El domingo 6 de enero de 2002, en una conferencia de prensa convocada de urgencia, el entonces ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, anunció el final del 1 a 1. Desde ese momento se puso en marcha un conjunto de medidas “de puro sentido común”, cuyos ejes centrales fueron continuados y profundizados por su sucesor, Roberto Lavagna.
Con una escasa exposición pública mínima (“sigo yendo a la popular de Gimnasia y ni me reconocen”) y luego de años como representante argentina ante la Comunidad Europea hasta hace casi un año, volvió la persona que tuvo que decirles a los argentinos que un peso no era un dólar y que los U$S50.000 millones en depósitos no estaban en los bancos.
-¿Cuál es hoy el principal problema de la economía argentina?
-El principal problema es la estrategia económica porque está basada en un incentivo exacerbado del consumo que no tiene en cuenta la necesidad de generar más inversiones, para abastecer ese consumo creciente, y aumentar las exportaciones industriales.
Aumentar el consumo es útil para reactivar la economía, pero no para crecer, porque aparece la inflación. Y en paralelo se incentiva el gasto público y aparece el déficit fiscal y por la inflación se atrasa el tipo de cambio, con lo cual empieza a generar problemas en el balance de pagos. Y escasean las divisas ...
-... se fueron diluyendo los "cuatro pilares del modelo" ...
-Claro. Ahora nos encontramos que con que aquellos pilares que comenzaron en 2002 y que se mantuvieron durante toda la presidencia de Néstor Kirchner, el equilibrio fiscal, el superávit de la balanza de pagos, el control de la inflación y, en consecuencia, un tipo de cambio competitivo fueron desapareciendo. De una estrategia más equilibrada se pasó a una basada en el consumo.
Ahora no solo tenemos problemas inflacionarios, sino también con la oferta, con la capacidad instalada, con la inversión y en la infraestructura básica. Estamos yendo a un callejón que, dentro de un programa como el actual, no tiene salida. Yo creo que estamos en una situación de muy bajo crecimiento con inflación y este modelo está agotado.
Esto no significa una crisis inminente. A diferencia de años anteriores, ahora el sector agropecuario se multiplicó por 5 y los precios son tres veces superiores a los de décadas anteriores. Los términos de intercambio para la Argentina crecieron 60%. Tenemos una disponibilidad de divisas muy importante.
-¿Si hay tantas divisas por qué el Gobierno impuso el cepo cambiario entonces?
-Para el Gobierno es necesario porque están actuando sobre las consecuencias y no sobre las causas. La cuenta corriente es deficitaria, no superavitaria, es decir, salen más dólares de los que entran.
Por eso no crecen las reservas. Desde 2008 a la fecha no aumentaron. El tipo de cambio respecto de los salarios, que definen los costos y la competitividad, se deterioró y además hubo una tremenda fuga de capitales. Desde 2003 se fueron U$S80.000 millones, casi un cuarto del PBI. Por eso, en lugar de tomar medidas cambiarias y políticas para que las divisas se queden en país y generen inversiones legítimas, el Gobierno prefiere controlar el mercado cambiario.
-Dicen que es para no devaluar...
-Yo me niego a hablar de una devaluación como si fuera algo mágico y que resolviera los problemas. Lo más importante es empezar a cambiar la estrategia económica. Volver a aquellos cuatro pilares de la economía y empezar a buscar buscar los mecanismos para que las inversiones y las exportaciones crezcan lo suficiente.
-Igual ese conjunto de medidas llevaría un plazo...
-Si por supuesto. La crisis de 2001 se genera por la no previsión de años anteriores. En el 97, 98 se comenzó a hablar de la salida de la convertibilidad y de eso no se podía hablar. Si uno deja pasar el tiempo y cuanto más tiempo pase, peor será la situación. Este año crecemos un 1% el año próximo si las lluvias son buenas y Brasil crece, creceremos 3%.
-¿Cómo puede ser que pase eso en un mundo que está creciendo?
-En 2009, el mundo cayó 0,6% y este año crecerá 3,3%. Hay crisis en Europa. Pero así y todo, China y la India crecen al 7,5%, América latina el 3,5%, Japón y Estados Unidos el 2,2%, y nosotros el 1%, ¿de qué crisis hablamos? Con la soja a U$S 550 la tonelada.
-Usted tuvo que destrabar el peor cepo cambiario, que fue la convertibilidad. ¿Cómo se sale del actual?
-Primero es cambiar de estrategia. Y eso implica volver a los 4 pilares. Uno puede plantearse un programa de 3 años para ir frenando la inflación, generar superávit fiscal, recuperar el saldo externo y desde ahí comenzar a recuperar la libertad en el mercado cambiario.
-¿Tiene costos?
-Sí claro que tiene costos. Pero es preferible asumir un costo mínimo ahora y no uno mucho más grande después. Yo no pido que el Indec sincere de pronto sus números. Pero si ir acercando los números a los reales.
Poco a poco se va recuperando el superávit y con una política monetaria se puede ir acotando la suba de precios. Los subsidios son $90.000 millones, más que toda la ayuda social, equivalen a 4 puntos del PBI, más de lo que haría falta para acercar las jubilaciones al 82%. La situación se está desmejorando, pero no es la misma situación. En 2001 hubo un crac y se debió aplicar un shock.
-¿Aún hay tiempo?
-Ahora hay tiempo para hacerlo de manera gradual. En su momento, los subsidios los pusimos para afrontar la crisis e incluso creamos la tarifa social, para los sectores de menores ingresos. Pero nunca pensamos en congelar las tarifas para siempre. La gente debe pagar lo que corresponde, aquí se hizo exactamente lo contrario de lo que dice la teoría y la práctica económica: se subsidió la oferta.
Esto es favorecer a los ricos y pobres por igual y la demanda se hace infinita. Y las empresas no invierten porque no saben cuál es el subsidio para el año próximo y nadie hace nada. La consecuencia es que no hay inversiones en infraestructura y la demanda se hace infinita. Nos descapitalizamos de todas maneras: perdemos las reservas de energía, los trenes no sirven, las autopistas están colapsadas, falta gas en invierno y luz en verano. Somos todos más pobres.