IV Barrio Perdriel: un lugar para los trabajadores rurales

La barriada se levanta sobre calle Cobos, entre las arterias Brandsen y Thames. Son 83 viviendas. El lugar es muy pintoresco por estar rodeados de viñas y con la vista del Cordón del Plata.

IV Barrio Perdriel: un lugar para los trabajadores rurales
IV Barrio Perdriel: un lugar para los trabajadores rurales

Ambiente rural por todos lados y la calle Cobos como casi exclusiva vía de comunicación, son las características principales del IV Barrio Perdriel, en el distrito homónimo, pero en su parte oeste.

La barriada fue construida en los años '90 por la empresa Iron, de los hermanos Calzetta, por medio de una operatoria del IPV.

El propósito fue hacer unas 83 casas para familias que habiendo trabajado sus integrantes como obreros rurales, no tenían techo propio, aunque sus patrones les proporcionaban dónde vivir, como cesión transitoria mientras se mantenía el vínculo laboral.

El barrio, ubicado al oeste de la calle Cobos, que une Brandsen con la ruta nacional 7, fue iniciado por la Agrupación Vecinal Perdriel, que hoy preside Enrique González.

En aquel momento, en la década del '90, el titular de la entidad era José Di Césare (75, agricultor) y otro dirigente, Cosme Bustamente, quienes siguieron haciendo barrios y que pronto, como cooperativa Urviser, habilitarán un nuevo barrio en Vistalba.

Di Césare acompañó a Los Andes en la recorrida por  las casas del IV Perdriel.

La construcción se demoró unos 15 meses y las llaves fueron entregadas a sus propietarios el 11 de diciembre de 1996, durante la administración justicialista en Luján de Cuyo de Luis Humberto Carral.

El barrio está un poco lejos del centro de Perdriel y de la ciudad de Luján, por lo que quienes no tienen movilidad propia, se valen de las unidades de la línea 850, empresa Bartolomé Mitre, para dirigirse a ocupaciones u otros menesteres.

En especial, muchos de los usuarios son los adolescentes que concurren a los colegios del centro de Luján o al flamante establecimiento secundario  N° 4-232 Teresa Ghilardi de Martín, en la calle Brandsen.


Tomero y atleta
Un personaje pintoresco del barrio es Celso Enzo Ríos (77), extomero y corredor de carreras pedestres en su juventud, que supo tener de maestro y guía al inolvidable Eusebio Guiñez, aquél atleta que ganó medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948.

Celso, que responde al simpático apodo de "Tin", es muy popular en la zona y cada vez que puede cuenta sus anécdotas de atleta.

Como distribuidor de agua para el riego agrícola, le cupo una importante tarea porque debía recorrer muchas extensiones para que el vital elemento llegara a los surcos de las diferentes propiedades.

"Iba hasta muy cerca del dique  Cipolletti, y en la zona de Bella Vista, tomaba el agua y la repartía a través de compartos y canales", recordó.

También comentó que en aquellos años se "peleaba" mucho por el riego, aunque sin que las cosas llegaran a incidentes mayores; ahora es distinto porque contamos con el dique Potrerillos". "Tin"  vivió siempre en el mismo lugar,  criándose muy cerca de donde ahora tiene su domicilio.

En la casa de Ríos hay un kiosco, y un poco más allá hay una despensa. Son negocios que los demás agradecen porque, como se ha expresado, los centros comerciales están un poco distantes.

El antiguo velocista fue el que mencionó que muchos de sus vecinos, y el mismo, no siempre tuvieron techos confortables cuando estaban conchabados en el empleo rural, sino que eran "casas muy precarias" y por eso ahora están felices.

Al barrio también se lo conoce por su vecindad con la escuela primaria Benito Juárez, que da educación a unos 335 chicos de la jurisdicción. El terreno de la Juárez, algo así como 3.000 metros, fue donado por un viñatero, Rida Sigali, fallecido en 2005, a las edad de 76 años.

José Di Césare lo recordó por su gesto altruista y por el apoyo que dio para que se levantaran las aulas. Merecido homenaje sería que una de las calles del barrio llevara su nombre.

Los jóvenes están contentos de morar por ahí, aunque deban viajar bastante. Así lo expresó Marisol Herrera (14), alumna de la Ghilardi de Martín.


Hogar de muchas mujeres
En la casa de Rosa Chauque (77) hay muchas mujeres. Tuvo 8 hijos, 2 de los cuales son varones y el resto, mujeres.

Esta mujer, norteña, nacida en San Pedro de Jujuy, trabajó mucho en la tierra y sus descendientes también. Así fue que deambularon por muchas propiedades, como las de Ambrosio Bertona, López y la chacra de los Ghilardi, y posteriormente en la finca Stocco.

"Nos teníamos que adaptar a las condiciones de habitabilidad y servicios de los lugares que nos daban para habitar", señaló Arminda Dávalos, la mayor de la prole de Rosa, de 54 años.

Micaela Dávalos (15), una de las nietas (son 26 en total), está cursando el ciclo medio en el colegio Santa María Goretti. Esta jovencita, que tiene diferentes oportunidades a las de sus tías, dio una sencilla explicación de como los de su edad se organizan para ir a bailar.

"Cuando vamos a alguna fiesta, nos juntamos y es un padre el que nos lleva y nos trae, ellos se van alternando y así nos aseguramos el regreso seguro a casa".

Otros reconfortados de vivir en esa parte de Perdriel son Alberto Seballe (71), un exempleado de la Colonia 9 de Julio; Isabel Arana (78) y José Herrera, un sanjuanino de Albardón, que dice que le gustan los 2 lugares por igual, aquél donde nació, y éste donde reside con los suyos.

Las grandes fincas están presentes todavía en el paisaje circundante a las casas. Son las de Arizu (ahora Lagarde), Cartellone y Martín Giménez, entre otras.

En materia de servicios, los lugareños esperan que alguna vez les instalen el sistema cloacal y se asfalten las calles interiores del conglomerado. Por allí también hay caminos del vino y modernas bodegas que reciben a los turistas, quienes se deleitan con el paisaje de la viña y la lejana y armoniosa vista del Cordón del Plata.

La Juárez, la escuela que todos quieren

La escuela Benito Juárez está próxima a cumplir el centenario. Nació como nacional N° 67 en 1918 en la casa de un vecino.

Años más tarde el Consejo Nacional de Educación alquiló un inmueble en la esquina de Cobos y Thames, el cual fue ocupado por más de 40 años.

En 1969 el establecimiento recibió el nombre de Benito Juárez, el abogado de origen indígena que fue varias veces presidente de México. Por eso se contó con el padrinazgo del Instituto Cultural Mexicano.

La vieja sede de la escuela se dañó mucho con el sismo de enero de 1985 y se construyó un nuevo edificio, donde está ahora, que fue abierto el 20 de setiembre de 1990.

Un importante valor agregado del colegio lo conforma su biblioteca, inaugurada en 1991, que es conducida por María Cristina 
Cammerucci.

La fisonomía rural del área varió un poco con la construcción del IV Barrio Perdriel, con lo cual se incrementó la matrícula de alumnos. Más estudiantes obligaron a ampliar la sede escolar, lo que se concretó en junio de 1995.

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