En 117 páginas, el juez federal Sebastián Casanello tomó ayer una decisión de alto voltaje en la causa de Ciro James, el espía porteño: dejó al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, momentáneamente a salvo del juicio oral y público pero sin desprocesarlo.
Es la causa abierta en 2009 cuando se descubrió que el entonces agente de inteligencia o "pluma" de la Policía Federal y aspirante a entrar a la Metropolitana, estaba pinchando el teléfono del ex miembro de la asociación de Familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA, el ultrakirchnerista Sergio Burstein, y del astrólogo y cuñado de Macri, Néstor Leonardo.
Casanello, que remplazó en la causa al polémico juez Norberto Oyarbide, afirmó que no hay "pruebas suficientes" para mandar al banquillo de los acusados a Macri pero sí a James, al ex jefe de la Policía Metropolitana Jorge "Fino" Palacios, y al ex ministro de Educación, Mariano Narodowski, entre otros. La acusación contra Macri "pasó a sostenerse casi exclusivamente en su posición de vértice dentro de la estructura burocrática de su gobierno... Esta carencia de pruebas ... ubica al imputado en el difícil lugar de demostrar que algo no ha ocurrido, lo que desde antaño se conoce como prueba diabólica", agregó.
Casanello, que tiene además la causa contra Lázaro Báez, consideró "apresurada" la decisión de Oyarbide de mandar a Macri a juicio oral, al dictar la nulidad parcial del cierre de la instrucción en primera instancia. Por tal razón, llamó a declarar como testigo al ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, para el 15 de abril, entre otras nuevas medidas de prueba.