Pasan los años y sigue siendo más Intocable que nunca. Nicolino Locche siempre genera algún motivo para traerlo y repasar su historia, su grandeza deportiva.
Siempre está en boca de algún apasionado boxístico, de algún nostálgico. No es para menos, su inconfundible estilo sigue siendo un manual, justamente de estilo, valga la redundancia.
La pelea del siglo protagonizada por Floyd Mayweather y Manny Pacquiao, entre los detractores de Money y los fanáticos de Pacman, generó sus polémicas y críticas.
Será porque los fanáticos esperaban algo más de tremendo espectáculo rentado, que generó más 400 millones de dólares de ganancia para los muchachos.
La estocada de Pacquiao - un fajador innato- que no llegó nunca y el abusivo juego defensivo de fintas y cintura de Mayweather, muy reprochado, pusieron sobre escena la vieja fábula del toro y el torero. Entonces allí, la inolvidable imagen del Intocable en el centro del ring con su guardia baja, su cuerpo inclinado y su “bocha” semicalva, pasaron como un rayo por la cabeza de los memoriosos.
Sin tanta ostentación ni millones, pero con esa genialidad que no tenía precio, Locche- que tuvo y tiene sus detractores- generaba espectáculos a lo grande. Esos que, no formaron parte de las marquesinas de la Ciudad del Pecado y tal vez hasta ni tengan ni idea que estos lares hubo un mendocino de muy fina estampa y grandeza boxística.
No, su nombre no estuvo rubricado en luces de neón en aquellas carteleras, pero los sábados de Luna Park y la urbe porteña no lo olvidan, por el contrario lo tienen muy presente. Sobre todo cuando alguien osa hacer cintura en exceso sobre un cuadrilátero.
Nicolino Locche fue el segundo campeón mundial que tuvo Mendoza y “el arte de la defensa”, tan cuyano como la tonada y el viento Zonda, creció en el mundo con su brillo, al igual que su humor y sus guantazos, sus guiños y charlas con la gente en el ring side, mientras boxeaba.
Este año se cumplirán 10 años de su muerte y la Unión de Periodistas de Boxeo (Uperbox) celebró sus 20 desde que se creó y lo distinguió con el “Emblema e Idolatría imperecedera del boxeo”. Che Nico, nos sobran los motivos.
