Japón renunció a su cacería anual de ballenas en la Antártida por primera vez en 27 años, después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) le ordenara poner fin a esta práctica, anunció ayer la Agencia de Pesca.
"Hemos decidido cancelar nuestra campaña de investigación sobre las ballenas en la Antártida en el año fiscal que se inicia en abril, a causa de la reciente decisión de la justicia", explicó un responsable de la agencia. No obstante, el país seguirá cazando ballenas en otras zonas, en particular en el Océano Pacífico norte.
El lunes la CIJ, con sede en La Haya, determinó que el programa científico de la Antártida esconde una actividad comercial, por lo que Tokio debe revocar las actuales licencias para la captura de ballenas.
Australia, con el apoyo de Nueva Zelanda, llevó a Japón ante la CIJ en 2010 en un intento de poner fin a estas prácticas en la Antártida. Tokio recurrió a una artimaña legal tras la prohibición de 1986, dotando al programa de un interés científico para poder seguir matando a estos cetáceos con fines comerciales.
La próxima campaña en la Antártida debía comenzar a fines de este año. Según las autoridades australianas, Japón capturó más de 10.000 ejemplares entre 1987 y 2009.
El miércoles, el primer ministro japonés Shinzo Abe declaró que su gobierno obedecería al dictamen de la Corte, pero agregó que la sentencia era "una lástima y estoy profundamente decepcionado".
"La carne de ballena es una fuente importante de alimentación, y la posición del gobierno de utilizarla en base a hechos científicos no ha cambiado", afirmó el ministro nipón de Agricultura, Bosques y Pesca Yoshimasa Hayashi, en respuesta al veredicto de la CIJ.
Tres países -Japón, Noruega e Islandia- utilizan objeciones o excepciones para continuar cazando ballenas, una práctica que según los observadores cuesta la vida anualmente a más de 1.000 ejemplares. Japón es el único país que caza ballenas con un permiso científico.