Jessica Kessel, entre la vanguardia y el espíritu retro

La diseñadora profesa desde muy chica la pasión por el calzado. Un amor que la hizo posicionarse en el mercado desde la originalidad de su trabajo artesanal, con líneas netas, geométricas y colores plenos.

Jessica Kessel, entre la vanguardia y el espíritu retro

Desde su local de San Telmo (desde el 2015) podemos imaginar a la joven diseñadora de zapatos Jessica Kessel, atenta y apasionada en cada uno de los detalles que hacen a la cadena de elaboración y atención de sus originales diseños.

Un amor que descubrió de manera innata, y que germinó en una forma de “construirlos”, que permiten pensar al zapato como una pieza escultórica.

¿Pero cómo nace semejante idilio, más allá de la moda?

Jessica lo describe desde la historia familiar: “si bien no conocí a mi abuela, que era diseñadora, mi  mamá heredó el hecho de ser muy cuidadosa con la ropa y los zapatos; algo que desde muy chica me hizo despertar la admiración y curiosidad por las prendas y todo lo que tuviese que ver con ese universo... Mi viejo me contaba que cuando él hacía zapping en la tele, y yo escuchaba la musiquita de desfile, le pedía que lo dejara ahí y me quedaba anonadada viendo cada gran y pequeño detalle de todo ese universo”, cuenta.

- Una pasión que fue creciendo...

- Con los zapatos me pasó desde pequeña tener una  fascinación difícil de explicar. Recuerdo unas botinetas de cuero, medio tejanas, bajitas, con con cadenitas, que amaba y no me sacaba nunca. También  unos zapatitos de taco alto, y de plástico, que eran coleccionables y se compraban en las jugueterías.

¡Cómo me gustaban!; y eso que era re-chica (cuenta desde el otro lado de la línea casi como si los estuviera viendo). Cuando fui creciendo me llamaban mucho la atención los zapatos singulares, diferentes, y que incluso no se usaban a mi edad.

- ¿Qué te seducía de ellos?

- Entre muchas cosas el color, aún recuerdo unos de gamuza turquesa, con una punta cuadrada, estilo retro. Tenía 16 años y caí en la cuenta de que las líneas de otras décadas me movilizaban y ejercían una atracción especial.

- Pero empezaste antes en el mundo de la moda, ¿no?

- Rondaba en ese universo, de hecho estudié producción de moda en Espacio Buenos Aires con Flores Argüello (referente), con quien trabajé como asistente acercándome al mundo de la moda, y a la producción de colecciones o presentaciones en pasarela. También viví en Granada (España) por un tiempo, pero no terminaba de encontrarme con lo que sería más tarde mi pasión.

Sin embargo trabajar en el mundo de la moda terminó por despertar en mí las ganas de crear algo propio, una pieza diferente. Algo único, personal y no de tendencia.

- ¿Cuándo fue el clic completo hacia la fabricación de tus propios zapatos?

- Cuando me di cuenta de que prácticamente era una coleccionista de calzado (ríe). Me encantaba buscar zapatos raros, con historia, y supe que podía hacer los míos propios.

Así fue que empecé a investigar cómo era el proceso de hacer un zapato, y arribé al taller de Fernando López Bizcaino; un maestro zapatero que me enseñó el oficio. Cuando pude probarme el primer par de zapatos que había hecho yo misma, el amor  fue eterno.

- ¿Lleva mucho tiempo el proceso?

- Sí, mucho tiempo y dedicación. No es tarea sencilla hacer un par de zapatos, aunque parezca que sí. El calzado artesanal es muy cuidado, y se llega a tardar para una producción un promedio de un mes y medio, a dos. Es un proceso laborioso, desde que se hace el molde sobre la horma, para luego bajarlo al plano y hacer la muestra.

Si llega a estar bien, se prueba para luego enviarla a cortar y a aparar (que es la costura). Luego se manda a armar sobre la horma, y posteriormente se envía a deformar (para sacarla de la horma). El proceso continúa con  el empaquista, en una cadena eslabonada en la que intervienen de seis a siete personas; ya que se trata de una elaboración absolutamente artesanal.

- ¿Vos detrás de cada paso?

- Siempre. Lo más importante es ver el principio de la muestra, ya que uno la va levantando para darse cuenta si el zapato cae bien, si es cómodo, si la altura del talón es la correcta,  si no lastima. En síntesis: hay muchos pasos a cuidar cuando se hace el diseño de calzado.

Las muestras las hago en mi número (39), aunque en realidad los talleres suelen hacerla en 36. Me quieren matar pero yo las pido en 39 (ríe). La razón básica es que necesito probarla, sí o sí, para poder conocer de primera mano al zapato. Cada pie es único y yo tengo que saber qué les puede sentar bien a las clientas de acuerdo a cada una, ya que no todos los zapatos y hormas caen bien.

- ¿Cuáles son los puntos de inspiración?

- Entre las variables que me inspiran mucho están la geometría, el color y las combinaciones lúdicas. La inspiración me viene de todos lados, desde estar escuchando música en cualquier sitio y comenzar a dibujar para dar con algo nuevo, hasta viajar y permanecer atenta a todos los estímulos a mi alrededor.

Me gusta mucho sacar fotos, o irme a barrios de Buenos Aires que no conozco y fotografiar edificios antiguos, o ir en subte y observar a las personas, los colores de la ciudad. En definitiva: todo lo que me rodea.

- ¿Pero lo retro te puede y se filtra entre esas ideas?

- Sí mis épocas preferidas son los años ‘60 y los ‘20, éstos últimos más que nada me parecen cautivantes. Tengo tacos bajos, cuadrados, chatos. Es lo que buscaba cuando arranqué y que me costaba encontrar. Hago un taco no tan alto, de 4,5 o 5,5, cm en promedio; el más alto es de 8,5.

Trato de que una pueda estar de día o noche bien elegante, sin resignar diseño, pero cómoda. Por otro lado, no trabajo las denominadas “colecciones por temporada”, ya que entendí que mi producto es atemporal. Entonces saco artículos nuevos más seguido, pero liberados de esa concepción.

- ¿Qué tiene que tener un buen zapato hoy?

- Dos de las cosas más importantes para mí son el estilo y la comodidad. Podés tener unos zapatos divinos pero estar incómoda y eso se nota en quien lo lleva. La originalidad es importante, más allá que pueda gustarte lo que esté de moda.

Para mí ser fiel al estilo que a uno le gusta e identifica es fundamental, y tiene que trascender lo que dicte la tendencia. Es decir, lo que definimos como sello personal.

La nueva línea presenta zapatos de corte masculino, como los acordonados con flecos y mocasines, interpretados en clave femenina; zapatos en punta de taco medio -toque de distinción infaltable en el catálogo JK-; botas bicolor de caña media y punta redondeada y unos mules muy audaces que nacieron en un viaje a Grecia.

El sello distintivo de la diseñadora es deconstruir los clásicos y reinventarlos bajo las reglas de su propia inspiración. De las vanguardias históricas de los años ‘20, recupera la audacia de la geometría y toma de los ‘60 y ‘70 un espíritu de libertad y experimentación con el color.

Info

Para conocerla mejor
Venta on line al interior del país
:  www.jkshoes.com.ar (envíos sin cargo)
En Facebook: Jessica Kessel Shoes
En Instagram: @JessicaKessel

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