Irak rendía ayer homenaje a las más de 200 personas que murieron el domingo en un atentado en Bagdad reivindicado por el grupo Estado Islámico, uno de los peores de la historia del país, que ha generado críticas a la estrategia del gobierno.
Las autoridades anunciaron ayer un nuevo balance de 213 víctimas, que el domingo por la noche era todavía de 119.
Estas cifras lo convierten en uno de los ataques más graves en la historia de Irak, un país castigado desde hace años por atentados contra lugares muy frecuentados, como centros comerciales, mercados o mezquitas.
El primer ministro Haider Al Abadi, que el domingo visitó el lugar del ataque, prometió castigar a los responsables y anunció tres días de duelo nacional.
El atentado fue perpetrado por un kamikaze del EI que hizo estallar un coche bomba en una calle del barrio comercial de Karrada. La zona estaba llena de gente que hacía sus compras para la fiesta que marca el final del ramadán, el mes de ayuno musulmán.
Además de los fallecidos, más de 200 personas resultaron heridas, indicaron responsables de seguridad. El balance se agravó porque la explosión provocó incendios en edificios y comercios cercanos.
El atentado fue reivindicado por el EI, que indicó en un comunicado que un kamikaze iraquí atacó a los chiitas, la comunidad musulmana mayoritaria en Irak y considerada como hereje por los radicales sunitas.
El ataque también demuestra que el EI es capaz de cometer acciones devastadoras en pleno centro de Bagdad a pesar de las derrotas militares en Irak que ha sufrido en los últimos meses, con la pérdida de ciudades como Tikrit, Ramadi y sobre todo Faluya, que fue reconquistada en junio por las fuerzas iraquíes.