Jineth Bedoya Lima fue secuestrada, torturada y violada, emboscada mientras hacía su trabajo: periodismo. Se describe a sí misma como "una sobreviviente" en su cuenta de Twitter y si se la escucha hablar, así se siente.
Pasó de pensar en suicidarse a juntar los restos de cuerpo, espíritu y dolor para reconstruirse y de las heridas hacer su escudo para librar su propia batalla contra la violencia hacia las mujeres. Vive amenazada, con guardaespaldas y ha tenido que resignar por esto su vida personal.
Durante años guardó lo que le había pasado sólo en su memoria, dice que sentía vergüenza por la mirada estigmatizante que hay sobre las víctimas. Finalmente, aunque pasaron años, el contexto la llevó a contarlo y lo hizo fortalecida. En 2010 creó la campaña No es hora de callar que alienta a las mujeres víctimas de abuso a denunciar. Ha sumado el apoyo de personalidades de diferentes ámbitos y la ha posicionado como una referente mundial en esta lucha.
En una visita que hizo a Buenos Aires la semana pasada mantuvo un diálogo con Los Andes y compartió su postura sobre la temática.
- Señalás que muchas mujeres callan el abuso por vergüenza ¿Crees que esto ha cambiado por los movimientos sociales fortalecidos los últimos años?
- Lamentablemente todavía existe pese a que estamos en una ola de movimientos sociales a nivel global por los derechos de las mujeres.
Por esos techos de cristal y esas barreras de desigualdad que tenemos, todavía hay vergüenza y temor. Individualmente es muy difícil reconocerse como víctimas. Hay mujeres que todavía siguen permitiendo que sus compañeros sentimentales las golpeen o las maltraten psicológica y verbalmente porque creen que dependen de él para poder vivir.
Creo que son más los casos de mujeres silenciadas que las que denuncian, por eso decimos por favor denuncien.
Pero también creo que no hay una respuesta por parte de la Justicia para alentar a hacerlo. Por eso, no sacamos nada con alentar a las mujeres si los fiscales y los jueces no miden las consecuencias del machismo en su justa proporción.
- ¿Parte de la falta de denuncias se relaciona con la invisibilización de otras violencias previas asociada a la naturalización?
-Todo lo que antecede a la violencia física de una mujer lo hemos naturalizado. El que te griten, que te digan que no eres capáz, que por ser mujer eres tonta, que estás gorda y así quién te va a mirar o cómo te vestís. Las mujeres no saben que eso es violencia psicológica y verbal y en Colombia eso tiene cárcel. Es un delito.
Estamos acostumbradas a que nosotras somos lo menos en la sociedad porque los hombres siempre van a estar mejor preparados, más diestros para muchas profesiones y nosotras no, y nos lo creemos.
Cuando viene el golpe pensamos que nos lo merecíamos, porque ya me habían advertido: que yo era tonta, bruta y otras cosas, entonces creo que yo misma lo provoqué.
Suena ilógico esto en pleno siglo XXI pero si vas a las comisarías de familia (NdR. aquí Juzgados) esa es la constante.
- ¿En Colombia se va preso por violencia psicológica?
- Sí. Nuestro Código Penal tuvo afortunadamente una reestructuración y se sancionó la ley que ampara los derechos de las mujeres y esta dice que si ejerces violencia psicológica contra una mujer es un delito y es encarcelable. Lo tienen que demostrar pero que hoy se empiece un proceso judicial por esta causa hace 10 años era impensable y hoy ya tenemos el primer caso de proceso judicial con un detenido.
- ¿Te parece que hay un discurso políticamente correcto sobre perspectiva y violencia de género pero en la práctica las instituciones no están respondiendo acordes a esa mirada?
- Es un libreto muy bien hecho que a nivel global tienen todas las instituciones: la policía, los medios, a Justicia. Pero en la práctica es imposible. Mira tu cómo reaccionan los médicos frente a los casos de violencia sexual por ejemplo ¿Qué tratamiento se da a las víctimas de violencia de género? Es permisivo y con desconocimiento de las leyes.
En América Latina tenemos leyes muy bien redactadas y un muy buen sistema legislativo para amparar los derechos de las mujeres pero es raro verlo aplicado. Los administradores de Justicia son completamente permisivos con el victimario. El sistema de salud es lo más revictimizante que hay: una mujer que va a ser atendida tiene que contar su caso al portero, a la secretaria, al médico y después lo tiene que volver a repetir. Es una cadena revictimizante y al final dices para qué voy a pasar por eso.
- ¿Hay más casos de violencia de género o más visibilidad?
- Lo hemos investigando los últimos tres años: efectivamente aumentaron.
- ¿Esto puede tener que ver con que las mujeres reconocen sus derechos, los defienden, enfrentan, los varones lo sienten como una amenaza y reaccionan con violencia?
- Es un poco de todo. Hace unos tres años en Colombia una chica fue atacada con ácido en la cara y se hicieron muchas notas sobre eso y lo fácil que era hacerlo, que implicaba dejar muerta en vida a una mujer. A los dos meses siguientes se cuadruplicaron los casos y fue una reacción a esa información.
Cuando se sabe que se puede hacer daño a una mujer se despierta ese perfil criminal.
- ¿Creés que estos movimientos de mujeres que se han fortalecido los últimos años son cuestión de un grupo o realmente se está produciendo un cambio social?
- Yo quiero pensar que se está produciendo un despertar de las mujeres. Es cierto que en nuestros países todos estos movimientos están liderados por pequeños grupos que han empezado cruzadas impresionantes, lo que es cierto es que las mujeres son sujetas de derechos y que hay que estar en igualdad de condiciones. El temor que tengo es que ese despertar dure poco, ese es el riesgo, por eso mi llamado es que no sea de un grupo sino de mí como mujer, de una ciudadana común y corriente.
Taller en Argentina
La periodista y militante dictó un taller en Buenos Aires. Lo hizo en el auditorio de diario Clarín y estuvo dirigido a periodistas del grupo de todo el país.
Allí contó su experiencia profesional y de vida y apuntó a la necesidad de que los medios incluyan la perspectiva de género en su trabajo cotidiano.
Dijo que allí hay resistencia a abordar la temática y que se tilda a quienes lo plantean de "feminazis". Pero subrayó: "las redacciones somos un pedacito de lo que ocurre en la calle", en referencia a que reflejan lo que ocurre en la sociedad.
Llamó a ponerse en los zapatos de las víctimas y sus familias y destacó que los medios deben ser conscientes de su capacidad de transformación.
Perfil
Jineth Bedoya Lima es colombiana, periodista, sub- editora del diario el Tiempo.
Durante años había hecho un seguimiento de una red paramilitar de su país. El 25 de mayo de 2000 fue secuestrada junto a su fotógrafo, torturada y violada por tres hombres de esa organización.
Recién en 2009 logró hablar sobre los abusos. Aunque reconoce que creyó que su vida había terminado creó la campaña No es hora de callar para ayudar a tantas otras mujeres víctimas de esta situación en Colombia.
Ha escrito 6 libros y recibido varios premios, entre ellos el Premio Internacional a las Mujeres Coraje y el Premio Mundial al Coraje Periodístico.