Es un estreno importante, pues son 70 los países a los que llegará en simultáneo la segunda temporada de "El jardín de bronce". A través de HBO, y poquito antes del primetime que era de "Game of Thrones" (mañana domingo, a las 21), el estreno de esta segunda entrega se perfila desde ya como una gran apuesta de la señal.
Por eso la expectativa. Por eso la ansiedad de todos sus involucrados. Incluido Joaquín Furriel, quien interpreta a Fabián Danubio, el protagonista. "A diferencia de la primera temporada (N. del R.: emitida entre junio y agosto de 2017), acá hay más locaciones y es más vertiginosa. Es un policial mucho más de género. Ahora Danubio se va involucrando más en ese género", señala el actor en entrevista telefónica.
La trama de esta nueva historia, creada por Gustavo Malajovich y Marcos Osorio Vidal, seguirá la historia de Danubio luego del reencuentro con su hija Moira (Maite Lanata), a quien buscó desesperadamente durante diez años.
Pero mientras ambos combaten sus fantasmas e intentan acercarse, un acontecimiento inesperado lleva a Fabián de regreso a una nueva investigación. Daniel Cosme -líder de una de las barras bravas más populares del fútbol argentino- fue apuñalado y su hijo de 15 años, Martín, desapareció sin dejar rastro. Andrea Rodríguez (Paola Barrientos), la madre de Martín, se aproxima a Fabián para pedirle ayuda, pues ella también había confiado el caso de su hijo al detective César Doberti (Luis Luque).
Dirigida por Pablo Fendrik y Hernán Goldfrid, esta miniserie cuenta con producción ejecutiva de Luis F. Peraza, Roberto Ríos y Paul Drago, por parte de HBO Latin America Originals y de Adrián Suar y Diego Andrasnik por parte de Pol-Ka.
-Danubio ahora va a tener dos frentes: una nueva búsqueda, pero también la difícil relación con su hija, ¿ves que se ha complejizado el personaje?
-Sí, es que la primera temporada lo deja en un lugar muy incómodo porque buscaba a la hija, pero lo que encuentra es un problema. Un problemón, porque no es su hija biológica y encima estuvo en cautiverio diez años en un lugar de lo más inhóspito. Entonces, en esta segunda temporada vamos a ver la gran dificultad que tiene Fabián para ver cómo estar con esa hija y cómo ir acercándose a ella. Es muy interesante cómo Malajovich y Osorio Vidal han desarrollado el vínculo de ellos dos.
-De repente se da cuenta de que es padre, porque son diez años de ausencia...
-Sí, pero también es extrañamente padre de una hija que le pertenece a los Rauch. Es hija del incesto. Es padre de un problema, un problema heredado de una familia que no le corresponde. Es muy macabro lo que le pasa a Fabián con ella, pero también la quiere, porque es su hija. Es ahí donde, en mi caso como actor, se produce una gran empatía con el personaje, porque a pesar de toda esa dificultad él no quiere desentenderse y la quiere ayudar. Quiere ser su padre. Es muy valioso eso en el personaje.
-¿Cómo fue preparar la psicología de un padre al que le han robado tantos años de paternidad? ¿Te documentaste con libros, películas, casos reales...?
-No, en realidad hablamos mucho con los directores. No siempre trabajo igual, pero en el caso de “El jardín de bronce” trabajé haciéndome preguntas. Cuanto más interrogantes uno se hace como actor más posibilidades tenés después de que se te lean los pensamientos en una situación. “¿Cómo será de repente convivir con un desconocido?”, me pregunté, porque no es muy diferente a eso. Fabián vivió diez años solo y de repente está viviendo con una adolescente. Eso sería una tensión para cualquier persona, y sumale que en esos diez años la adolescente estuvo apartada de la vida urbana, viviendo en un lugar extrañísimo, con normas muy particulares y tremendas. Por eso es muy interesante lo que planea esta serie: cómo en este mundo que se presenta complejo y hostil, de repente ocurre este intento de ayudar y acompañar a una hija.
-La paternidad quizás te toque de cerca, ¿cuántos años tiene tu hija?
-No tanto, porque ella tiene 11 años. Además, no tengo una manera autobiográfica de trabajar...
-Pues la biografía a veces se filtra.
-En mi caso no. Tiene más que ver con mis deseos creativos. Me gustan mucho los personajes solitarios porque me atraen, pero eso no significa que en mi vida sea un lobo estepario. Solo tengo eso que me atrae y voy buscando personajes a los que le pasen esas cosas.
-Después de tu ACV dijiste que tomaste eso como una señal para bajar un cambio, y desde entonces imagino que elegís con más atención tus proyectos. En ese sentido, ¿qué es lo que tiene que tener un guion para que vos digas que sí?
-En principio, ver qué impresión me causa el personaje cuando lo leo, pero después está la historia: el contexto en el que se va a contar esa historia. Por ejemplo, hace años que quería hacer “Hamlet”, y desde hace cuatro años que con Rubén Szuchmacher estamos buscando el momento de hacerlo. Apareció en nuestras agendas la posibilidad de hacerlo este año. Pero no es Hamlet a como dé lugar y en cualquier lugar. Es “Hamlet” en la sala Martín Coronado, para 950 espectadores, con el elenco que tenemos... yo quería hacer Hamlet en ese contexto.
-O sea que tiene que ver con varios factores: no solo la historia, sino hasta los deseos que tengas en algún año...
-Sí,en parte sí. Pero con los años aprendí que mi trabajo es mi trabajo. Además no me resulta muy seductor cruzar la realidad con la ficción, lo mediático. No me seduce en lo más mínimo, no hay nada que me erotice del cruce de eso. Por un lado tengo un personaje social, que lo hago para promocionarme y está bien. Después, fuera de eso, terminó mi trabajo y nada... estoy con mi familia, con mis amigos, mi vida.
-En relación a los proyectos, ¿es poco probable que te volvamos a ver en una tira diaria?; por el nivel de exigencia...
-Entiendo que no podría estar 10 meses haciendo una tira diaria por la cantidad de horas. En su momento me daban ganas porque la tira diaria me empezó a acercar a un público que no está ni en el teatro ni en el cine. En el contexto en el que yo estoy trabajando ahora, ese público no está. Desde ese lugar, me seduce por momentos la posibilidad de estar en una tira diaria. Hice muchísimas y me encanta. Pero también es cierto que hay un momento en el que tengo que ser muy conciente de cuál es mi límite de energía y de ganas. Además, otra cosa que me está pasando es que estoy teniendo cada vez más ofertas laborales fuera de la Argentina también, entonces la agenda se pone compleja. Termino “Hamlet” y me voy a filmar a Holanda y España una película holandesa. En ese momento uno se pregunta si podría estar diez meses haciendo una tira.
-El teatro fue tu primer amor, y como has dicho antes has vuelto, y en un tremendo papel. ¿Te ha transformado como actor abordar un personaje tan exigente y complejo como Hamlet?
-Sí, es como Segismundo en “La vida es sueño”, o Edgar en “El rey Lear”. Pero no creo que vuelva a hacer un personaje de la dimensión y de la complejidad de Hamlet. A veces me veo actuando y me digo que esto lo tengo que disfrutar en cada respiración y en cada texto porque no voy a volver a vivir una experiencia tan intensa y tan potente. Es, hasta el día de hoy, el personaje más popular del teatro universal. Tener la posibilidad de hacerlo es mágico.