Las ruedas de los autos crujen cuando las atraviesan. Pero no tienen escapatoria: las tachas o reductores de velocidad se han diseminado por todo el Gran Mendoza y son muchos los conductores que se quejan de que dañan a los vehículos. Además aseguran que están puestas sin criterio.
Se trata de componentes de plástico que suelen tener material reflectivo para que puedan ser vistas a una distancia considerable. Se pegan al suelo con epoxi o bien se les colocan bulones, de modo que duren más y no puedan ser quitadas fácilmente. De todas maneras, la viveza criolla a veces puede más y muchas ya han sido sustraídas.
Según cálculos estimativos, en todo 2014 se colocaron 25 mil tachas en los departamentos del Gran Mendoza y 5 mil más este año. Su valor ronda los 100 pesos la unidad cuando la compra, como hacen las comunas, es al por mayor.
Más baratas y menos dañinas
En Capital indicaron que la mayoría de las tachas colocadas no tienen el fin de reducir las velocidades, sino que son utilizadas como divisoras de carriles para delimitar el sentido de las manos en las avenidas, sobre todo. También han sido dispuestas en las inmediaciones de las escuelas.
Carlos Prato, director de Tránsito de esta comuna, explicó que las colocadas en la Ciudad tienen un perfil más moderado que las que existen en otros departamentos. “Tienen un perfil más redondeado, porque las hexagonales suelen tener problemas de adherencia”, dijo el funcionario y agregó que el criterio utilizado para colocarlas es de advertencia, destacando su función reflectiva.
Según estimó se han colocado 12 mil tachas en Capital, las cuales permiten ahorrar dinero ya que la otra opción son los badenes, que son mucho más agresivos y que tienen un costo para su construcción y mantenimiento superior al de los reductores plásticos. “Si se toma un badén en velocidad es mucho más peligroso, se pierde el control del vehículo. El porcentaje de mantenimiento de las tachas es mucho menor”, aseguró.
En la licitación para la compra de estos elementos viales realizada el 10 de noviembre del año pasado, la comuna gastó 1.752.750 pesos, lo que equivale aproximadamente a 146 pesos por tacha.
En Luján de Cuyo se han colocado 1.500 y están proyectadas 1.800 más que serán colocadas a partir de los pedidos de vecinos y sujetas al criterio de la Policía Vial. Los reductores están ubicados en los ingresos a las escuelas, en Perdriel, en las cercanías del club Banco Mendoza, en el ingreso a centros comerciales y en calles conflictivas del departamento. Entre ellas vale destacar la rotonda de la calle Besares.
En tanto, en Guaymallén, los reductores se colocaron en 50 cruces durante lo que va de 2015. Como en las comunas anteriores, el foco se puso sobre las instituciones educativas. Son 2.500 en todo el departamento y la inversión fue de 200 mil pesos, es decir, unos 80 pesos por tacha.
Desde Godoy Cruz informaron que en 2014 en el departamento se colocaron 10.830 tachas. El valor de la inversión fue de $ 1.083.550, lo que equivale aproximadamente a 100 pesos por unidad.
En Las Heras, el director vial Pablo Quintero explicó que desde hace unos 60 días se están colocando tachas y lomos de burro plásticos por todo el departamento. Estos reductores de velocidad se han instalado en 70 bocacalles conflictivas y representan unos 1.200 metros viales.
“Estamos probando sistemas y estos son los que mejores resultados están dando. Además, son más efectivos que los viejos badenes y lomos de burro, que provocaban pérdida del dominio del volante en condiciones de agua, nieve o barro. Las tachas son más visibles”, remarcó Quintero.
Por último, en Maipú sólo advirtieron que las tachas se colocan en función de lo que deciden los vecinos y la Dirección de Tránsito. De todas formas, en la web municipal puede observarse que en 2013 se lanzó una licitación para adquirir estos elementos por 186 mil pesos.
Un dato complementario: en el sitio web Mercado Libre se venden estos artículos por unidad a unos 250 pesos, que pueden alcanzar los 650 dependiendo de la calidad del material con el que están hechos.
Los automovilistas no las quieren
“No puede ser; en mi barrio han puesto tachas por todos lados. Por todas las calles que vas no tenés forma de evadirlas. Tenés que pasar varias veces por ese obstáculo. Para llevar a mis hijas al colegio debo pasar por seis reductores de velocidad, todos los días, varias veces al día. Y son calles de barrio. Mi auto es modelo ‘91 y hace mucho ruido”, dice Mariana (39), una vecina de Maipú.
Pese a que muchos son los reclamos por el daño que estos elementos hacen a los vehículos, los mecánicos aseguran que si se las pasa a una velocidad adecuada no tienen por qué “lastimar” a los autos. De hecho, dicen que las consultas por las reparaciones de amortiguadores siguen estables.
Matías, por ejemplo, explicó que las tachas están hechas para que los autos pasen despacio y que tienen una señalización que hace que sean muy notorias. Sin embargo agregó que, si no se frena, el golpe sí puede afectar a las cubiertas, los amortiguadores y otras partes del tren delantero.
“Si pasás a 50 km por hora es probable que hagás daño a las llantas y las cubiertas y más si lo hacés repetidamente”, dijo y confirmó que los badenes y lomos de burro ocasionan más problemas que las tachas.
Los motociclistas advierten que estas tachas pueden representar un serio peligro para su seguridad, ya que de pisarlas al frenar es muy difícil mantener el equilibrio. Pablo, por ejemplo, explicó que “si te toca un día de lluvia son muy resbalosas. Si no vas bien agarrado te podés caer. Pero en general, se pueden esquivar sin pisarlas”.
De todas maneras, informó que con la pintura de las sendas peatonales sucede lo mismo, ya que con lluvia favorecen el deslizamiento de las cubiertas. “Hay líneas de tachas que en un metro tienen 5 líneas. Ésas son difíciles de eludir y siempre quedás arriba de la tacha. Pero las que tienen una buena separación, con cuidado, las pasás sin problemas”, estimó.