A 1.210 metros sobre el nivel del mar, en el paraje tupungatino de Gualtallary se encuentra El Tomillo, la finca de 68 hectáreas elegida por los Bemberg, uno de los apellidos más poderosos del sector vitivinícola para concretar su proyecto familiar. Luego de dos años, y de unos 20 millones de dólares de inversión, lograron abrir las puertas de su bodega donde ya se está elaborando el vino que lleva su nombre.
El sueño del vino propio ya estaba en marcha. Tras la venta de Cervecería Quilmes en 2010, la familia eligió volver a los orígenes e invertir en la industria vitícola; así, se decidió la compra del Grupo Peñaflor y esto inspiró el nacimiento de Bemberg State Wines. Una travesía imaginaria de norte a sur del país, al pie de la Cordillera de los Andes con multiplicidad de suelos, altitudes y rangos climáticos, que comienza en Salta (finca Las Mercedes), baja por el terreno pedregoso de Chañar Punco en Catamarca (finca Los Chañares), sigue por valle de Pedernal en San Juan (finca La Yesca), y culmina en valle de Uco, en Mendoza (fincas: El Tomillo, Los Árboles, El Milagro).
Tal como recordó Sebastián de Montalembert, director del firma, la familia -integrada por unas 250 personas- está repartida entre España, Francia y Argentina. Todas las ramas relacionadas con el mundo del vino. Con el correr de los años, la degustación privada de ejemplares propios se transformó en una práctica de las reuniones familiares y surgió la inquietud de hacer una colección exclusiva para disfrutar con amigos.
Allí es donde se suman Daniel Pi, chief winemaker, y Marcelo Belmonte, chief winegrower y conocedor del terroir argentino, para convertir este sueño en realidad. "Cuando vimos la propiedad era todo monte. Nos gustó tanto el suelo que lo perseguimos dos años", confiesa Belmonte entre los viñedos que ya tienen su "cuarto verde" en El Tomillo.
Los especialistas explicaron que están haciendo un tipo de viticultura que no es común en la Argentina, la viticultura de planta pequeña. "Cuando uno camina un lugar, empieza a imaginar el viñedo que mejor se va a adaptar -más allá del conocimiento técnico- al tipo de suelo, tipo de clima, pensando en el estilo de vino que imaginamos con Daniel para la familia", resume Belmonte con la anuencia de Pi.
En base a estudios (como el análisis del desarrollo de la vegetación autóctona) y monitoreos específicos, se definió qué variedad implantar en cada parcela. Se plantaron malbec, cabernet sauvignon, cabernet franc, petit verdot, chardonnay.
Entre esos viñedos, se construyó la bodega (diseño del estudio Bórmida & Yanzón) para producir los vinos familiares de las líneas Pionero y La Linterna, que se empezaron a producir con la cosecha de 2013 y se comercializan desde 2018, entre los 75 dólares y 100 dólares la botella.
Los vinos luego de cinco años de guarda son probados por un grupo de representantes de la familia quienes dan la venia para que salga al mercado.
Diversión, libertad, investigación, precisión, pasión son algunos de los conceptos que dan a estos vinos el toque que la sexta generación de la familia Bemberg quiere dejar como legado.