Juan Jerónimo Flores (31) recuerda la génesis de su enamoramiento del tango cuando ya era un adolescente y vivía con sus padres y sus 7 hermanos en la casa de su abuela paterna, "en un barrio obrero, el Aeroparque de Las Heras".
En los '90, en esa casa invadida por una multitud, apareció un minicomponente con compactera: toda una revolución. "Con el equipo, mi papá le trajo a mi abuela parte de la colección de la revista Noticias de tangos".
A los 15 años, Jerónimo se pasaba las tardes enteras con su abuela escuchando esas melodías cantadas por hombres mayores que por alguna razón no entendía, lo envolvían. "Primero me generó curiosidad saber quiénes tocaban y, paralelamente, volví a despertar en mi abuela el amor por esa música que lo tenía aletargado y empezó a recordar quién tocaba, quién cantaba".
Sin querer, el tándem abuela-nieto despertó en el joven de pelo tupido y jopo rebelde que además trabaja como expendedor de nafta en una YPF, lo que con el tiempo se transformaría en su pasión. "Yeya, ¿cuál orquesta es esta?, le preguntaba".
Con los años, la abuela falleció y Jerónimo se comenzó a involucrar en algo parecido a la carrera de cantante. Con los tangos de Magaldi, Corsini, Gardel, empezó. "'Canchero', de Gardel me gustaba cantar". Terminada la secundaria, se anotó en Filosofía y Letras y duró poco. "Abandoné pero antes me había inscripto en el coro; quería aprender más y mejores técnicas con el canto. El director del coro, Gonzalo Villalba, me dijo: 'por lo menos afinás'; algo de lo que no estaba seguro. A los 19, en el coro, aprendí a cantar en público y me metí en una murga de estilo uruguaya en el barrio San Martín que se llamaba La Sanmartina".
Afuera
A los 23 años, "afectado emocionalmente", dice sin más, Jero Flores se fue a vivir solo a San Nicolás, al norte de Buenos Aires. "Mi familia siempre profesó la fe católica y en especial la devoción a la Virgen María. Mis viejos son peronistas y en los '70 militaron en Guardia de Hierro. Bueno, mis padres militaban en una orden laica, María del Rosario de San Nicolás. Allí me fui solo y vivía en una comunidad con jóvenes de otras provincias. Practicamos, desde el laicismo la fe católica; salíamos a peregrinar por los barrios y llevábamos adelante una vida de disciplina".
En San Nicolás, un tanto alejado del tango, el cantante conoció a quien hoy es su mujer, una chica hija de mendocinos que vivió una historia similar a la de Jero. Y en esa ciudad nació su primera hija en 2008. "Luego volvimos a Mendoza por un período corto y conocí a Gustavo Berjelí, guitarrista y compositor de tango al que le insistí para que hiciéramos algo. Así fue que debuté en 2010: tocamos varias veces en Tajamar, en bares chiquitos".
Ya medianamente instalado en el pequeño universo tanguero local, Jero conoció a Sebastián Kusselman, un versátil instrumentista con el que hizo buena yunta por un tiempo.
Otra vez
Con el poco dinero que le daba el tango, "en esa época ya tenía a mi hija y vivía con mi mujer y trabajaba en un puesto de la feria de Guaymallén con mi padre", Jero volvió a San Nicolás con su esposa y sus dos hijos porque ya había nacido el segundo.
"En 2012 regresamos porque en Mendoza nos iba mal económicamente. Allá me di cuenta de que el fuego de salir a tocar ya se me había encendido. Hice contactos con músicos de Rosario porque queda cerca de San Nicolás. Me presenté en lugares. Allá comencé a trabajar en una YPF como bombista y un poco como cantor de tangos".
En 2013, acompañado por un violero nicoleño llegó a ser seleccionado en un pre-Cosquín en el rubro cantor masculino de tango. "Finalmente no quedé seleccionado", dice con un dejo arrabalero.
Mendoza
En 2014, Jero y su familia volvieron a Mendoza. "Me di cuenta de que me faltaba saber cómo moverme en el mundo de la música, cómo encarar un proyecto. Tenía que aprender eso".
En Mendoza todo fue empezar de nuevo. El matrimonio consiguió trabajo en una farmacia pero duró poco. Los niños crecían. "Pusimos una verdulería y mientras tanto tocaba con Kusselman. Luego se produce un encuentro que para mí fue un quiebre para bien: conocí a la compositora y pianista Elbi Olalla; quien tenía la Orquesta Sísmica Mercalli en la que cantaban distintos cantantes. Me invitó al auditorio de radio Libertador y por primera vez canté con una formación oficial de tango. Luego aprendí de ella y de las personas que la rodean a ella".
A principios de este año, Jero editó "La medianera", un EP con 4 temas al que se puede acceder simplemente por Bandcamp. Desde hace tres años, el cantor se desempeña como bombero, bombista o playero de la YPF Beltrán del barrio Bombal. "Es un trabajo más difícil de lo que parece. Hay que manejar dinero, manipular combustible, tratar con los ánimos de la gente que a veces viene alterada y tenés que estar parado, caminando y tratar de no echarle diésel a un naftero", enumera.
Pero luego se pone serio y asegura, despojado de la manguera: estoy seguro de que en algún momento voy a vivir de la música. Lo sé porque soy cristiano; y creo".
El disco
La medianera (Ep)
Voz : Juan Jerónimo Flores
PIano : Elbi Olalla
Grabado, mezclado y masterizado por Pablo Conalbi en Mendoza , 2018.
Ilustración y arte de tapa : Mariano Mari
Video y fotografía : Juan Landreau.