- ¿Cómo es esta vorágine de estar subido a un avión todo el tiempo, para mostrar lo mejor de los destinos? (conduce el programa “Resto del mundo”, por El Trece)
- Es movilizante. Sobre todo porque nosotros no paramos nunca. Cuando llega fin de año, uno dice: “vamos que tenemos que llegar”, pero te das cuenta por el cansancio del camino andado.
- Pero algo descansás...
- ¡No! (ríe), no se descansa. Se recargan motores con actitud y buena onda, sabiendo que si lo que hacés te gusta, y lo considerás una bendición, uno siempre puede seguir adelante.
- ¿Los desfiles no se extrañan?
- Sí, aunque para el hombre es más fácil dejarlo. Se extraña porque es divertido, pero hace mucho tiempo que arranqué en esto, desde el ‘94. ¿Sabés cuántos desfiles tengo encima? Imaginate, tengo 36 años.
- ¿Te llevás bien con la edad?
- ¡Olvidate! ¡estoy a full! “On fire”, como se dice (ríe).
- A la hora de vestirte qué te gusta?
- Mi equipete diario es un jean, una camisa y unos zapatos.
- ¿Sos de cuidarte mucho?
- Sólo lo necesario. Cremas, por los aviones que te secan mucho la piel. Luego sólo trato de comer bien, y hacer algo de deporte... Tampoco soy deportista, ojo. Y leer, amo leer.
- ¿Qué leés?
- Todo lo que caiga en mis manos.
- ¿Lo que nunca falta en tu armario?
- Una buena camisa, un buen par de zapatos, y un buen saco.
- Tenés todo armado...
- Obvio, tengo la valija preparada con cuatro o cinco cosas importantes que no se mueven y viajan conmigo siempre.