Jorge Sosa es un grande de la cultura de nuestra provincia. Desde muy joven incursionó en la radiofonía local y en los últimos años se destacó por sus monólogos en televisión. Con su humor característico nos recibe en un bar céntrico y a los pocos instantes comienzan a aflorar sus inolvidables anécdotas.
-¿Por qué decidiste irte de tu pueblo natal a los 18 años?
-Mi escenario familiar tenía como un código de “disparar” de la casa apenas llegábamos a una cierta edad. Esto fue inculcado por mi abuelo a mi padre y luego por mi padre a mis hermanos y a mí. Yo era el más chico de cuatro hermanos y ellos ya se habían ido de casa.
Cuando me llegó el turno tenía claro que quería seguir una carrera universitaria, pero todas estaban en Rosario y eso quedaba a más de 20 kilómetros de mi pueblo. Al poco tiempo me comentaron sobre la carrera Ingeniería en Petróleo, la cual se cursaba dos años en San Juan y luego tres años en Mendoza. El petróleo tenía como una seducción de dinero y eso fue lo que me atrajo. Además siempre me había llevado bien con las ciencias exactas.
-Pero primero fuiste a San Juan...
-Claro, tenía 18 años recién cumplidos y primero hice dos años de cursado en San Juan. En el medio de eso me tocó un año de servicio militar en Buenos Aires. Luego volví a Mendoza a seguir cursando.
-¿Trabajabas en esa época?
-No, en ese momento sólo estudiaba. Me mantenía mi familia, uno de mis hermanos sobre todo. Recién empecé a trabajar al final de la carrera.
-¿Terminaste de estudiar Ingeniería en Petróleo?
-Me faltaron sólo tres materias. En ese momento yo ya había ingresado en el ámbito de la cultura de Mendoza y por eso decidí dejar.
-¿Cómo ingresaste en el mundo cultural?
-Yo participaba de una lista que había ganado las elecciones del centro de estudiantes de la facultad y me había tocado el cargo de secretario de Cultura. Así fue que comencé a tener contacto con distintos estamentos de la cultura de la provincia. Luego de eso ingresé al Coro de la Universidad.
-Para llegar a ese cargo, ¿qué antecedentes tenías?
-Yo escribía y ya tenía algunos cuentos publicados. Primero en Rosario y luego acá en el viejo diario El Diario.
-¿En tu familia había muchos escritores?
-Todos eran escritores. Pero mi padre principalmente. Él era locutor de una emisora de radio y muy estudioso de la cultura de Argentina y de América en sí. Y además era director de escuela.
-Digamos que tenías un claro perfil humanístico...
-Absolutamente. Lo que pasa es que la desorientación vocacional, a los 18 años, me llevó a estudiar Ingeniería en Petróleo. Pero estar en contacto con la gente de la cultura me hizo darme cuenta de que debía tomar otro camino.
-¿Cuándo decidiste dejar la facultad?
-La verdad es que me costaba mucho tomar la decisión porque sabía que eso iba a producir un caos en mi familia y de hecho lo produjo. Hasta el día de hoy me preguntan por qué no terminé la carrera (risas).
Aún recuerdo el día que estaba en la facultad tomando una clase de la materia Gas y Gasolina y el profesor estaba dando la forma de construir una red urbana de gas. En ese momento me pregunté qué hacía ahí. Así que agarré la carpeta, me paré y el profesor me preguntó dónde iba. Le dije que me iba y me indicó que no me olvidara de pedir los apuntes a mis compañeros y le aclaré que me iba... pero de la facultad (risas). El profesor me miró extrañado y yo me fui.
-¿Cuándo empezaste a hacer radio?
-Comenzamos en la trasnoche de Nihuil, en 1976. El programa se llamaba “Los Habitantes de la Noche”, pero nosotros no teníamos ningún tipo de idea sobre radio. Pero el programa fue señero para nosotros y la radiofonía mendocina. Como nos iba bien accedimos a tener otro programa de radio en la mañana de Nihuil. Eso fue todo un logro. A esa altura ya le había dicho a mi familia que se olvidara de la carrera de la universidad, porque todo marchaba muy bien. En el programa había muchos especialistas. Cada uno hablaba de algo en particular (deportes, espectáculos, etc.) y a la vez todos hablábamos de todo. Ahí comencé a hacer humor y comenzamos a hacer algunos sketches y también monólogos.
-Cuando creaste el tema "Otoño en Mendoza", ¿pensaste que iba a ser tan importante?
-No. En realidad lo hice un día de abril que iba a tomar un micro a la Terminal. Ese día las montañas se veían azules, el cielo iba desde celeste hasta naranja y los árboles estaban amarillando. Ahí me dije la frase “no es lo mismo el otoño en Mendoza”. Cuando llegué a mi casa me senté a escribir y fue como si me la dictaran. Desde la letra inicial hasta el punto final. Ahí se la di a Damián Sánchez y él la cajoneó.
Esto fue en 1978 aproximadamente. Dos años después, en un asado, Damián me preguntó si recordaba la poesía de otoño que había compuesto y la verdad es que no me acordaba. Pero se levantó, me dijo que la había hecho tonada y me la cantó. Para mi era una tonada más. Pero el intérprete, que era Pocho Sosa, estaba ahí y se dio cuenta de que el tema estaba muy bueno. Nos dijo que no teníamos idea de lo que habíamos compuesto.
-Pero fue un gran éxito...
-A los dos años de eso comenzamos a hacer un espectáculo en conjunto con Pocho. E incluimos el tema. Y nos empezó a causar sorpresa cómo la gente cantaba el tema. Esa fue la confirmación de que era un éxito. La verdad es que el tema nos pasó por encima. Fue elegido, en una encuesta del Diario Los Andes, como la canción mendocina del siglo.
-Tuviste una gran relación con Mercedes Sosa...
-A Mercedes la conocí a través de Pepete Berti, que era su guitarrista. Él le pasaba nuestros temas a ella. El primero que grabó se llamó “Marrón” y también “Hermano dame tu mano”, que aquí no es tan conocida pero es una canción muy famosa. Con “Hermano...” y “Otoño en Mendoza” ganamos un premio Grammy junto a Mercedes. Eso fue hace ocho años aproximadamente. Compartimos mucho con ella. De hecho nos tratábamos de ‘pariente’ por tener el mismo apellido. Su hijo Fabián me dice tío.
-¿Cuándo comenzaste a hacer monólogos en televisión?
-Los primeros los hice en el canal de cable Aconcagua. Luego de eso me fui a Buenos Aires a dirigir la revista Billiken y a mi regreso a Mendoza comencé en Canal 9. Originalmente eran al mediodía antes del noticiero. Después cambiaron a la noche y llegamos a hacer hasta dos monólogos por día. Creo que esa fue mi mayor trascendencia.
Me gustó mucho hacer televisión de esa manera. De todos modos, si comparamos los medios, me gusta mucho más la radio. Es mucho más caliente. La tele es fría. Pero la televisión ha hecho que me conozca mucho la gente. Voy por la calle saludando todo el tiempo y en el interior de la provincia sucede mucho más.
-Y te convertiste en un mendocino más...
-Yo me considero mendocino. Jamás voy a renegar del lugar donde nací. Pero aquí me han pasado muchas cosas muy buenas.
-¿Alguna vez imaginaste que podía sucederte todo esto?
-No. Mi ambición era escribir y por suerte lo hice y lo sigo haciendo. Y creo que esa ambición me fue llevando a otros sitios.
-¿Qué es lo que más disfrutás de tu día a día?
-Escribir e ir a la radio son mis dos grandes pasiones.