La situación de sequía y que ha mantenido en emergencia hídrica a Mendoza durante los últimos nueve años ha pasado a convertirse en el panorama cotidiano en toda la provincia.
Las escasas precipitaciones níveas, el magro escurrimiento y el cada vez más bajo caudal de los ríos locales –todos hechos intervinculados– han llevado a que la "nueva normalidad" sea la de años secos, situación que parece haber llegado para quedarse.
En este contexto, Irrigación presentará hoy (junto al último pronóstico de escurrimiento) un Plan de Sequía, que luego enviará a la Legislatura para que se convierta en ley.
Según adelantó el superintendente de Irrigación, Sergio Marinelli, el objetivo de este trabajo es controlar minuciosamente el uso del agua –con micromedidores y un fuerte control, entre otras cosas–, intentando controlar el derroche.
"El agua que llega a las plantas cloacales es la mitad de la que se produce y que llega a la gente. La otra mitad se pierde en riego y por ineficiencia", destacó Marinelli, quien resaltó que el proyecto no apunta a restringir el uso del agua.
“No pensamos modificar el principio de inherencia de la tierra, ni llevarnos el agua de un río al otro ni tampoco disminuir el uso de un sector para dárselo a otro”, aclaró Marinelli.
Mediante el plan -que pretende convertirse en ley-, buscan fijar las pautas para actuar y trabajar en esta "nueva normalidad", y mantener el orden de prioridades para el uso del agua. El prioritario es el consumo poblacional, seguido por el uso agrícola; tercero el uso industrial y finalmente los emprendimientos mineros.
"Hoy sólo existen estas prioridades, pero la única herramienta legal es la Emergencia Hídrica (con medidas transitorias y de corto plazo). La ley va fijar los tres escenarios posibles (normal, alerta y crítico), y qué medidas se toman. Cuando el escenario sea crítico, se va a priorizar el consumo poblacional", resumió el funcionario.
“Nueva normalidad”
También el Plan de Sequía pretende darle un formato definitivo al procedimiento de erogación (distribución) de agua.
"Antes se mandaba siempre igual, todos los años de la misma manera. Pero el año pasado empezamos a tener en cuenta el tipo de cultivo, la demanda y la cantidad de agua. A partir del seguimiento de esa curva de demanda, se está haciendo un uso más eficiente", insistió Marinelli, quien destacó que el objetivo de convertirlo en ley es que trascienda las gestiones.
En comparación con el último verano, la situación para esta temporada asoma más crítica en lo que respecta al caudal de los ríos mendocinos. Y por eso es que una de las patas más fuertes de la ley está centrada en poner finalmente en funcionamiento los medidores.
“Hay que evitar el uso de agua potable para el riego de jardines, al mismo tiempo que hay que trabajar en planes para evitar que se pierda agua en las cañerías”, explicó.
Además, resaltó que la ley implica la participación de todos los actores (irrigación, Aysam, EPAS y los municipios de Luján, Tupungato y Maipú -prestadores del servicio-). Y se detuvo en el derroche generalizado, agregando que en promedio se gastan 800 litros diarios de agua, cuando el consumo personal no debería superar los 250 litros.
“Se necesitan cambios culturales que permitan más el aprovechamiento”, resumió el titular de Irrigación.