En Mayor Drummond y casi lindante con el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú, del que toma su segundo nombre, se encuentra el barrio Jardín Casa de Fader.
Es un hábitat más bien pequeño, pegado a la avenida San Martín o camino a Luján, de unos 76 lotes, distribuidos en 5 manzanas, donde habitan alrededor de 300 personas. Muchas de ellas son niños que disfrutan, como tal vez no puedan hacerlo otros pibes del Gran Mendoza, de calles de tierra, una plaza descuidada, pero plaza al fin, donde juegan y se desplazan con libertad y seguridad para su integridad física.
Aunque hay 76 fraccionamientos, todavía se disponen de 4 ó 5 lotes sin construir y el número de viviendas ronda entre 70 y 72. Los vecinos que habitan el lugar lo califican como un lugar tranquilo, casi campestre o rural. Esa condición se debe a que por el este y el norte está rodeado de viñas de la Estación Experimental del INTA.
"Si hubieran más viviendas u otras construcciones donde ahora hay plantaciones, perderíamos el verde y cierto microclima que hace más fresco el sitio en verano", contó Amelia "Meli" Portas, arquitecta y ex concejal del departamento, quien vive en el área desde 1991.
Como solía pasar en aquellas épocas, el loteador se hizo cargo de la urbanización y los particulares levantaron las unidades habitacionales. Al principio algunas familias empezaron viviendo en prefabricadas y posteriormente las hicieron de material.
"Los primeros en asentarnos por aquí lo hicimos en la mitad de los ‘80, siendo la ejecución de la red de gas la tarea inicial que emprendimos. Éramos unos 25 habitantes y con ese reducido número, nos hicimos cargo de la inversión, que salió una verdadera fortuna", recordó Antonio Olivo, otro pionero.
La cartelería con los nombres de las calles y diversas señales se hicieron por administración, cuando la unión vecinal era presidida por Juan Cordón.
El asfalto fue declarado de interés público en 2004 por la Municipalidad de Luján, pero no se ejecutó y a eso se debe el mal estado de las calles, especialmente la de la entrada, Juvenilia.
Una aspiración muy grande de los pobladores de este conjunto habitacional es que se arregle la cañería troncal de abastecimiento de agua potable, que data de 1975, y se rompe con frecuencia. El riego por acequias, otra carencia, mejoraría el arbolado público y beneficiaría la imagen de la plaza, que luce muy dañada y abandonada, pese al cuidado que le dispensa María del Carmen, una diligente vecina que atiende el espacio público.
El loteo contaba con derecho de riego, pero nunca se derivó agua del canal Villanueva que limita con el barrio al sur, que es por donde el diseño de las cunetas debía abastecerse.
La composición etaria del Fader está dividida entre matrimonios jóvenes, de mediana edad y mayores, además de estudiantes que cursan en Agronomía y alquilan departamentos o viviendas habilitadas a tal efecto.
Cora Dediol - Profesora de Ciencias Agrarias: "Los chicos crecieron viendo crecer al barrio"
La profesora de Ciencias Agrarias, ingeniera Cora Dediol, es una de las primeras moradoras del barrio junto con su esposo, Jorge Carbajal. Allí crecieron los 4 hijos del matrimonio.
Su visión del lugar es la siguiente: "Una mención especial para los primeros habitantes que se enamoraron de la tranquilidad de la zona. Eran no más de 10 familias, que compartían el saludo amistoso, el cuidado de los niños y hasta algunos almuerzos comunitarios”. Más adelante, la mujer agregó: "Los chicos crecieron viendo crecer al barrio que fue su patio de juegos, el sitio para desarrollar su imaginación... Cada construcción nueva era explorada minuciosamente por ellos, que trepaban a las vigas y caminaban por los techos.
Cada verano a la siesta era una excursión hacia el zanjón, con cámaras de camiones para tirarse en un rústico pero apasionante rafting… Cuando algún vecino no podía alquilar la casa, los pibes se tiraban en la pileta grande abandonada, llena de verde y de sapos. Siempre estaban inventando casitas, acarreando maderas, clavos y martillos.
Cuando estaban listas, se peleaban y las desarmaban entre ellos y ¡vuelta a armar una nueva! A las escondidas no jugaban en cualquier lugar, lo hacían en el sótano del Museo de Fader. En la plaza dejaban abierta la canilla y se largaban de panza en el camino de barro que se formaba.
Ellos fueron recibiendo a los nuevos chicos que llegaban y les enseñaban todo lo que podían hacer. Juntos prepararon varios pesebres vivientes para toda la vecindad en Navidad y también organizaban bailes de disfraces.
Esos pequeños ya son hombres y mujeres jóvenes, y son pocos los que aún viven en el barrio, pero lo recuerdan con nostalgia; es el lugar especial, crecieron felices y sin problemas".
Conflicto vial en Alte. Brown y San Martín
La salida a la avenida San Martín para dirigirse a la ciudad de Luján o a la Capital es directa, pero solo en teoría porque el área se ha convertido en un sector muy conflictivo en términos viales.
Al punto de unión entre la calle Almirante Brown y avenida San Martín confluye un intenso tránsito, proveniente de Chacras de Coria en dirección a Aráoz u otros distintos destinos, sin considerar el intenso movimiento que genera la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo, con sus casi 1.000 alumnos, profesores y personal de apoyo.
Por añadidura está cortado el puente de calle Pueyrredón, frente a la escuela Fray Inalicán, circunstancia que aumenta el volumen de vehículos que se amontona en determinados horarios en el cruce de la estación de servicios y el caos se adueña de la zona. Cuando se colocaron semáforos fue peor el remedio que la enfermedad. En definitiva, un nudo vial al que las autoridades no le encuentran la vuelta. Una alternativa tal vez sería construir un ordenador de tránsito, como existe en la ex Carbometal (calle Besares).
"Este contratiempo de la entrada y salida del barrio es uno de los graves problemas que tenemos", señaló Juan Carlos, que debe sortear el inconveniente 4 veces al día para ir a su taller metalúrgico, en el Acceso Sur. A propósito de lo que ofrece el contexto donde está instalado este núcleo habitacional, los moradores aguardan la reapertura del Museo Fader, cerrado desde hace mucho por reparaciones, y que era un agradable paseo vespertino y una aproximación a la cultura.