Ante la pregunta, el maestro respondió: “Un hombre del Do que recibe su primer Dan se inclinará en señal de gratitud [...] cuanto más grande sea su experiencia y su habilidad, también lo será su prudencia y su humildad”.
Esta vieja historia narrada en Japón, nacida en la isla de Okinawa, refleja el sentido de la práctica del karate y habla también sobre el camino (Do).
Una de las parábolas preferidas con la que Julio Jakabos explicaba su búsqueda. El alumno del Maestro Miyazato, alcanzó el 9º Dan, fue uno de los grandes impulsores en la década del ‘60 de esta disciplina en Mendoza.
"Ser esforzado, respetuoso y defender la verdad..." son algunos de los valores que les inculcó a los más de 20 mil alumnos que pasaron por su escuela a lo largo de 50 años. 'Me buscaba a mí mismo; no perseguía aprender una filosofía pero comencé a practicar el karate con mucha naturalidad, canalizando en forma orgánica ese impulso de aprendizaje sobre mí'", contó Jakabos en una entrevista en 2013 de Más Deportes.
Animado por su deseo de conocimiento, el estudiante de ingeniería en Petróleo comenzó a viajar a Córdoba para tomar clases con Shoei Miyazato.
Dos años después -con el permiso de su Sensei-, dictó sus primera clase pública -en 1962- en el Parque General San Martín.
“Con un grupo de practicantes comenzamos a entrenarnos al aire libre, muy cerca del Cerro de la Gloria. Todo era parte del mismo impulso, algunas personas nos gritaban cosas, que estábamos locos, en el mejor de los casos, pero no me detuve en eso”.
Jakabos, que nació en Buenos Aires en 1940 y que se radicó en Mendoza durante su adolescencia, dedicó su vida a aprender, a superarse: “He pasado mucho tiempo en el camino del karate, lo he transitado toda una vida, ahora con un poco más de calma pienso que cincuenta años es mucho tiempo para hacer cosas y que aún me falta mucho por hacer".
El maestro, el viajero en el camino de la mano limpia (karate), falleció -en mayo de 2015- a los 74 años. Su escuela, que se fundó en el Parque, tuvo un destino errante pero nunca claudicó en su convicción. La academia, que en la actualidad funciona en la antigua Estación San Martín, es un espacio que se abrió para “emprender la búsqueda”.