Japón entró en recesión en el tercer trimestre, según datos divulgados ayer a menos de una semana de las elecciones legislativas presentadas como un referéndum a la política económica del gobierno, la denominada “abenomics”.
El Producto Interno Bruto (PIB) de Japón se contrajo 0,5% entre julio y setiembre en comparación con el trimestre anterior, anunció ayer el gobierno, que tuvo que revisar a la baja previsiones anteriores (-0,4%).
Las previsiones de los analistas, que no vislumbraban un escenario tan sombrío (-0,1%), se han visto superadas una vez más por la realidad. Tras una contracción de 1,7% entre abril y junio (según datos actualizados), la caída en recesión de la tercera economía mundial -por quinta vez desde 2000- se confirma.
En ritmo interanual, el PIB ha caído 6,7%, y 1,9% en los dos últimos trimestres. La razón hay que buscarla en la subida, en abril, de tres puntos -del 5% al 8%-, del IVA.
Durante este periodo, el consumo de los hogares creció 0,4%. La inversión privada se contrajo más de lo previsto, tanto en lo que respecta a la compra de vivienda (-6,8%) como a las inversiones no residenciales de las empresas (-0,4%), que han reducido fuertemente sus stocks, haciendo caer el PIB (-0,6 puntos).
La demanda pública también ha sido revisada a la baja (-0,5%), mientras que las exportaciones se mantuvieron sin cambios (+1,3%). Estos datos llegan en mal momento para el primer ministro Shinzo Abe, que el domingo espera recibir el respaldo de los electores para su programa económico, que consiste en medidas de expansión cuantitativa, fuerte inversión pública y reformas estructurales.
“En dos años, la abenomics ha dado sus frutos, aunque no haya logrado engranar un círculo virtuoso”, comentó el secretario general adjunto del gobierno, Hiroshige Seko. “¿Hay que pararse aquí o seguir? Es lo que preguntamos a los ciudadanos", agregó.
Para Abe, su receta económica ha contribuido a bajar la tasa de desempleo y a doblegar la deflación, así como a la depreciación del yen.
Ante las críticas crecientes de pequeñas empresas y de los consumidores, penalizados por la carestía de las importaciones -debido a la depreciación del yen-, el primer ministro responde que una divisa fuerte es todavía más destructiva.
Para Abe y sus partidarios, la recesión tiene como única causa la subida de los impuestos al consumo, de ahí la decisión de aplazar hasta abril de 2017 la segunda subida.