rural II. Entonces, la intención es reflejar lo que tenemos en el territorio como un todo integrado”, sostuvo.
Gudiño destacó que esta muestra involucra tres ambientes y se centra en las características de cada uno, sus culturas, las organizaciones de productores que tienen la manera de enfocar la extensión para cada una de esas poblaciones.
“El agua es el hilo conductor. Los valles andinos representan el ambiente donde está la montaña, donde se capta el agua de nieve, se utiliza y, a través de los diques, se contiene. De allí pasa al oasis irrigado, que, como decía antes, representa una parte mayoritaria de la capacidad productiva. Y, por último, los valles áridos. Nosotros los hemos integrado a partir de las etapas productivas pero transversales a todos los cultivos: mejoramiento, recursos autóctonos, manejo de cultivos, industrialización, valor agregado, riego, agua, plagas y enfermedades”, sostuvo.
Perfil
José Gudiño es ingeniero agrónomo. Empezó su trabajo en el INTA en 1983. Entró como becario en la AER San Rafael que depende de la Estación Experimental Agropecuaria Rama Caída. Luego realizó una maestría en extensión y desarrollo rural. Trabajó como jefe de campo del departamento de apoyo técnico y luego como coordinador del área de Desarrollo Rural. Realizó un doctorado en Economía Agroalimentaria en la Universidad de Córdoba, España. Fue director de la EEA Mendoza y desde 2014 se convirtió en director regional de INTA.