Jerarquizar la educación

Nuevamente la iniciación del ciclo lectivo está en discusión como consecuencia de la paritaria del sector. Los maestros tienen todo el derecho a reclamar pero también la obligación de jerarquizar la educación porque están en juego las futuras generaciones

Jerarquizar la educación

El hecho se ha convertido en un clásico. Todos los años el inicio del ciclo lectivo corre peligro como consecuencia de la falta de acuerdo entre los gremios que nuclean a los trabajadores de la educación y la oferta que surge desde los ámbitos oficiales.

Para que esto ocurra se concatenan distintas variables, entre las que se destaca el hecho de que se trate de la primera de las paritarias que ingresa en la discusión y también porque el salario de los docentes no es de los más favorecidos dentro del ámbito de la administración pública. Pero si bien el sector tiene sus derechos, también debe respetar sus obligaciones.

La historia demuestra que los reclamos salariales previos al inicio de clases se han sucedido a lo largo de los años. Sólo ateniéndonos al actual período democrático cabría recordar lo que sucedió durante la gestión de José Octavio Bordón, cuando los maestros no comenzaron el ciclo educativo realizando un paro por tiempo indeterminado, el que sólo se levantó cuando el entonces gobernador decidió descontar los días no trabajados. Luego de ello, fueron reiterados los reclamos y los paros y hasta el Carrusel de la Vendimia se vio empañado por una protesta docente.

Este año no es la excepción, con la diferencia de que todo lleva a indicar que la discusión sobre los salarios se ha concentrado a nivel nacional, con su consiguiente reflejo en el interior del país, entre ellos Mendoza.

El problema, para el Gobierno, se centra en que el acuerdo que se alcance con el sector docente terminará siendo un “piso” para el resto de las discusiones paritarias, incluyendo a la actividad privada. De allí que el ofrecimiento porcentual sea acompañado por una suma fija por “presentismo” a los efectos de morigerar los porcentajes.

Precisamente el tema del presentismo es el que ha generado mayor discusión. Los dirigentes sindicales lo califican de “extorsión” porque -dicen- es una forma de obligar a los docentes a concurrir a su trabajo aún con problemas de salud.

Si bien es cierto que los docentes deben enfrentarse a cursos superpoblados, con los severos inconvenientes que plantea el trato con chicos, algunos de ellos con los problemas que acarrea la sociedad actual, no es menos real que el ausentismo en el área de la educación es importante y que en muchos de los casos genera que los alumnos terminen tomando clases de una maestra suplente que, a su vez, está cubriendo un cargo de otra suplente con problemas de salud ante la ausencia de la titular.

Más allá del tema en particular, también cabría establecer que si bien los docentes tienen el derecho de exigir, también deben ser conscientes de la responsabilidad que les cabe en su función de educar a las futuras generaciones.

Debe existir un compromiso del docente en la jerarquización de su gestión aunque para ello, también valdría aclararlo, deben contar con objetivos claros y concretos de parte de la conducción educativa, con el consiguiente apoyo que debe surgir desde los padres de los alumnos, un aspecto que se ha generalizado en los últimos tiempos.

Los problemas salariales de los docentes no son nuevos (a mediados del siglo pasado era común escuchar la frase “tiene más hambre que maestro de escuela”).

Los inconvenientes para el dictado de clases tampoco, al igual que los gastos que genera el dictado de clases. De allí que, para ser docente, lo que debe priorizarse es la vocación. Esa vocación llevará aparejado el cumplimiento de sus obligaciones, la jerarquización de la función y el respeto necesario de parte de la comunidad educativa.

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