En 1981 se graduó como arquitecta en la Universidad de Mujeres de Japón, entrando a trabajar en el estudio de Toyo Ito. En 1987 fundó su propio estudio, llamado Kazuyo and Associates y, en 1995 con base en la ciudad de Tokio fundó, junto a Ry?e Nishizawa, el estudio de arquitectura SANAA (Sejima & Nishizawa and Associates). Kayuzo ha sido profesora en varias escuelas de arquitectura.
Dentro de sus innumerables obras premiadas figura la instalación en el Serpentine Gallery del 2009. Se trata de una galería de arte situada en los jardines de Kensington, dentro de Hyde Park, Londres. Sus exposiciones se centran en el arte moderno y contemporáneo y están relacionadas con la arquitectura y la educación. Sus programas públicos atraen a unos 750.000 visitantes cada año, favorecido porque la entrada a la galería es gratuita. Fue inaugurada en 1970, ocupando una antigua casa de té de 1934 situada junto al lago Serpentine, del cual recibe su nombre. La galería fue creada por el Consejo de las Artes de Gran Bretaña y durante los primeros años las exposiciones se limitaron a los meses de verano.
Cada año la Serpentine Gallery selecciona a un equipo de arquitectos de fama internacional para diseñar un pabellón en los jardines de la galería, como una pequeña muestra práctica de arquitectura contemporánea. El pabellón es utilizado como recinto para desarrollar un amplio programa especial cultural que incluye proyecciones de películas y charlas, así como cafetería. Desde el año 2000 cada verano se viene desarrollando esta actividad con el encargo de diseñar el pabellón a varios de los más importantes arquitectos internacionales. En 2009 fue el turno de Kazuyo Sejima y Rye Nishizawa, SANAA.
Otra de sus obras importantes fue la ampliación del Museo de Arte de Toledo, situado en la ciudad de Ohio, Estados Unidos y conocido a nivel mundial por su colección permanente. La ampliación más importante realizada en este museo fue la del Pabellón de Vidrio o "Glass Pavilion". Bajo la apariencia de un sencillo volumen se esconden 7.000 m2 de superficie distribuidos en dos pisos que albergan en la planta baja (concebida como un espacio diáfano) el área de exposiciones y en el nivel inferior, ocupando prácticamente la mitad de su superficie, el taller didáctico de fundición de vidrio y soplado abierto al público. Basada en una retícula de formas rectangulares, la planta ha evolucionado hasta la configuración actual, donde las salas de exposición se alojan en recintos autónomos de vidrio de forma redondeada rodeados por una segunda piel del mismo material. En los paneles se ha reemplazado el vidrio templado (ligeramente verdoso) por un cristal incoloro que permite filtrar al interior las vistas del paisaje incorporándolas al recorrido por el museo.
El tema principal en este paradigma de edificación es la utilización del vidrio en la creación arquitectónica, esa propiedad presente en este tipo de materiales capaz de hacer desaparecer los límites entre interior y exterior, esa capacidad de "desmaterializar" de alguna forma el edificio, haciéndolo difuso, permitiéndonos atravesar con la mirada esa membrana protectora, dejando exento de intimidad, ¿desnudo quizás…? a ese mundo interior que compone el edificio.
Sejima y Nishizawa llegan mucho más lejos, ya que proponen un juego de reflejos, una compleja piel compuesta por diversidad de capas transparentes capaces de difuminar el espacio y crear un nuevo concepto de límites arquitectónicos, capaz de crear una sensación distinta a la que estamos acostumbrados a ver producida únicamente por la claridad del vidrio y acercándonos a un mundo en el que lo transparente no tiene obligatoriamente porqué serlo.
El Pabellón de Vidrio se levanta sobre un parque de 20.000 m2 situado al sur de un área residencial de carácter victoriano, respetando una densa plantación de robles centenarios, enfrente del edificio principal del museo, una histórica construcción neoclásica sometida a la intervención que realizó Frank Gehry en 1993 para ampliar una de sus alas con el centro de Artes Visuales. La entrada al pabellón está posicionada de forma centrada, alineado exactamente con las grandes escalinatas del Museo de Arte situado al otro lado de la calle.
El diseño del Pabellón de Cristal se compone de un diáfano laberinto: el interior está conformado por una serie de salas redondeadas de vidrio envuelto en una piel de vidrio secundaria, que crea una experiencia visual marcadamente en capas. Desde el hall, fragmentos del paisaje son visibles a través de una serie de paredes de vidrio de las galerías. Tres simples patios interiores, el más grande con sus ventanas envueltas en una nebulosa cortina que separa estos lugares, nos aporta vistas del cielo y permite a la luz bajar hacia el interior.
El vidrio envuelve a los espacios formando elevaciones continuas, ininterrumpidas por esquinas. El visitante fluye con la forma a través de una serie de burbujas interconectadas.
Esp. Arq. Nidia Álvarez