Nació como un asentamiento que con el correr del tiempo fue creciendo hasta convertirse en una gran barriada en la que habitan más de 8.000 vecinos. Al estar entre los dos brazos del río su nombre surgió casi como una obviedad: Isla del Río Diamante.
Se encuentra entre los brazos del río homónimo a unos 7 kilómetros del centro sanrafaelino. Cuando se inició hace décadas se trataba de casas humildes, pero con el paso de los años la situación cambió, y ahora se ven algunas viviendas incluso con antenas de televisión satelital, es que cuando se construyeron los diques la gente del lugar ya pudo tomar como más seguro ese sitio, porque el agua dejó de arrasar con todo al crecer, y además se hicieron defensas.
Una calle principal, Amapola, hace las veces de columna vertebral de un interior laberíntico donde se cruzan y se entremezclan pasillos y callejones, de los cuales algunos desembocan en el río.
Allí viven unas 1.400 familias en simples casas, algunas precarias de adobe, y donde en 2007 el Programa de Mejoramiento Barrial (Promeba) entregó 89 viviendas construidas en material, con comedor cocina, un dormitorio y un baño instalado, con posibilidades de ampliación.
El mejoramiento integral de la Isla del Río Diamante que se conformó como asentamiento sin pautas urbanísticas determinadas, comprendió también entonces otras obras de infraestructura pública, como red peatonal, mejoramiento de desagües y sistemas de riego, construcción de planta potabilizadora y red eléctrica, gas. Además, se realizaron las conexiones de distintos servicios, completamiento de baños y obras de equipamiento comunitario.
"Creo que fue lo más importante que se ha hecho en mucho tiempo. A muchos nos cambiaron de lugar porque nuestras casitas estaban bajo las líneas de alta tensión", explicó Cecilia. Y agregó que para gran parte de las familias que les entregaron las casas, era la primera vez que podía tener "un baño como corresponde, muy importante para que los chicos no se enfermen".
En la Isla -tal como se la conoce- no hay datos oficiales de los orígenes del mismo. Siempre se señala a algún vecino como el que puede recordar, o que tuvo un familiar que estuvo en los inicios. Aunque no hay mucha información al respecto, este barrio urbano marginal tuvo sus primeros pobladores en 1928, entre ellos cuatro familias que levantaron sus casas en el interior del mismo como las de Julio Aranda, Manuel Martínez, Segundo Loyola y Emiliano Quevedo.
Las inundaciones por las crecidas del río no sólo se llevó sus precarias casitas y sus pertenencias, sino que también les trajo nuevos vecinos, gente que huía también del agua, pero río arriba y que eligió asentarse en la Isla.
El lugar escogido para instalar sus casas quedó entre los dos puentes que datan de 1906, que actualmente son muy utilizados para acceder a los circuitos turísticos de Valle Grande y El Nihuil, como también para ir a Las Leñas y Malargüe.
Dentro del barrio hay una escuela primaria -"María Dolores Henríquez de Bustos"- y la secundaria Marista de la Buena Madre. Además, funciona desde 1993 un centro de salud abierto remodelado cinco años más tarde, la delegación municipal, la unión vecinal y la biblioteca.
En sus 85 años de existencia, el barrio logró contar con muchos servicios como agua potable de pozo -que administra una cooperativa-, luz, gas, luminarias, centro de salud, salón de usos múltiples y otras comodidades.
"Tenemos más comodidades, pero sigue siendo un barrio pobre", dijo Carlos, un vecino que hace varios años habita en el lugar. "Igual se nos señala como un lugar donde hay delincuentes, sin tener en cuenta que acá vive mucha gente honrada que trabaja o hace changas", agregó.
Junto al barrio, y ya sobre la avenida Balloffet se encuentra el museo de Historia Natural de San Rafael, un baluarte cultural que fue fundado por quien fuera su director hasta su jubilación, Humberto "Tito" Laggiglia, quien dedicó su vida a la investigación y a la divulgación científica, haciendo del museo uno de los más interesantes del país. Delante del predio del museo se encuentran los artesanos y vendedores de regionales, donde los turistas se detienen a comprar recuerdos y exquisiteces de la zona. Al este de la avenida Balloffet está el parque Mariano Moreno, donde se ubica el zoológico, un camping, y varios clubes.