Con un concierto de dos horas y media llevado a cabo en un Gran Rex colmado el pasado viernes, Joan Manuel Serrat dio comienzo en Buenos Aires a la gira latinoamericana con la que aterrizará en Mendoza el próximo 16 de marzo en el Arena Maipú Stadium (ver página 9). Allí estará presentando “Antología Desordenada”, el disco cuádruple de reciente edición con el que revisitó, a través de nuevas versiones, cincuenta canciones que celebran sus cincuenta años de carrera.
Acompañado por David Palau en guitarras, Ray Ferrer en bajo y contrabajo, Vicente Climent en baterías, Josep Mas en teclados y Ricardo Miralles (con quien trabaja desde 1968) en piano y dirección musical, el intérprete catalán brindó un show repleto de sutilezas tanto desde la interpretación instrumental despojada de orquestaciones ampulosas como desde su humor, con el que sin demagogias ni lugares comunes se dedicó a entretener al público entre canción y canción con monólogos que lo acercaron a una performance de stand up que hizo las delicias de su audiencia.
El show arrancó con “El carrusel del Furo”, “De vez en cuando la vida” y “De cartón piedra”, con Serrat apenas teatralizando su performance con leves gestos y movimientos que por momentos recordaban la atrapante elegancia de Aznavour o la gracia desenfadada de Elvis, héroes de su juventud: así podía tirar un acorde con la guitarra y congelarse en el aire, mover sutilmente las caderas, hacerse el tonto con sutil picardía y frenar entre canciones con un “Bueno, bueno, haya paz” los gritos de “ídolo” o “genio” que iban llegando desde las gradas por parte de señoras que aún con su marido al lado no evitaban mandarse también con declaraciones de amor en varias ocasiones subidas de tono, a las que él apenas respondía con una sonrisa llamando a discreción y espetando sin vueltas: “Entiendan que mis posibilidades de correspondencia son limitadas”.
De esa manera fueron pasando “Mediterráneo”, “Romance de Curro el Palmo”, “Algo personal”, un homenaje sin falsos sentimentalismos a Yupanqui con “Vendedor de yuyos” y “Hoy por ti, mañana por mí”, tema que grabara en “La orquesta del Titanic” junto a Sabina en el álbum que presentó en su último show en Mendoza, en 2012.
Los puntos altos del show fueron aquellos donde la interpretación se redujo a arreglos espaciados de no más de uno o dos instrumentos, permitiendo de esa manera que la voz de Serrat generara el hechizante estado de gracia que acompañó al piano minimalista de “Mi niñez” o a la nota grave sostenida del contrabajo en “Cançó de Bressol”, intensa pieza en catalán basada en una jota aragonesa que abre su último trabajo y que compuso durante su juventud en homenaje a su madre: “La canción más entrañable que he escrito”, confesó Serrat al presentarla.
El momento de los invitados llegó con Víctor Heredia, junto a quien interpretó “Aquellas pequeñas cosas”, la misma canción que Serrat grabara junto a Mercedes Sosa en su álbum “Cantora”. Luego subió al escenario Celeste Carballo para “Lucía” y al final los tres interpretaron juntos “Fiesta”, tema que además de Heredia y Carballo cuenta en “Antología Desordenada” con la participación en conjunto de Adriana Varela, Patricia Sosa, León Gieco, Fito Páez, Alejandro Dolina y César Isella.
Luego llegarían “Hoy puede ser un gran día” y “No hago otra cosa que pensar en ti”, ambas del disco “En tránsito” (1981). Y tras una aggiornada versión en clave bossa de “Penélope” cerró con un medley compuesto por “Tu nombre me sabe a hierba”, “Barquito de papel” y
“La mujer que yo quiero”, todo para volver al rato ante la insistencia de la audiencia con “Pueblo blanco” y “Bienaventurados”. De esta manera el público quedó no sólo satisfecho sino también con la certeza de que, con 71 años de edad y cincuenta de carrera a cuestas, el espíritu, la voz y el talento de Serrat continúan intactos.