El presidente de Irán, Hasan Rohani, denunció ayer que la escalada de "los incidentes y las tensiones" de los últimos meses en el Golfo Pérsico empezaron con la decisión unilateral de Estados Unidos de abandonar el acuerdo nuclear y reinstalar las sanciones contra Teherán. También ratificó el nuevo desarrollo de su programa nuclear.
Rohani, además, destacó en una reunión con el canciller de Omán, Yusef bin Alawi, que "la presencia de fuerzas extranjeras no sólo no contribuye a la seguridad de la región, sino que también será la causa principal de las tensiones regionales".
Buque de guerra
Mientras afirmaba esto, en Londres, el Ministerio de Defensa británico informaba que un buque de guerra llegó al Golfo Pérsico para acompañar a la fragata que tiene desplegada en la zona y escoltar a los buques británicos que transitan por allí, para evitar que Irán vuelva a capturar a uno de sus petroleros como sucedió hace unos días.
El año pasado, el presidente estadounidense Donald Trump cumplió una de sus promesas de campaña y retiró a su país del acuerdo que su antecesor, Barack Obama, había negociado y firmado junto a las principales potencias del mundo –China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania– para frenar el programa nuclear de Irán.
A cambio, todas estas potencias –y luego la ONU en su conjunto– se comprometieron a suspender las sanciones financieras y comerciales que estaban asfixiando la economía de Irán.
La salida de Estados Unidos y la reinstalación de las sanciones debilitó el liderazgo de Rohani y del sector reformista que encabeza y fortaleció a los líderes que profesan una línea política y religiosa más dura, antiestadounidense y conservadora.
A los cruces de acusaciones y advertencias pronto se le sumó una escalada bélica más concreta con ataques no reivindicados a buques cargueros en el Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz, detenciones de este tipo de barcos en Gilbaltrar e Irán, un mayor despliegue militar en la zona y, finalmente, múltiples derribos de aviones no tripulados (drones) por parte de Estados Unidos e Irán.
En paralelo a esta escalada militar y al empoderamiento de los sectores políticos más duros en Teherán, Irán anunció que suspendía una parte central del acuerdo nuclear, comenzaba a enriquecer uranio por encima del nivel permitido en el texto internacional y hoy agregó que reanudará las actividades del reactor de agua de Arak.
Equilibrio difícil
Las potencias europeas que aún están dentro del acuerdo nuclear intentan hacer un equilibrio muy difícil entre mantener el acuerdo vivo y a Irán en regla y cumplir y esquivar las sanciones de Estados Unidos.
Ayer negociadores de las cinco potencias que siguen en el acuerdo se reunieron en Viena con un representante iraní para discutir cómo avanzar para evitar que el acuerdo fracase definitivamente.
Irán acusa a las potencias europeas de no hacer nada para limitar o contrarrestar el efecto de las sanciones estadounidenses sobre la economía iraní, que nunca llegó a sentir masivamente los beneficios del levantamiento de las sanciones en 2015.
El encuentro en Viena duró dos horas, fue tenso y no concluyó con ningún resultado concreto.
Al salir de la reunión, el representante chino, Fu Cong, aseguró a la prensa que hubo "momentos de tensión" pero agregó que en general el ambiente fue "bueno" y "muy profesional".
Irán acusó a Estados Unidos y el Reino de violar el acuerdo nuclear y el resto de las potencias le pidieron a Teherán que vuelva al cumplir lo firmado y no siga enriqueciendo el uranio.
Ante la falta de avances, lo único que se resolvió fue convocar “pronto” una nueva reunión pero a nivel de ministros.
Reunión para salvar el acuerdo nuclear
Representantes de China, Rusia y las principales potencias europeas, que siguen comprometidos con el pacto nuclear con Irán, se reunieron ayer en Viena con una delegación iraní para buscar la forma de salvar el acuerdo. Seyed Abbas Araghchi, viceministro de exteriores iraní, dijo a la prensa que las negociaciones fueron "buenas". Al concluir la reunión informó que la "atmósfera fue constructiva".