Que alguien viaje a algún lugar lejano y decida traer como souvenir alguna mascota exótica no es algo extraño, pero puede tener consecuencias sobre el ambiente en el que se inserta. Lo mismo puede ocurrir con insectos y plantas y no necesariamente de manera intencional.
A nivel científico este fenómeno se denomina especies exóticas invasoras (EEI) que, al reproducirse de manera indiscriminada, perjudican la biodiversidad, los recursos naturales, las actividades económicas, el turismo y la salud pública, todas ellas relacionadas con la calidad de vida de las personas.
La trucha, la carpa, ratas, palomas y hasta la rosa mosqueta, están señalados con el dedo en la provincia por representar un riesgo que debe ser controlado. “Desde hace unos diez años esto es un tema de debate a nivel internacional y en nuestro país está empezando a tratarse”, dijo la doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del Cricyt, Claudia Campos, quien participó de un taller sobre el tema que se realizó en la provincia (ver aparte). Organizado por la secretaría de Ambiente de la Nación, apuntó a un abordaje regional para la formulación de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras.
Control, no erradicación
Se denomina especies exóticas invasoras a aquellas plantas, animales o microorganismos que, habiendo sido trasladados más allá de sus límites naturales de distribución, son capaces de establecerse y avanzar de manera espontánea en los nuevos ambientes donde son introducidos, causando allí impactos severos.
La presencia de especies de otros lugares está directamente vinculada a la comunicación y el transporte. Por ejemplo, las ratas llegaron en las bodegas de los barcos de los colonizadores, mientras que las liebres europeas eran dejadas por los marinos entre los siglos XIV y XVI para contar con alimento en diferentes lugares en caso de naufragio.
Sin embargo, las EEI se incrementaron de la mano de la globalización, siempre con el hombre como vector. “Actualmente hay mayor aparición de EEI porque es más fácil viajar y los sistemas de transporte y comunicación se han globalizado. Entonces cualquiera viaja a Asia, Europa o América del Norte y lleva y trae especies”, explicó Hugo Asencio, jefe del departamento de Fauna de la Dirección de Recursos Naturales.
Respecto del escenario actual, destacó que “Mendoza es una ruta bioceánica y recibe y envía mercancías a todo el mundo”, pero hay que tener en cuenta que “somos una provincia de colonos que tenían una visión productivista diferente a la de los pueblos originarios y que, en determinado contexto, ciertos sectores de la sociedad introdujeron especies pero luego no se hacía un manejo de ellas”. Tal es el caso de la trucha, que ingresó a la provincia a comienzos del siglo XX con fines culinarios. Asencio explicó que muchas veces su desarrollo está vinculado a acciones gubernamentales, al igual que su control.
Así, la falta de intervenciones durante mucho tiempo hizo que algunas especies proliferaran de manera indiscriminada y esto es justamente lo que busca revertirse en la actualidad. Al haberse trasladado de su hábitat no cuentan con predadores naturales, principal causa por la que se vuelven invasoras, y por lo cual en la mayoría de los casos es el hombre el que debe encargarse de limitar su reproducción.
Aunque por el clima no cualquiera subsiste, “las que sobreviven son muy plásticas y se reproducen a tasas muy altas”, detalló Campos. En esto coincidió el director de Recursos Naturales, Daniel Gómez, para quien “si se adaptan son más fuertes y voraces que las locales”.
Los especialistas son conscientes de que no hay chances de erradicarlas, pero sí se apunta al control. “En el mundo hay muy pocos ejemplos de erradicaciones exitosas, por eso es importante tomar acciones en la primera etapa de la instalación aunque muchas veces las medidas que se toman suelen provocar más daño”, dijo la bióloga Campos.
Por eso se hace hincapié en la necesidad de educar a la gente para que tome conciencia respecto de las mascotas exóticas y cómo se debe actuar ante determinadas circunstancias para evitar el traslado. Por ejemplo, la limpieza de implementos de pesca cuando se viaja a ciertos lugares como Canadá o la Patagonia, de donde puede traerse un alga muy invasiva que destruye la fauna y flora acuáticas.
Campos mencionó además que si bien hay especies que no representan un riesgo, las que no son autóctonas igual producen alguna perturbación.