“‘Jopie’, ven aquí”. Su madre, convencida del potencial que mostraba el niño con apenas 10 años, lo llevó a una práctica en el Ajax de Amsterdam, donde quedó por encima de otros 300 chicos. Corría el año 1957 y Johan Cruyff pisaba por primera vez el club que lo volvería una gloria del fútbol holandés, donde conocería a quien fue su más grande maestro: Rinus Michels.
El entrenador, convencido de las condiciones futbolísticas de ese flaco endeble, preparó un intenso entrenamiento físico para poder sobrellevar el roce del fútbol de aquellos años. Apenas 7 años después, ‘Jopie’ debutaba en la primera del club, marcando un gol. El año 1964 avanzaba entre descalabros y nuevos descubrimientos y la leyenda escribía su primera página dorada.
Rebelde, dueño de una personalidad explosiva, el holandés pronto dejó en claro su enorme capacidad para captar conceptos y guiar a sus compañeros dentro del campo de juego. Confrontativo, irónico y ambicioso, siempre daba los porqués de sus órdenes o indicaciones. Nadie se atrevía a contradecirlo cuando hablababa de técnicos que enseñan y técnicos que solo entrenan. “Claramente Johan estaba en el primer grupo”, admite César Luis Menotti, quien admiraba al holandés.
De la mano de Rinus Michels, el Ajax de Cruyff desplegó un fútbol que desde lo estético y lo efectivo fue inolvidable. De ahí asimiló conceptos y tácticas para cambiar, como DT, el fútbol físico de aquellos años. “Johan Cruyff fue un avanzado a su tiempo. En su etapa de jugador marcó una época; pero como entrenador revolucionó el concepto de fútbol total. Con su Ajax demostró a todo el mundo que era posible ganar títulos jugando bien al balón”, cuenta para su artículo en La Vanguardia, de España, el periodista Josep Fita.
Luego de ganar la UEFA Champions League en el estadio de Wembley, el 2 de junio de 1971, ante 90 mil espectadores, frente al Panathinaikos, Ajax negoció su venta al Real Madrid sin consultarlo.
Él, fiel a esa personalidad rebelde que siempre lo caracterizó, eligió cambiar de vereda. Enfrente, con los brazos abiertos, lo esperaba un Barcelona hundido en las posiciones y con una sequía de títulos que ya llevaba 14 años. Y él no defraudó. El noveno título liguero cayó por decantación, tras una temporada excepcional del “14” (usaba ese número como otro gesto de rebeldía) y los simpatizantes blaugranas lo amaron.
Su estadía en Barcelona lo hizo incorporarse muy rápidamente a la cultura catalana y su tozudez lo hizo tener problemas incluso con el régimen franquista de aquellos años. ¿El motivo? Decidió ponerle a su tercer hijo Jordi, cuando el gobierno de Francisco Franco no permitía el uso de nombres en catalán.
Todo lo que tocaba en aquellos años se volvía oro. Su llegada a la selección de Holanda, donde destacaban Van Hanegem, Willy y Rene Van De Kerkhof, Johan Neeskens, Rob Rensenbrink y Johnny Rep, entre otros, sirvió para guiar a aquella extraordinaria camada de jugadores a la final del mundo de 1974, que luego perdería 2-1 ante el local, Alemania.
“Demostramos al mundo que puedes divertirte mucho como futbolista, que puedes reír y pasártelo en grande. Yo represento una época que dejó claro que el fútbol bonito es divertido y que, además, con él se conquistan triunfos”, dijo tras aquella final.
Hasta 1978 duró su estadía en España. Un intento de secuestro sufrido en presencia de su esposa e hijos lo hizo abandonar la idea de participar del Mundial de 1978 en Argentina (ver Su ausencia...) y emigró a Estados Unidos, donde entre 1979 y 1980 jugó en Los Angeles Aztecs y Washington Diplomats. Un año después, tras pasar por Levante de España y un breve retorno a Washington Diplomats, volvió al Ajax.
A los 34 años, el fútbol comenzaba a despedir a uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos. Ahí consiguió dos nuevos títulos y sumó una anécdota para aplaudir: ejecutó un penal de forma indirecta, cediendo el balón a Jesper Olsen para luego recibir la devolución y anotar un gol histórico. 33 años después, Lionel Messi y Luis Suárez lo repitieron ante el Celta. Un homenaje a quien cambió la filosofía de juego del Barça.
Hace unos años, cuando ya era DT del club catalán, un periodista quiso entrevistarlo y, luego de un largo rato, lo encontró sentado arriba de un balón de fútbol. “Estoy en mi oficina”, se excusó.
En 1991 se llevó un gran susto al sufrir un infarto. Adicto al cigarrillo, cuando era jugador solía fumar en los entretiempos de los partidos. Ese vicio finalmente sería su verdugo, tras declarársele, en octubre de 2015, cáncer de pulmón que le quitó la vida el pasado 24 de marzo.
Si su juego se destacaba por su capacidad técnica y velocidad, su filosofía puede ser resumida en una de sus sentencias: “Si nosotros tenemos la pelota, ellos no pueden marcar”. Al “fútbol total” que había desplegado de la mano de Rinus Michels en el Ajax, le agregó posesión de balón y mantuvo el juego ofensivo en su llegada como técnico al Barcelona.
Bajo un 3-4-3, con dos extremos que hacían ancho el campo de juego para la llegada de los volantes que desconcertaban al rival, su equipo desplegó un fútbol elegante. “La gente debería ser capaz de jugar en todas las posiciones del campo. Por eso es tan importante que todos escuchen durante las conversaciones tácticas. El extremo izquierdo no puede dormirse cuando el entrenador habla sobre el lateral derecho”, decía.
En ese Barcelona histórico, donde destacaban Romario, Laudrup y José María Bakero, un joven ‘Pep’ Guardiola hacía su debut y pronto se convertiría en el capitán y ‘cerebro’ de aquel equipo que ganó todo lo que jugó. Aquellos jugadores recuerdan una de sus máximas antes de abandonar el camarín rumbo al campo de juego: “Es mejor caer con nuestro propio punto de vista que con el de otra persona”. He ahí sus convicciones.
El Tulipán de Oro, ese que en 2004 fue reconocido por la FIFA como el mejor jugador europeo de todos los tiempos, nunca ganó un Mundial. “Sin embargo, todos se acuerdan de él”, confiesa Menotti. Mejor será no decir más. El “Flaco” algo sabía de fútbol.
Su ausencia en el '78 y su humildad
Aunque muchos entendieron su ausencia en el Mundial de 1978, disputado en Argentina, como una forma de protestar contra la maldita y sangrienta dictadura que se desarrollaba aquí y en otros países del continente, lo cierto es que lejos estuvo de ser real ese motivo.
Tiempo después, cuando un medio catalán le pidió la palabra para saber sobre muchas de sus decisiones, Cruyff reconoció que un violento asalto en su casa que sufrió junto a su mujer y sus hijos fue determinante para no participar de aquella Copa que su seleccionado perdió en tiempo suplementario.
“Te tengo un profundo agradecimiento, me hiciste famoso en todo el mundo”, le dijo alguna vez César Luis Menotti, el DT de aquella Selección Argentina, mientras Cruyff lo miraba sorprendido.
"¡Porque no fuiste al Mundial! Gracias a vos pudimos ser campeones del mundo”, remató entre risas el argentino. Johan, que tenía un aprecio y un gran respeto por el fútbol argentino, no demoró demasiado su respuesta: “Yo podría haber ido, pero tú tenías a Kempes”. Inolvidable.