El presidente saliente de la República italiana, Giorgio Napolitano, de 87 años, fue reelegido ayer por el Parlamento a pedido de las dos mayores fuerzas políticas ante el atasco político del país, lo que generó protestas callejeras del movimiento antisistema del cómico Beppe Grillo, que denuncia “un golpe de Estado”.
“Tenemos que tener en cuenta, como he hecho yo personalmente, que la situación del país es difícil”, declaró Napolitano, en su primera declaración.
La reelección de veterano excomunista Napolitano, que en junio cumple 88 años, en la sexta ronda de votaciones, con 738 papeletas sobre un total de 1.007 electores, fue recibida con un largo aplauso en la sala del Parlamento.
Paralelamente, en la céntrica plaza externa, grupos de manifestantes, entre ellos numerosos simpatizantes del mediático Movimiento Cinco Estrellas de Grillo, gritaban airadamente “vergüenza”, “vergüenza”, contra su nombramiento, tildado de emblema de un país paralizado y sin fuerzas.
“Están desesperados. Se trata de un golpe de Estado. Quieren impedir el cambio”, escribió en su blog Grillo, que instó a una marcha de protesta hacia Roma.
Su candidato, el renombrado jurista Stefano Rodotá, conocido por su independencia, que obtuvo 217 votos, se distanció en una declaración oficial de cualquier marcha sobre la capital y reconoció que perder entra en las reglas de la democracia.
El duodécimo presidente de la República italiana aceptó permanecer en el cargo que ocupa desde hace siete años por “responsabilidad” hacia el país y sobre todo por la incapacidad de las fuerzas políticas de elegir en el Parlamento, como prevé la Constitución, a una figura nueva.
Napolitano fue reelegido tras el acuerdo pactado entre el Partido Democrático (PD) de Pierluigi Bersani y la derecha de Silvio Berlusconi, con el apoyo de las fuerzas moderadas del primer ministro en funciones, Mario Monti.
“Hoy es un día importante para la República. Agradezco a Napolitano por su espíritu de servicio y su generosidad, tanto personal como política, por haber aceptado ese compromiso en un momento tan difícil, marcado por la incertidumbre”, declaró el líder de la derecha, Berlusconi, notablemente satisfecho.
La decisión del actual jefe de Estado, cuyo mandato dura siete años, por lo que terminaría a sus 94 años, es inédita, ya que se trata de la primera vez en la historia de la península que se reelige al presidente de la República.
El veterano ex comunista, que en los últimos siete años de mandato ha tenido que resolver intrincadas crisis políticas, aceptó la petición, aunque no se sabe si puso condiciones como la formación de un gobierno que logre aprobar la reforma de la controvertida ley electoral, “la cerdada”, como la califica su autor, principal culpable de la ingobernabilidad.
La elección del jefe de Estado italiano por parte del Parlamento, que desde el jueves se reunía dos veces al día para votar, ha significado una cruda derrota para el PD, al borde de la implosión y del “suicidio político”.
La tercera economía de la Zona Euro se encuentra a la deriva, frente a una de las peores crisis políticas y económicas de la historia republicana.
“Italia está encallada. Al país no sólo le falta una mayoría y un gobierno sino que es incapaz de elegir al jefe de Estado”, advirtió por su parte en una editorial el diario La Repubblica, bajo el emblemático título de “El naufragio”.