Sin embargo, la cuestión importante no es quién es Rouhani sino en qué tipo de país quiere estar el régimen iraní en este siglo XXI y qué papel tendrá la energía nuclear para moldear esa identidad. Vistas las cosas desde esa perspectiva, sólo hay una pregunta relevante: ¿Irán está contento con ser una Corea del Norte a lo grande o aspira a ser una China pérsica?
Corea del Norte construyó un pequeño arsenal nuclear por dos razones: para proteger su régimen de amenazas del exterior y de amenazas del interior. Esto es, la directiva norcoreana piensa que las armas nucleares la hacen refractaria a los cambios que pudieran querer hacer desde el exterior.
Asimismo, el aislamiento internacional que ha acompañado al programa de armas nucleares norcoreano mantiene agachada a su población, con una dieta permanente de bajas calorías, tanto en alimentos como en información.
Es una astuta estrategia de sobrevivencia para un régimen desquiciado: un puño de hierro nuclear para mantener a raya al mundo externo, por un lado, y, por el otro, para mantener aislado y débil a su propio pueblo. Todo esto mientras la élite norcoreana se atraca de autos importados y comida chatarra.
Los jerarcas de Irán también ven al arma nuclear como un posible seguro en contra de cambios de régimen desde el exterior. Y ciertamente una parte de ellos, es decir, los Guardias de la Revolución, se benefician de las sanciones internacionales.
Mientras más aislado esté Irán, menos competencia tendrán los guardias en su vasta red de empresas industriales, más valiosos serán sus puertos de contrabando en los que eluden esas sanciones y más aislado estará el pueblo iraní de las tendencias globales que provocaron cosas como la revolución verde de 2009. La línea dura de los ayatolas no quiere volver a ver una embajada estadounidense en Teherán.
Pero Irán no es Corea del Norte. Es una gran civilización con un gran talento humano. No puede mantener aislado a su pueblo indefinidamente. En teoría, el régimen de Irán no tiene que mantener alejado al mundo y sometido a su pueblo para que Irán sea poderoso.
Pero, ¿aceptan esa teoría los dirigentes iraníes? Algunos la aceptan. La decisión de reiniciar las negociaciones es una clara indicación de que hay actores importantes que piensan que ya no les es viable la situación actual de sanciones demoledoras. Como no es Corea del Norte, las sanciones ahora los amenazan con el descontento desde adentro.
¿Qué tanto de su "seguro nuclear" están dispuestos a ceder para liberarse de las sanciones? ¿Están dispuestos a sacrificar una sola arma poderosa para volver a ser un país poderoso, para ser más como China, amigo a medias, enemigo a medias, socio comercial a medias, rival político a medias de Estados Unidos, en lugar de ser un opositor de tiempo completo?
Esto es lo que se va a poner a prueba.
"Hemos estado tratando de aplicar una dinámica de control para contener a Irán por tanto tiempo que hemos perdido de vista el hecho de que lo que queremos es que los iraníes -la élite gobernante específicamente- cambien su conducta", afirmó el coronel Mark Mykleby, infante de marina retirado y uno de los autores de "A National Strategic Narrative" para el Estado Mayor Conjunto.
"Yo estoy en favor de ser duros como el hierro con ellos y ciertamente no les tengo confianza, pero también creo que debemos de darles la oportunidad de cambiar su conducta."
Nader Mousavizadeh, iraní-estadounidense cofundador de Macro Advisory Partners y ex alto asistente del secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan, agregó: "Si somos prudentes y estratégicos, y si ya nos desengañamos de la posibilidad de recrear países a nuestra imagen y semejanza, entonces empezaremos a ver a Irán como la China del Oriente Medio en potencia, con todas las promesas que eso implica y todos los problemas que conocemos por lo difícil que ha sido el camino con China desde el viaje de Richard Nixon".
El proceso de llegar ahí sería irregular y ciertamente horrible en ocasiones. Pero si se hace debidamente, tanto del lado iraní como del estadounidense, podría permitir la reintegración gradual de Irán en la economía mundial, la toma de poder por parte de su clase media joven y con estudios "y el surgimiento en Irán de múltiples centros de poder, en un proceso similar al que se ha sometido el Partido Comunista de China en los últimos treinta años", observa Mousavizadeh. No, esto no es lo ideal.
"En un mundo perfecto veríamos una transición mucho más rápida hacia una sociedad genuinamente libre. Pero si la distensión con Occidente puede negarle al régimen de Irán la excusa de enemigos extranjeros y urdimbres extranjeras, Irán entonces vería su camino a la legitimidad a través de las reformas, lo que permitiría el desarrollo del enorme potencial económico, tecnológico y educativo del pueblo iraní. Igual que en China."
Los jerarcas chinos tampoco son unos niños exploradores. Empero, Estados Unidos ha encontrado una relación estable y mutuamente benéfica con Pekín como "enemigos-amigos".
Yo sigo teniendo escepticismo de que el régimen de Irán pueda generar el consenso interno necesario para lograr una transición semejante. Pero en su tiempo, poca gente pensaba que Pekín pudiera hacerlo.
El secretario de Estado John Kerry tiene la mejor actitud: no se levantarán las sanciones a cambio de algo que no sea la total seguridad de que no existen medios de producir armamento mediante el programa nuclear de Irán. Ése es el único acuerdo que vale la pena buscar y la única manera en que Irán decidirá si realmente es una China con ropas pérsicas o algo por el estilo.
¿Irán es lobo, cordero o qué?
Para cualquiera que disfrute de una buena metáfora, la visita a la sede de Naciones Unidas del presidente iraní, Hasan Rouhani, fue como un día de campo para lobos y corderos. Rouhani ha sido llamado tanto “un lobo en piel de cordero” como “un cordero con
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