El primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda, disolvió ayer la Cámara de Diputados, abriendo el camino a elecciones legislativas anticipadas que podrían terminar con un paréntesis de tres años durante el cual la izquierda tuvo que enfrentar la crisis mundial y el sismo seguido de tsunami de 2011.
La disolución, propuesta por el primer ministro de centro-izquierda unos diez meses antes del fin de la Legislatura, fue aprobada por el emperador Akihito y recibida con tres "Banzai" (larga vida) de los diputados, que levantaron los brazos al cielo, como exige la tradición.
Noda había prometido a los partidos de la oposición que cumpliría con su pedido de convocar rápidamente a los electores si determinadas leyes importantes, incluyendo la que autoriza al Estado a emitir nuevos bonos del Tesoro, recibían el apoyo de la derecha.
Ayer, dos textos fundamentales fueron adoptados gracias a los conservadores, que controlan el Senado y los bloqueaban desde hacía varios meses.
Después de una campaña de dos semanas, las elecciones legislativas tendrán lugar el 16 de diciembre, con numerosos partidos nuevos que podrían sembrar la cizaña entre los dos grandes: el Partido Democrático de Japón (PDJ), en el poder, y el Partido Liberal Democrático (PLD), líder de los conservadores.
Noda es el tercer jefe de gobierno surgido del PDJ, un partido creado a mediados de los años 1990 y que llegó triunfalmente a la dirección del país a mediados de 2009, después de medio siglo de un régimen casi ininterrumpido de la derecha.
Sin embargo, esta alternancia histórica podría interrumpirse con las próximas legislativas.
La población, que tenía tantas esperanzas en la izquierda, le perdió la confianza, y en los tres últimos años el sueño del PDJ se convirtió en una pesadilla.
El ex primer ministro Shinzo Abe, un nacionalista de derecha que dirigió al país desde setiembre de 2006 a setiembre de 2007, es el favorito para convertirse en el nuevo jefe del gobierno.