José Bermúdez, el talento y la simpleza de los grandes

Hace poco cumplió 90 años y lo festejó con una muestra de 90 obras en el Museo de Arte Moderno de nuestra ciudad. Comenzó a destacarse en la pintura ya en la escuela primaria y después se consagró como uno de los máximos artistas de nuestro medio.

José Bermúdez, el talento y la simpleza de los grandes
José Bermúdez, el talento y la simpleza de los grandes

José Bermúdez es una de las grandes figuras de la cultura de nuestra provincia. A lo largo de su carrera ha recibido infinidad de reconocimientos y a pesar de haber cumplido 90 años, hace apenas unos meses, mantiene una vitalidad casi envidiable.

Nuestra cita está pautada para las 11 de la mañana en la Bolsa de Comercio y a pesar de que llegamos cinco minutos antes, José Bermúdez ya está allí esperándonos. Sonriente y de gran ánimo, nos comenta que vive muy cerca del Centro y que nunca tuvo auto, por tanto siempre se manejó caminando. La historia de un grande de la cultura local, que a los 90 años continúa demostrando su talento y simpleza.

-¿Desde muy chico estuvo vinculado a la pintura?

-Cuando iba a segundo grado, en la escuela Domingo Faustino Sarmiento, tenía una maestra que me estimulaba a que dibujara y pintara. La escuela quedaba en la primera cuadra de calle Sarmiento, en la manzana donde hoy funciona la heladería Perín.

En ese momento se realizó un concurso de dibujo de la Dirección General de Escuelas, donde podían participar alumnos de hasta segundo grado. El concurso se realizaba en la Biblioteca General San Martín y participaban muchos alumnos de diferentes colegios. Nos contaban un cuento y nosotros teníamos que ilustrarlo. Por suerte saqué primer premio en mi categoría y creo que eso fue lo que me marcó el camino de mi vida hacia la pintura.

-¿Había pintores en su familia?

-No había,  pero la verdad es que a mí me gustaba mucho. Era como algo que llevaba y he llevado siempre dentro de mí.

-¿Dibujaba mucho en sus ratos libres cuando era chico?

-La verdad es que ya ni me acuerdo (risas), pero he dibujado mucho a lo largo de mi vida. Después de haber ganado el premio en la escuela primaria, a mis 13 años tuve un estímulo muy grande con un profesor que nos llevaba a dibujar al Parque. Eso también me ayudó mucho para darme cuenta de que realmente quería dedicarme a esto. Además en esas clases empecé a hacerme amigo de gente del ambiente pictórico de Mendoza.

-¿Estudió en alguna escuela de arte?

-Comencé la secundaria en la escuela Normal. Pero al mismo tiempo, por las clases de pintura en el Parque y por estar en contacto con algunos artistas, me enteré de que había comenzado a funcionar la escuela de Bellas Artes. Estaba en la calle San Martín, en el edificio donde hoy está el Ministerio de Turismo.

Y en el tercer mes de cursado en la escuela Normal decidí abandonar para irme a Bellas Artes. Ahí se cursaba de noche y eso me daba la posibilidad de trabajar durante el día. Mi condición era muy humilde y de día trabajaba como cadete en distintos lugares. Incluso llegué a trabajar en el diario Los Andes como dibujante y también en el área de diagramación.

-¿Terminó ese cursado en Bellas Artes?

-Sí, lo terminé…   pero tarde (risas). Algunos días iba y otros no. Me tuvieron mucha consideración en Bellas Artes y eso me ayudó a poder terminar. Estuve varios años.

-¿Qué pintaba en ese momento?

-Pintábamos modelos de academia. Los primeros años eran de yeso y los últimos ya trabajábamos con modelos vivos.

-¿Siempre estuvo decidido a ser artista?

-No sé hasta dónde podía decidirlo o no, pero sí sé que era el lugar donde yo podía desplegar mi actividad con comodidad. Además, comenzamos a hacer exposiciones con los alumnos en la escuela; era algo muy interesante.

De hecho ahí realicé mi primera muestra e imagino también que debo haber vendido mis primeras obras. Pero la verdad es que no recuerdo quién fue la primera persona que me compró.

-¿Cuántas horas por día trabaja en la actualidad

?

-Depende de los días, pero sigo trabajando mucho. De hecho, muchas de las obras que estoy presentando ahora en la Bolsa de Comercio son de este año.

-¿Siente muchas ganas de seguir pintando?

-Por supuesto que sí. Me levanto temprano y trato de aprovechar el día. Pero no pinto todos los días, primero lo vivo íntimamente. Yo no pinto lujo, pinto cosas que hacen que uno vuelque amor a la vida; como la humildad, la belleza o el trabajo. Las cosas sencillas.

-¿También fue profesor durante su carrera?

-Claro, por muchos años. Gané puestos por concurso y fue una de mis actividades principales. Di muchos años clases en una escuela primaria; de hecho me jubilé ahí como profesor de dibujo.

-¿Cuáles son los pintores mendocinos jóvenes que más admira?

-Tengo relación con todos. Con Chiavazza, Roggerone y todos los que fueron apareciendo.

-¿Qué ha sido para usted el arte?

-Mi razón de ser. Siempre he estado tranquilo porque hice lo que sentía. Y eso me ha traído coherencia íntima entre la cabeza y el corazón. Lo que uno piensa y siente debe tener una relación armónica en la vida.

-¿Qué significa para usted ser considerado un maestro del arte?

-Creo que esa coherencia entre lo que uno piensa y siente ha dado buenos resultados. Pero la realidad indica que el éxito, la fama y el dinero son huérfanos si lo que hago no les llega a las personas directamente.

Y si eso que hago le llega a la gente, quiere decir que estoy vivo. No importan la plata, la fama o el éxito. Va mucho más allá de eso. Esa es la mayor satisfacción que puede recibir un artista.

-¿Cómo definiría su estilo pictórico?

-Mi estilo no es clásico y tampoco abstracto. Digamos que estoy a medio camino de las dos cosas (risas).

-¿Su obra se ha vendido mucho a lo largo de su carrera?

-No tanto. Las ventas dan mucho trabajo. Esa nunca fue una de mis preocupaciones en esta actividad.

-¿Ha sido fácil para usted vivir del arte?

-Nunca fue tan sencillo, pero de todas maneras lo importante para mí siempre fue hacer cosas y hacerlas con pasión y entrega. Ese creo que ha sido mi éxito. Tal vez otros han tenido éxito con la mitad del esfuerzo, pero yo siempre fui muy feliz con mi carrera.

-¿Imaginó que iba ser una persona tan reconocida?

-Nunca lo tuve como un objetivo, simplemente he tenido la necesidad de hacer. Una de las cosas que más valoro es que siempre me quedé en Mendoza aunque tuve oportunidades de viajar a otros lugares. Antes soñaba con viajar a París o estar en los museos más grandes de Europa. Pero hoy prefiero quedarme acá en Mendoza. No quiero gastar más tiempo. No tengo mucho tiempo, tenga en cuenta que ya tengo noventa años (risas).

-¿Qué es lo que más disfruta de su día a día?

-Tengo entusiasmo por la vida. Amo mi vida y la ajena y rechazo el atropello. Todos los días leo el diario y veo sucesos tan absurdos y egoístas que realmente no puedo creerlo. Son situaciones que no están dentro de mi temática.

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