Jean-François Lyotard, ¿qué fue de la posmodernidad?

El filósofo francés fue uno de los que sostuvo el cambio de paradigma hacia la posmodernidad.

Jean-François Lyotard, ¿qué fue de la posmodernidad?
Jean-François Lyotard, ¿qué fue de la posmodernidad?

Él nació en la Francia de 1928. Transitó, en su vida cotidiana, los vertiginosos cambios que trajo consigo el siglo XX. Y no fue indiferente a esos bruscos virajes sino que se volvió protagonista.

Es que el filósofo francés Jean-François Lyotard observó, analizó y reflexionó sobre el paradigma moderno y sus estertores agónicos -hacia fines de los ‘80- y supo comprender lo que se avecinaba: el quiebre de los lenguajes, el individuo por sobre el sujeto colectivo, la desterritorialización, la identidad como un espejo trizado en fragmentos, la muerte de las vanguardias... En fin: lo que comenzó a denominarse posmodernidad.

Pero no sólo supo comprenderlo sino que lo relató, los instituyó en conceptos teóricos y, a través de su mirada, pudimos comenzar a comprender ese “nuevo mundo” en el que nos subsumimos, ya no como ciudadanos sino como consumidores voraces.

Fue Lyotard quien con valentía -ante sus pares de la academia- criticó la supremacía que toda la tradición filosófica occidental le concedió al discurso. De hecho, escribió sobre eso en su ensayo “Discurso, figura” en 1971; cuando todavía la geopolítica internacional se dirimía entre los fuegos de la Guerra Fría.

Con ese texto fue que comenzó a esbozar la necesidad de repensar en la “opacidad de las imágenes” que, desde la perspectiva del arte y la “defunción de lo figurativo”, pedía una nueva manera de analizar el fenómeno de la modernidad.

Ocho años después, con su ensayo “La condición postmoderna” (1979), Lyotard se instaló cómodamente entre los filósofos y teóricos de la Europa potencia para describir los rasgos del nuevo orden mundial.

En qué estamos hoy, ¿eh?

En 1985, en el diario El País de Madrid, Lyotard se explayó en una entrevista de donde extrajimos un par de sus afirmaciones que nos llamaron la atención. Pues, nos preguntamos: ¿están vigentes hoy los postulados del teórico francés en estos albores del tercer milenio?

Para encontrar respuestas, recurrimos a los que saben: los académicos. Gabriel Liceaga (licenciado en Sociología y Filosofía, doctor en Estudios Sociales Agrarios, profesor de las cátedras Problemática Filosófica y Sociología General de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo) es quien nos ilumina con algunas reflexiones.

Una de las afirmaciones de Lyotard, en el contexto de esa larga nota en El País, es la siguiente: “Ni el marxismo ni el liberalismo pueden explicar la actual sociedad”.

– ¿Es efectivamente así?

– Es parcial y obviamente adecuado. Vivimos circunstancias históricas diferentes a las del siglo XVIII y XIX y XX, cuando vieron la luz esos marcos de pensamiento. Ahora bien, eso no los descalifica totalmente como conjunto de ideas y valoraciones que puedan ayudar a comprender nuestro mundo.

En todo caso será necesario acudir siempre críticamente, es decir, con discernimiento y sin fanatismo, a aquellas y otras teorías sobre lo social, con el espíritu de rescatar lo que tengan para decirnos en el presente.

La segunda afirmación del teórico francés es tan provocadora como la anterior: “Debemos acostumbrarnos a pensar sin moldes ni criterios. Eso es el posmodernismo”.

Nuevamente acudimos a Liceaga:

– ¿Se puede hoy pensar "sin moldes ni criterios"?

– Esta afirmación es más problemática. No se puede pensar sin moldes ni criterios, ya que el pensamiento se estructura mediante categorías y las categorías son conceptos, es decir, “moldes” cuyo contenido y forma pueden variar y redefinirse, pero que siempre tienen la función de ordenar, seleccionar y relacionar determinados aspectos de lo real. Luego, ya que siempre habrá conceptos actuando (por ejemplo, el “posmodernismo” es precisamente eso, un concepto), a lo más que se puede llegar es a conocer bien los conceptos que estructuran el propio pensamiento. El eclecticismo teórico que parece defender Lyotard como propio de la condición posmoderna, mandando al retiro a quienes se empecinan en pensar con y a partir de corrientes teóricas más o menos estructuradas, esconde una trampa, porque pretende imponer un concepto (el propio) como el único válido para situarse en el mundo contemporáneo.

–¿Cómo se ve esa perspectiva teórica desde nuestra contemporaneidad?

– A esta altura, 30 años después de la fiebre de debates sobre el posmodernismo, el propio pensamiento de Lyotard puede tomarse como el de alguien que expresó conceptualmente un clima de época, que es y no es el nuestro (aunque cabría interrogarse hasta qué punto lo fue alguna vez, considerando el sesgo eurocéntrico de sus posicionamientos). Por ejemplo, el poder de los mass media, conceptualizado por éste y otros autores -aunque a veces sin la criticidad que merece este fenómeno- convive con una crudamente moderna lucha geopolítica entre Estados por el control de territorios (Siria). La explosión de la diversidad y la fragmentación de las identidades se ven capturadas y reproducidas mercantilmente, pero también se asiste al resurgimiento de fundamentalismos de toda laya (cristianos, musulmanes, nacionalistas, etc.). En definitiva, el pensamiento de Lyotard -como el de cualquier/a otro/a, finalmente- muestra sus límites epocales, aunque contra su consejo, parezca conveniente tenerlo en cuenta y no arrojarlo por la ventanilla de la historia.

A 20 años de su muerte, la producción teórica de uno de los franceses más importantes de su tiempo, bien puede cuestionarse: el mundo ha puesto el pie en el acelerador de la concentración capitalista monopólica (Facebook y sus filtraciones marcan el pulso de los nuevos problemas contemporáneos) y lo que parecía la muerte de la historia y los relatos inaugura otras tramas, otros discursos.

La política y el pensamiento

Como muchos de los teóricos franceses de su época, Jean-François Lyotard (Versalles, 1924; París, 21 de abril de 1998) estuvo en los inicios de su pensamiento e investigación, ligado al estudio del “freudomarxismo”. Libros como la mencionada “Discurso, figura” o “A partir de Marx y Freud” (1973) son ejemplos.

Fue colaborador del grupo Socialismo o Barbarie (pues tuvo una activa participación en el ámbito de la política) y un crítico de la razón ilustrada; de allí, “La condición posmoderna” (1979).

Entre otras de sus obras se cuentan “Instructions païennes” (1977), “Au just” (1979, en colaboración con Thébaud), “El desacuerdo” (1983), “El entusiasmo” (1986) y “Moralidades posmodernas” (1993).

Pero fue sin duda su libro “La condición postmoderna” el que lo etiquetó entre los teóricos de su época como uno de los mentores de ese concepto que tanto nombramos: la posmodernidad.

Junto a Jacques Derrida, François Châtelet y Giles Deleuze, fue fundador del Colegio Internacional de Filosofía.

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