El sistema científico nacional no se encuentra en su mejor momento y miles de representantes de este sector estratégico del país están preocupados por el futuro de sus trabajos, sus investigaciones y sus instituciones.
Lamentablemente ese es el marco de la fecha que se celebra hoy, Día del Investigador Científico, en conmemoración al natalicio del notable médico y farmacéutico argentino Bernardo Alberto Houssay (1887-1971), quien en 1947 obtuvo el Premio Nobel por los descubrimientos y avances científicos que realizó en torno a las glándulas pituitarias y el papel que éstas cumplen en la regulación de azúcar en sangre.
Esta fecha también simboliza un reconocimiento a la labor de todas aquellas personas que trabajan en la investigación o realizan estudios científicos en pos de mejorar la calidad y las condiciones de vida humana.
Entonces, la jornada, que podría ser de festejo, tiene las características de un día de preocupación y debate, al punto que muchos integrantes del Centro Científico Tecnológico- Conicet Mendoza (exCricyt), darán testimonio no del beneplácito que les produce el festejo sino de la situación de la ciencia, del destino de los proyectos de investigación y la formación de recursos humanos en estas áreas.
La situación es delicada porque hay varios factores concurrentes que malogran el horizonte de la ciencia, siendo uno de ellos la caída del presupuesto en la materia, que pasó de 0,35% del PBI a un 0,25%.
Eso significa menos dinero para las investigaciones, más dificultades para incorporar nuevos integrantes de los planteles de centros de investigación y la vuelta a un designio que ya creíamos en el pasado: el éxodo al exterior de científicos formados en el país.
Se recordará que hace algunos años hubo un plan de repatriación de cerebros y volvieron al país numerosos becarios e investigadores (más de 1.000) que estaban trabajando en el extranjero. Mendoza recibió a una parte de esos repatriados.
Por eso parte de la élite científica nacional advierte que el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas yTécnicas (Conicet) está con serios problemas en su labor cotidiana y desarrollo, y sus centros e institutos (de gran importancia en nuestra provincia) estarían frenando experimentos y distintos trabajos que benefician a la comunidad.
A nivel nacional, y suponemos que en el ámbito regional también, hay dificultades para mantener las instalaciones de organismos de este tipo, los equipamientos y hasta para solventar aspectos triviales, como el pago de los servicios más básicos.
Esto tiene que ser superado en forma urgente y las autoridades deben interpretar cabalmente que un país sin sistema científico en movimiento y en alza, es un país condenado al achicamiento, la desigualdad y sin futuro.
Lo que se dice en los discursos, se debería aplicar en la práctica. El presidente Macri manifestó en uno de sus mensajes que “el desarrollo de la ciencia es fundamental para avanzar hacia un país unido, más integrado y con menos pobreza”. Pero, las experiencias de muchos componentes del sistema científico y tecnológico están viendo otra realidad.
Es verdad, como trató de explicar el secretario de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, que todos los ministerios reciben menos plata, pero hay que tener cuidado con el campo científico, porque con menos caudal de trabajo en instituciones como el Conicet, el INTA, el INTI, el instituto Julio Maiztegui (enfermedades virales humanas) o la disminución de los planes del Invap (reactores, radares y satélites), el país se achica.
Si como sostiene el Presidente, “estamos orgullosos de nuestra tradición científica”, hay que hacer algo más que recitar una frase de obvio buen contenido y evitar que haya un menor caudal de trabajo científico en general tomando medidas para impedir de manera concreta que los científicos preparen valijas y se vayan al extranjero para nutrir con sus conocimientos a potencias en este campo del saber, en detrimento de nuestras posibilidades.