Muchos recordarán aquellos inviernos pasados donde el frío se hacía notar con temperaturas bajo cero y copiosas nevadas que dejaban paralizada a la ciudad.
Pero si tuviéramos que buscar un día y un año en el que se manifestó un invierno furioso marcaríamos el 21 de junio de 1918, cuando una ola polar azotó el territorio del país produciendo nevadas en zonas impensables como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos. En nuestra provincia la nevada fue asombosa.
La Mendoza congelada
En la tarde del viernes 21, el cielo mendocino se nubló por completo y la temperatura bajó rápidamente. El frío se hizo más y más intenso. Algunos desprevenidos salieron a comprar leña a los almacenes para utilizarla en sus estufas; otros usaban el bracero para calentarse.
Las calles de la ciudad quedaron desiertas y una lluvia comenzó, transformándose en copos de nieve.
Por la mañana, la ciudad estaba completamente blanca, calles y veredas se encontraban con varios centímetros de nieve. Muchos niños y adultos salieron abrigados de sus casas para jugar en las calles y en las plazas, haciendo bolas de nieve, produciéndose verdaderas batallas campales.
Otros, los más tranquilos, hacían grandes muñecos y los adornaban con sombreros y bufandas. El termómetro marcaba tres grados bajo cero.
Los más pudientes marcharon con sus automóviles hacia el parque en donde el paisaje parecía como “un bosque europeo”, según decían algunos.
Los más osados llegaron hasta el Cerro de la Gloria para observar el bello paisaje.
Al llegar la noche, el frío se hizo más intenso; muy pocos se atrevían a caminar por las calles y la mayoría de los espectáculos públicos fueron suspendidos.
En la cordillera se desató un fuerte temporal que interrumpió el servicio del tren trasandino al descarrilar uno de los convoyes.
El día 23 el cielo amaneció despejado pero la temperatura marcó, en la ciudad, casi ocho grados bajo cero.
Sin leña y con mucho frío
El intenso frío provocó que la mayoría de almacenes se quedaran sin leña. Y los pocos comerciantes que tenían especulaban cobrando una fortuna.
La leña ya escaseaba en gran parte parte del país y el gobierno nacional había tomado algunas medidas para rebatir la crisis.
A pesar de esto, muchas familias humildes tuvieron que soportar el frío, sin tener en sus estufas combustible para calentarse.
Hasta Buenos Aires llegó la nieve
El frente polar que pasó por nuestra provincia también se extendió a todo el país. Ciudades como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires fueron afectadas por el fenómeno.
El sábado 22 de junio de aquel año, el cielo amaneció cubierto. Aproximadamente a las 3 de la tarde, la llovizna comenzó a espesarse, las gotas de lluvia se fueron convirtiendo en tramas de hielo muy fino. Lentamente aparecieron los primeros copos de nieve.
Nadie podía creerlo. ¡Nieve en Buenos Aires! Por la noche nevó intensamente; de a poco, un manto blanco fue cubriendo la ciudad. La precipitación fue tan intensa que la nieve acumulada en el suelo sólo se derritió dos días después.
“Una nieve auténtica, una nieve europea” -así afirmaba el diario La Nación de aquella época-. “En la calzada, en los canteros de las plazas, en las aceras del Este y del Norte, por efecto del Pampero fue creciendo la capa de fina lana hasta varios centímetros de espesor.
El cuadro no dejó de tener nada de lo que, en pintura, fotografías, crónicas y libros, habíamos aprendido que hace la nieve. La plaza del Congreso era una verdadera plaza europea, con su césped y macetas completamente nevados”, señalaba el cronista en las páginas del diario.