Tras la realización en Mendoza de la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), visita considerada positiva por el gobierno local, no sólo por el éxito de su realización sino también por los anuncios de que llegarán unos U$S 600 millones para financiar distintas obras, deben tenerse en cuenta algunas recomendaciones efectuadas por visitantes internacionales.
Una de esas observaciones partió de la chilena Trinidad Zaldívar, jefa del Área de Creatividad y Asuntos Culturales del BID, quien comentó que "la Argentina es un país al que vemos con áreas importantes de innovación" y que esa dimensión, a su juicio, se advierte en el campo de la ciencia.
No obstante, la visión positiva no dudó en señalar que, más allá del potencial que se advierte, "quisiéramos que Argentina invirtiera más en innovación, ciencia y tecnología".
Probablemente haya considerado los datos oficiales que indican que nuestra nación invierte 35,3 dólares por habitante en investigación científica, un monto superior al promedio de 22 dólares que se destina en América latina, pero 25 veces inferior al de los Estados Unidos, donde la inversión alcanza los 826,9 dólares por persona.
La diferencia se comprueba asimismo si se mensura el gasto en ciencia y tecnología en relación con el producto bruto interno (PBI): mientras en la Argentina la inversión de 1.263 millones de pesos en tareas de investigación y desarrollo experimental, de recursos tanto oficiales como privados, representa el 0,42% del PBI, la proporción asciende al 2,61% en los Estados Unidos, donde se destinan 220.617 millones de dólares.
Los datos están contenidos en un informe elaborado por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología y cobran actualidad ante el creciente debate suscitado por el temor de que el Gobierno aplique reducciones de inversión al trabajo de los investigadores científicos.
Por eso, los integrantes del directorio del Conicet mantienen una alerta y señalan que las menores asignaciones presupuestarias al sector científico nacional, tendrán consecuencias negativas en las políticas públicas de los ámbitos de Ciencia y Tecnología de nuestra república.
Estas medidas de achicamiento, si se afirman y consolidan, se verán reflejadas también en el capítulo local de ciencia, representado por la unidad que alguna vez se llamó Cricyt y ahora responde a la denominación de Centro Científico Tecnológico-Conicet Mendoza, donde se produce mucha ciencia aplicada en beneficio de los habitantes de la provincia y la región. Igualmente preocupa la situación del Instituto Nacional de Tecnología Industrial(INTI)-Mendoza, cuyos empleados están movilizados por temor a que haya despidos en el capítulo local, y por eso se reunieron con legisladores provinciales y nacionales para requerirles su mediación en la defensa de fuentes laborales.
Otra realidad que se inscribe dentro de las preocupaciones del sector es el procesamiento judicial del mendocino Ricardo Villalba, investigador superior del Conicet y ex director del Ianigla, CCT-Conicet Mendoza, en el marco de una causa caratulada "Ianigla, Secretaría de Medio Ambiente de la Nación y otros s/incumplimiento de los deberes de funcionario público y otros".
En este puntual aspecto nos animamos a señalar, sin cuestionar la potestad de la Justicia de investigar lo que presume debe ser dilucidado, la seriedad de la actividad científica desplegada por este profesional, uno de cuyos postulados para ejercer su tarea es brindar soluciones a la sociedad y promover el desarrollo y conservación del territorio.
